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El peso de plata, una buena opción
miércoles, 2 de octubre de 1996
Arturo Damm Arnal

El peso de plata, una buena opción

El mal manejo que los gobiernos han realizado de nuestro dinero es un hecho innegable. Lo es, sobre todo a partir del gobierno de Echeverría. De muestra bástenos el siguiente botón: hace veinte años el tipo de cambio era de 12.50 viejos pesos por dólar, hoy es, expresado también en viejos pesos, de 7,500. No hay economía que resista una destrucción del dinero de tales magnitudes, destrucción que se la debemos a quienes, desde aquellas épocas hasta hoy, han estado al frente del Banco de México. Ya es hora de ponerle fin a la destrucción de nuestro (y lo subrayo: nuestro) dinero, y la única manera de garantizar la salud y fortaleza del peso es modificando, de manera sustancial, el actual sistema monetario. ¡En qué sentido? Hugo Salinas Price nos propone un camino (1). Vale la pena considerarlo. Valga este artículo para contribuir a ello.

La tesis central de Salinas Price es muy sencilla: el principal problema con nuestro dinero es que no tiene ningún respaldo. Nuestro peso es, y la expresión es por demás adecuada, dinero chatarra, es decir, algo que no funciona bien. Se pregunta Salinas Price: "¡Cuánto debe valer un peso?" Y responde: "Nadie sabe". Prosigue: ...nuestro sistema monetario, como todos los del mundo, está viciado de origen, radicalmente, desde el momento en que el peso es una medida de nada". Así, concluye Salinas Price, el dinero "no es susceptible de manejo racional". ¡Y qué puede esperarse del manejo irracional del dinero? Respuesta: a la larga la destrucción de la economía.

La crisis por la que atraviesa la economía mexicana desde hace más de un cuarto de siglo es el resultado, entre otras causas, del irracional manejo que las autoridades monetarias han hecho de nuestro (y lo vuelvo a subrayar: nuestro) dinero. Vale la pena repetirlo: hace veinte años el tipo de cambio era 12.50 viejos pesos por dólar, hoy es 7,500. ¡Qué tenemos? Respuesta: dinero chatarra, pesos de nada, una moneda sin respaldo, sujeta al capricho de las autoridades monetarias, y las consecuencias inevitables de todo ello: la crisis económica.

Continúa Salinas Price: "El verdadero dinero, ha sido, es y tendrá que ser, una medida de algo (...) como un litro o un galón es la medida de leche, de jugo de naranja, o de gasolina. Así, hace cien años, un peso se definía como 0.75 gramos de oro puro". Hoy la medida del peso no existe (lo cual es tanto como decir que es el peso mismo el que no existe); razón por la cual Salinas Price afirma que el peso de nada (y lo que está hecho de nada es a su vez nada): Pesos nada les llama. Y con pesos nada es muy difícil que una economía salga adelante, mucho menos si la corrupción, tanto moral como intelectual, ha hecho presa de los economistas al servicio del gobierno encargados, entre otras cosas, de administrar nuestro (ya lo saben: nuestro) dinero.

¡Qué respalda al peso? ¡El buen manejo que de él hacen las autoridades monetarias? Evidentemente que no. ¡Algún metal precioso, como lo es el oro o la plata? Tampoco. Entonces ¡qué respalda al peso? Respuesta: en parte el dólar. Si las reservas de dólares son suficientes, el peso se mantiene estable, sobre todo si no hay inflación. Si las reservas de dólares se reducen comienzan las presiones devaluatorias sobre el peso. Si las reservas de dólares se incrementan se inician las presiones revaluatorias sobre el peso. Hasta cierto punto el peso está respaldado por el dólar. El problema es que el dólar no está respaldado más que en la buena administración monetaria de los economistas a cargo de la Reserva Federal. Y dicha administración, por más buena que sea, no es suficiente para garantizar la salud y la fortaleza del dinero, mucho menos la del dinero de un tercer país.

El dólar podrá estar bien administrado, podrá estar mucho mejor administrado que el peso, pero ello no lo convierte en la medida de algo. Y si el dinero, como dice Salinas Price, no es la medida de algo, no es verdadero dinero. No pasará de ser dinero chatarra, bien administrado, pero en esencia chatarra. Así las cosas (más allá de la vergenza de tener que respaldar nuestro dinero "nuestro, no de ellos, no de quienes nos lo administran" con el dinero de otro país, lo cual implica mayor confianza en el gobierno de aquel otro país que en el propio, lo cual es muy grave), ¡realmente nos sirve que nuestro peso esté parcialmente respaldado por dólares?

Vale la pena reproducir el siguiente párrafo de Salinas Price: "Las deudas, en nuestro esquema monetario actual, no se liquidan. Lo que usamos para liquidar una deuda, son pesos, y éstos son simplemente pagarés irredimibles del Banco de México. Así que lo único que hacemos los mexicanos cuando "pagamos" un adeudo, o cuando compramos cualquier cosa, es traspasar a otra persona o entidad, un adeudo del Banco de México. La deuda no se liquida; simplemente cambia de tenedor. Si efectuamos un depósito a nuestra cuenta de banco, en pago de un adeudo, entonces el banco es el nuevo acreedor del Banco de México. Toda actividad económica se vuelve un gran juego para ver quien se vuelve acreedor de "pesos nada" del Banco de México. Naturalmente, nadie quiere ser acreedor de "pesos nada" a largo plazo, porque esos pesos son irredimibles. De ahí que los bancos no cuenten con depósitos a largo plazo para financiar grandes obras agrícolas, comerciales, mineras, hipotecarias, industriales o de infraestructura".

¡Exagera Salinas Price? De ninguna manera. ¡Qué la situación es preocupante? Sin duda alguna. Pero más preocupa que no se haga nada para corregirla.

El dinero es el medio indispensable para potenciar una economía. Y si el dinero es dinero chatarra, pesos nada irremediablemente irredimibles, a la economía le falta el medio para potenciarse: ¡Cuál es la solución? La respuesta de Salinas Price no se hace esperar, la plata. El peso debe de dejar de ser pesos de nada para volver a ser pesos de plata. ¡Volver al pasado? De ninguna manera. Por el contrario: dar un paso hacia el futuro, futuro que, si ha de ser de crecimiento y de desarrollo económico, reclama, desde hoy, un peso sano y fuerte. Y para que lo sea debe de ser de plata. Esta es la propuesta de Hugo Salinas Price. Y a propuestas como estas hay que prestarles atención.

Termino citando a Einstein, a quien a su vez cita Salinas Pliego en su libro: "Es más importante la imaginación que el conocimiento".