Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
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Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
Venta $585.00 Recompra $485.00

Contra el robo a la economía popular
martes, 23 de abril de 2002
Fernando Amerlinck

La vida de casi todo mexicano se estila con un vocablo: crisis. Ninguna catástrofe natural dura lo que la sostenida pérdida de los mexicanos en su patrimonio y en cuanto de él se deriva, desde las expectativas materiales de vida hasta la más insidiosa devaluación moral. No hay entidad tan asombrosamente malévola para hacer tal daño, a menos que tenga un poder monopólico e ilimitado. Lo perpetrado al mexicano, sólo un gobierno puede hacerlo.

El denominador más común de esta crisis de nunca acabar es la moneda. Su manejo afecta las expectativas de vida de cada uno, su visión de la existencia, la posibilidad de construir o no un futuro, la esperanza en algo mejor o la certeza de que no se puede.

Hay que decirlo claro y de un jalón: sólo un soberano con poder legal monopólico y absoluto sobre lo que define el valor del patrimonio ajeno -la moneda- tiene capacidad legal soberana, monopólica y absoluta para violar el derecho ajeno y arruinar a un pueblo. Tres décadas de economía presidencial y rectoría estatal sobre lo nuestro nos contemplan. Da igual si el poder absoluto es del Ejecutivo o del Legislativo: toda concentración de poder, legitimada por la ley que hace este último, daña al ciudadano marginado y desprotegido por la mismísima ley.

¿Qué hacer? Aparte de revelar la diabólica sencillez de lo que arruina el presente y sobre todo el futuro del país, va una llana declaración: deje la moneda de ser monopolio del Banco de México.

La humanidad ha vivido sin bancos centrales la inmensa mayoría de su historia. Inventarlos ha tenido más que ver con el propósito de controlar el valor de la moneda que ningún otro factor. Al corromper el dinero arruinan a sus pueblos y se enriquecen ellos. Ni el Filósofo de Güémez llegaría a esta difícil conclusión: el Banco de México ha servido para enriquecer a los políticos y a sus amigos y aliados, nunca a los mexicanos. La rectoría estatal sobre el dinero y el crédito nacionales -desde mucho antes del Fobaproa- no sólo nos ha devaluado, sino endeudado en montos sólo comprensibles para los astrónomos, aptos para las dimensiones medibles en años-luz.

Cuando se habla de moneda fuerte, por mecanismo histórico automático se piensa en el dólar. (Y a pesar de Argentina, aún hay quien propone que México adopte como moneda el dólar.)

No hace falta arroparse en el lábaro patrio para oponerse. Cobijarnos en la Federal Reserve sería caer muy bajo: caer bajo otro banco central, aún más temible. ¿Será la Fed la institución financiera más lucrativa en la historia de la humanidad? No lo dudo; y la más perversa también.

Su negocio es, sigo diciendo, de diabólica sencillez. Un país poderosísimo imprime vales con tinta verde, los declara moneda y todo un planeta le cree. Se dedica a comprar con vales la producción de todo el mundo; compra países con ellos. Los países productores atesoran esos billetes y se creen ricos; tasan en ellos sus reservas nacionales y -desde México hasta Japón- los toman prestados, mientras Wall Street les cobra intereses. Para garantizar tantas operaciones, los billetes verdes mantienen bastante bien su valor. (Mucho mejor que los impresos por banquitos bananeros.)

¿Hasta cuándo? Poco antes de 1968, el General de Gaulle exigió a Estados Unidos pagarle con algo más sólido: oro. No tardó de Gaulle mucho en sufrir gravísimos problemas en su país (mayo de 1968) que eventualmente lo obligaron a dejar el poder. Nixon, en 1973, abandonó toda liga del dólar con el oro. El mundo siguió creyendo que el dólar era sólido, por un motivo de fe, no de realidad contundente: la gente le sigue teniendo fe al dólar. Esa moneda fiduciaria valdría lo que el papel en que está impresa si la gente de todo el mundo le perdiera la fiducia (fe).

¿Seguirá el jueguito para siempre? Lo puedo responder sin duda alguna: no. ¿Hasta cuándo? Eso no lo puedo responder, pero de que ocurrirá, ocurrirá, por algo sencillo: nadie engaña a todo el mundo todo el tiempo. Si el imperio romano se acabó y el pri perdió el poder, el dólar tendrá cita con la verdad, acosado por las insostenibles y piramidadas deudas mundiales y por un mundo que, en algún momento, le devolverá sus billetes. Y cuidado con el mundo en ese momento que no quisiera presenciar, pero que vendrá.

¿Qué hacer?

México tiene una respuesta sencillísima. Hugo Salinas Price se ha encargado, desde hace varios años, de mostrarla. Se trata de romper el monopolio del Banco de México y permitir que, junto con el peso, circule moneda de plata.

Las condiciones básicas son sencillas:

  1. 1.     Declarar que las onzas de plata emitidas por la Casa de Moneda tienen poder de compra; que haya bancos comerciales que operen con esa moneda.
  2. 2.     Emitir billetes estrictamente ligados a depósitos reales de metal en esos bancos.
  3. 3.     La Casa de Moneda se obliga a acuñar monedas a cambio de plata en bruto.

Las monedas de plata se usarían paralelamente a los pesos mexicanos y no tendrían expresión subjetiva de valor, para evitar que de nuevo un peso que se devalúa saque a la plata del mercado. Su valor se expresaría inequívocamente: en gramos, kilos, toneladas, onzas troy.

México es el primer productor mundial de plata, no de papel. Hay que ejercer la genuina soberanía -la del mexicano, la del ciudadano- sobre lo que el poder absoluto de los gobiernos ha conculcado. Es hora de impedir el robo legal a la economía popular haciendo que, por una vez, la ley defienda al ciudadano del abuso del poder y no victime a la población, en especial la más explotada. La moneda de plata es, ante todo, salvaguarda de valor en beneficio del pueblo en algo que para toda persona honrada es sagrado: su ahorro, su trabajo, su patrimonio.

desocupadolector@mexico.com

* El autor es Director General de Inmobiliaria Torre Latinoamericana S.A. de C.V.