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Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
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Causas que han destruido la agricultura en México
jueves, 12 de julio de 2001
Hugo Salinas Price

Artículo dedicado al Lic. Eloy Caloca

 

Nuestra economía mexicana, se ha empobrecido como consecuencia de los trastornos sufridos por el peso mexicano, en su poder adquisitivo; los tropiezos del peso, han redundado en la destrucción del ahorro acumulado (destrucción de capital) destrucción de la clase media y en el debilitamiento de la industria y el comercio por las tasas altas de interés, producto de la incertidumbre respecto al valor futuro del peso. En esta situación difícil, las masas concentradas en las ciudades, ejercen más fuerza política que los pobres agricultores dispersos por todo el territorio mexicano.

El cimiento de la verdadera y perdurable prosperidad, es la moneda real; el papel moneda nos ha hecho mucho daño, nos ha empobrecido.

Por otra parte, hoy en día, para promover negocios grandes en México, como el ahorro ha sido destruido, y no se ahorra en pesos de papel lo suficiente para abastecer la demanda de inversiones (por la incertidumbre del peso de papel) es necesario recurrir a préstamos en dólares.

Al pedir prestado en dólares, el que busca el crédito necesita comprobar al acreedor, que tendrá la forma de obtener los dólares que se requieren, a través del negocio que propone hacer. Dicho de otra forma, los negocios exportadores reciben créditos, preferentemente.

El crédito proveniente de Estados Unidos, que es el más importante, no va a financiar la agricultura en México, por la simple y sencilla razón que los Estados Unidos son uno de los más importantes exportadores de productos agrícolas del mundo. Ni los Bancos de E.U., ni el Gobierno de los E.U., tiene interés alguno en fomentar la competencia agrícola con México. Para pagar el crédito en dólares, la agricultura mexicana tendría que exportar excedentes, o cuando menos desplazar del mercado nacional a los productos americanos - una actividad que no quieren fomentar los americanos.

En no querer fomentar la agricultura mexicana, están en lo suyo los americanos. No tienen porqué alentar competencia a su propia agricultura. La culpa es nuestra, por tener una moneda sin calidad que no fomenta el ahorro y que ha destruido nuestro capital acumulado, en forma incontenible los últimos 50 años.

Esta es una de las causas del rezago de la agricultura en México.

Desde la supercarretera a Acapulco, los vacacionistas que viajan en sus automóviles pueden ver a los campesinos de Guerrero, arando sus pequeñas parcelas con burros, caballos y bueyes famélicos, y con arados que son los mismos que hace más de un siglo usaban.

Hay una conexión, no muy fácil de percibir, pero una conexión determinante, entre la falta de calidad de nuestra moneda, y el rezago de la agricultura mexicana.

Japón nos presenta un ejemplo interesante. El pueblo japonés es extraordinariamente unido y disciplinado. Hasta hace unos años, para el japonés, el haber nacido japonés era cosa de máximo orgullo. Para el japonés, ninguna otra nacionalidad le llegaba a los talones. Puede ser que estos sentimientos ya no sean tan fuertes; son objeto de constante socavación por los partidarios (extranjeros) de la “globalización”. Por lo pronto, Japón aún resiste, y con una admirable solidaridad, su política apoya al sector agrícola como base y fuente de la nacionalidad japonesa.

Esto le cuesta al pueblo japonés. Indudablemente que podrían bajar los costos de su alimentación, si se importaran productos alimenticios, de E.U., por ejemplo. (Los E.U. critican la política japonesa en agricultura, incesantemente, para derribarla y meter sus propios productos). Pero los japoneses consideran que Japón sin sus agricultores, ya no sería Japón. Pagan el precio, y la agricultura es protegida con celo.

Los japoneses pueden hacer esto, porque son ricos. No les importa que el arroz les cueste más. Alegan que su arroz tiene cualidades que no tiene el arroz importado. Esto es probablemente falso, pero evita tener que esgrimir el verdadero, y muy valedero, argumento que la agricultura forma parte integral de la cultura y civilización japonesa, y que no se puede sacrificar por nada. Usted sabe, el nacionalismo está proscrito por los “globalizadores”.

Para que los mexicanos podamos hacer algo por nuestro hermoso país; para ver florecer su agricultura y retener en el campo a los que sólo quieren irse, necesitamos ser primero, lo suficientemente prósperos para poder pagar el precio de proteger la agricultura.

Un país pobre, hecho de pobres, requiere ante todo, comida barata. Si el Departamento de Agricultura de los E.U. nos ofrece productos excedentes suyos regalados, o casi, y nosotros tenemos gente hambrienta, ¿Cómo vamos a negarnos?

Necesitamos forjar una prosperidad sostenible; necesitamos eludir hasta cierto punto, las presiones americanas, ejercidas por medios financieros, sobre la empresa privada y sobre el gobierno. Necesitamos la estabilidad monetaria y financiera. Después, podremos derramar recursos sobre el agro mexicano, podremos protegerlo con tarifas de importación. Abandonar el campo, es abandonar la nacionalidad. ¡Ni pensarlo!

El trabajo que tenemos por delante es para un siglo.

La primera piedra que requiere este trabajo, es: dotar a México de una moneda real, de valor intrínseco, indevaluable, para construir sobre ella la prosperidad perdurable y auténtica de este maravilloso país.

¡Que comience la platización!