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Estados Unidos: ¿Hacia el tercermundismo?
viernes, 6 de octubre de 2000
Hugo Salinas Price

Los Estados Unidos están mostrando señas de haberse convertido en país tercermundista, con la diferencia que poseen la bomba atómica.

¿Por qué digo esto? Basta con observar lo que sucede.

  1. 1.   Los Estados Unidos llevan cuando menos cinco años, de estar viviendo una gran fiesta de expansión de crédito – la mayor expansión crediticia jamás vista en toda la historia del mundo.  Esta irresponsabilidad financiera, es digna de un país tercermundista.
  2. 2.   En los Estados Unidos, no hay ahorro. La tasa de ahorro (el porcentaje de los ingresos que se guardan como ahorro) muestra una tasa negativa. Los americanos consumen más de lo que ganan. La falta de ahorro interno, nacional, es uno de los distintivos de un país del “tercer mundo” (ahora se les llama “países de economías emergentes”) .
  3. 3.   La fiesta de expansión de crédito (que por otro lado es una expansión de deuda) ha propiciado la colocación enorme de créditos en empresas fantasiosas que jamás van a producir utilidades proporcionadas a los créditos recibidos. El sector de tecnología ha prosperado enormemente sobre expectativas que sólo son sueños. Esto representa una  mala inversión de recursos, que jamás se recuperarán. En otras palabras, se vienen gigantescas pérdidas, que se reconocerán más adelante, en forma de créditos irrecuperables. La debacle mexicana del ’95 se verá minúscula por comparación. La utilidad de los bancos en Estados Unidos, no llega al 1% anual sobre el monto de sus activos. Son elefantes cansados.
  4. 4.   La expansión de crédito ha permitido un nivel altísimo de consumo a crédito. El consumo se ha convertido en el motor de la economía americana. No la producción, el consumo. Igual que en un país tercermundista, la gente no ahorra, gasta. Si la gente deja de gastar en Estados Unidos, se viene abajo la economía.
  5. 5.   Las empresas americanas están altamente endeudadas. Usan de deuda, para comprar sus propias acciones, para que suba el valor de mercado de ellas, y así puedan cobrar muy altos beneficios los administradores por vía de bonos. Usan de deuda, en cantidades colosales, para comprar a otras companías, no para invertir en planta productiva. La deuda adicional apalanca con deuda los Estados Financieros, en detrimento de los accionistas; pero éstos, sólo quieren ver precios más altos de sus acciones, y no les importa leer Estados Financieros. Sin embargo, las deudas pueden matar a una empresa. (Recuerdo que hace unos años, a causa de deudas, las acciones de la gran “Alfa” de Monterrey, llegaron a valer menos que una cajita de chicles.)
  6. 6.   Los Estados Unidos incurren en forma crónica, en déficit de balanza comercial; éste es el comportamiento clásico de un país del tercer mundo. Sólo que en el tercer mundo, o entre los países emergentes, comprar más de lo que se vende al extranjero, tiene un límite. Estados Unidos incurre este año, en unos $400 mil millones de dólares de déficit, porque no tiene, o no cree que exista, límite sobre su irresponsabilidad financiera, ya que su moneda es la moneda de reserva mundial, y sus dólares, en cualquier cantidad, son, por lo pronto, bienvenidos en todas partes. Con esos dólares, compra todo lo que le ofrece el mundo, a precios baratos; las mercancías baratas en su mercado interno, ayudan a que no suban los precios. Y como la palabra “inflación” ya no significa, en la mente popular, expansión de crédito irrestricta o expansión de dinero en circulación, sino “alza de precios”, pues se dice que “no tienen inflación”. Por lo tanto, tutti contenti, “las cosas van de maravilla.” El mundo entero nutre a los americanos, a cambio de papeles.
  7. 7.   En los Estados Unidos, las estadísticas se manipulan, al igual que en cualquier país tercermundista. Los cálculos de “productividad”  tan cacareados, son manipulados como sigue: si las computadoras que se vendieron en el año, son cinco veces más poderosas que las del año anterior, se calcula como si se hubieran producido cinco veces más computadoras. La producción, dividida por las horas trabajadas, da la productividad. Por lo tanto, la industria de computación “aumentó su productividad cinco veces.”
  8. 8.   Como los americanos ya no ahorran, los Estados Unidos tienen una necesidad imperiosa de que entre el capital extranjero, como cualquier país de los “emergentes”. Ya no crean su propio capital para su desarrollo, tienen que recibirlo del extranjero, igual que nosotros. Otro síntoma de “subdesarrollo”.
  9. 9.   Afortunadamente para los americanos, de los $400 mil millones de dólares de papel que exportarán este año, una buena parte regresa a Estados Unidos en forma de compra de acciones de sus empresas, que van pasando a manos de extranjeros, igual que en cualquier país emergente. Estas compras de acciones han elevado hasta la estratósfera los precios de las acciones a su nivel más sobrevaluado de toda la historia. Pero los americanos están felices con esta situación, ya que al contemplar el aumento en precio de sus acciones, se sienten más ricos; gastan más y se endeudan más. (61% de los hogares americanos son dueños de acciones. Las casas de bolsa prestan dinero para que compren acciones.) Inevitablemente, llegará el día en que verán los americanos que no es lo mismo que se haya invertido en planta productiva, a que simplemente suban los precios de las acciones de las mismas compañías de siempre, o de las compañías basadas en sueños de tecnología. La expectativa de grandes y crecientes utilidades próximamente hará caer del cielo los precios de las acciones, pues ya se registran, día tras día, utilidades menores a las esperadas. Finalmente, se verá que la enorme inversión extranjera se gastó en pitos y flautas. ¿Qué hará el 61% de los hogares americanos, súbitamente empobrecidos?

Veremos ambulantaje, típico de países subdesarrollados.

  1. 10. Los Estados Unidos ya se encuentran, de hecho, en el mismo dilema de cualquier país de “economía emergente” o cualquier “república bananera”. Un “dilema” es una situación problemática en la cual hay dos opciones, y cualquiera de ellas trae consecuencias indeseables. Una especie de trampa:
  2. a.   Devaluar para reducir importaciones y promover exportaciones – lo cual significa elevar las tasas de interés, espantar a la inversión extranjera, destruir el ahorro interno (de los que hubieran ahorrado algo) o,
  3. b.   Aguantar el tipo de cambio – lo cual significa seguir incurriendo déficit y debilitando a los productores nacionales frente a los extranjeros, mientras que los préstamos del extranjero se vuelven cada día más indispensables y necesarios. (El 40% de la deuda soberana de los Estados Unidos, que es susceptible de colocarse en el mercado, ya pertenece a extranjeros).
  4. 11.  Finalmente, se impondrá, como siempre, una devaluación del dólar – algunos dicen que tendrá que ser de 50% - y entonces se comenzarán a sentir las realidades que viven los países “emergentes” o tercermundistas: alzas de precios, altas tasas de interés, quiebras a diestra y siniestra, desocupación, colapso del mercado de acciones, fugas masivas de capital y furia popular contra los responsables: responsables que en su tiempo fueron sus ídolos, como Alan Greenspan, Presidente de la Reserva Federal.

Demos la bienvenida a los Estados Unidos, al club de los países tercermundistas.