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Parábola del banquete
miércoles, 29 de julio de 1998
Francisco Helguera Ramírez

Parábola del Banquete

(Articulo "Light" dedicado a mi amigo Guillermo Andrade )

Cuando al término de una parranda el mesero nos pasa la cuenta, la revisamos someramente empezando por el total; si es más o menos lo que habíamos calculado, sin mayor trámite y en un gesto muy mexicano, sin escrutinizar los detalles, sacamos la cartera y pagamos,

añadiendo una generosa propina. Si el total nos parece excesivo, viene la pregunta hecha en broma: ¿Que rompimos ?. Contamos los tragos y los platillos y vienen las aclaraciones: ¡ A ver, quien se comió dos langostas y se bebió tres botellas de champan el solo ! ¡ Aquí fueron puros tequilas y tacos de carnitas !

Con alguna frecuencia, los meseros hacen las cuentas con el tenedor y dicen ¡Tres tequilas! ...y escriben 333. Al resultado le suman la fecha y poniendo cara de póker, le alargan a uno la cuenta. O tienen preparada una nota de cifras abultadas que van presentando de cliente en cliente, y cuando estos protestan, dan la habitual disculpa : ¡Perdón, esta cuenta es de otra mesa...! y así se van hasta que algún tarugo o muy mareado la paga.

Pero si ya de plano la cuenta rebasa lo razonable, de la revisión exhaustiva pasamos a la protesta airada y dependiendo del lugar, el asunto termina en la delegación o pagando de mala manera con un tarjetazo que nos va a doler por meses. Pero, vaya, fue nuestra culpa por meternos a un lugar poco recomendable. Pero a veces, ni eso; he aquí que de repente, nos encontramos conque nos están pasando una cuenta por una fiesta a la que ni fuimos...Vaya, ni siquiera estuvimos invitados.

Y lo peor es que no nos piden que la paguemos. ¡ Ya nos la cargaron en cuenta !

¡Y se nos cortó la respiración! ¡$580,000,000,000.!

.-¡ A ver!, le decimos al mesero que trajo la cuenta, ¿que fue lo que se rompió? .

.-¡ No se, señor, yo no fui el que los atendió, fue el del otro turno!.

.-¿Y donde está ...?

.-¡Ya no trabaja aquí!

.-Bueno, déjeme revisar:

Yates para navegar por el mediterráneo...

Vuelos en Jet privado del banco para que la señora vaya de compras a Houston...Compras cargadas a la tarjeta de crédito del banco, claro.

Vuelos con las amiguitas a La Paz y Cancún mientras la señora anda de compras en Houston. O la Riviera, o Bermudas.

Departamentos en Madrid y Nueva York...

Créditos blandos a los amigotes, a los parientes y a si mismos...

Financiamientos a empresas inviables...

Auditorias para averiguar todo lo anterior...

Interventores costosos con facultades ilimitadas...

Costosos errores operativos de los interventores...

Bonos generosos para los autores de los errores...

Indemnizaciones para correr al personal de los bancos y casas de bolsa intervenidas,

Investigaciones especiales para demandar a los culpables de los desaguisados anteriores.

Largos y costosos procesos judiciales para extraditar y sentenciar a los "presuntos".

.-¡Oiga, es mucha champaña y langosta que no consumí, yo cuando mucho deberé unos frijoles, unos tacos, un refresco y si acaso un tequilita!

.-Pos ya se lo cargaron...yo nomás le traigo la cuenta para que la vea.

.-¡¡¿COMO?!!!

.-Ahí hay unos pagares firmados.

.-Yo no he firmado nada. ¿Quien firmó?

.-El mesero anterior.

.-¿CON QUE DERECHO?.

.-No sé, señor...soy nuevo aquí.

.- ¿Y si me niego a pagar ?

.- Se cierra el changarro y nos vamos todos a la...calle, y a ver donde come después.

.- Oiga...¿esta seguro de que esta cuenta es de mi mesa ?.

.- Bueno, no es precisamente de su mesa, es la cuenta del banquete de los del "Club de la Privatización"; pero usted estaba en el restorán, ¿O no ?.

.-¿Y quien se encargó del servicio a los de ese Club. ?

.-El otro mesero...

.-¿Y por que les permitieron que subiera tanto la cuenta ?

.-No sé señor... ya le dije que no fue en mi turno.

.-¡Exijo ver al gerente!

.-Uy señor, todo el personal es nuevo.

.- ¿Y quien cocinó todo esto...?

.- Ya tampoco trabaja aquí.

.- ¿Ni el mesero, ni el cocinero, ni el gerente, ni el garrotero...

.-No.

.-¿Ni el pinche?

.- Ujule, ese menos...

Dos historias de horror. La Primera.

Yo llegué a Banpais como asesor de la Dirección General, siendo el Director General el señor Licenciado Manuel Calderón de la Barca, quien no me conocía y que me contrató por curriculum y la recomendación del Lic. José Antonio Cobos Pons, prematura y dolorosamente desaparecido.

Don Manuel recibió el banco en condiciones muy delicadas. Estaba lo que llamábamos "Afonaprado". Es decir, debía una importante cantidad al "Fondo Nacional para Protección del Ahorro". Con sistemas de cómputo anticuados, mucho personal viciado e irresponsable a niveles altos, sin cuenta maestra, sin mesa de dinero, ni tarjeta de crédito. Mi labor se debía centrar en proveer de estos instrumentos al banco. En pocas palabras: el banco cambiaba o era candidato a ser fusionado y desaparecer.

Al poco tiempo, pasé de Asesor de la Dirección a Director de Ingeniería Financiera y rutinariamente, toda correspondencia proveniente de casas de bolsa o bancos, me fue remitida, igual que antes se hacía con el anterior director de Ingeniería Financiera.

Y entre lo primero que recibí, estaban cinco o seis estados de cuenta provenientes de una casa de bolsa, que acusaban un saldo siempre igual de $2,100,000,000 (de los antiguos) en efectivo, mes tras mes, sin pagar intereses. Evidente descuido inexcusable de la tesorería o un crédito a tasa cero otorgado durante la anterior administración.

Notifiqué de inmediato a mi jefe el descubrimiento y me dieron instrucciones de investigar.

Me presenté en la casa de bolsa y pedí una aclaración.

Caras pálidas, manos sudorosas del funcionario que me atendió...y la peregrina explicación de que no era nuestro dinero. Era un error de captura y los fondos pertenecían a ... Ábaco, la casa de bolsa. Exigí que me lo confirmaran por escrito y así lo hicieron. Entonces, por instrucciones de Don Manuel, me comuniqué con Abaco y le remití copias de los estados de cuenta y de la aclaración explicación recibida. De inmediato, me contestaron que ellos no eran tan pen...sativos, como diría el Charro Amarillo. El dinero no era de ellos. Y me lo confirmaron por escrito.

Se solicitó a auditoria interna que investigara y al tesorero que informara. Es un error, fue la respuesta de auditoria y del tesorero. Nunca supimos la verdad.

El episodio explica el cómo de algunas de las cuentas del Fobaproa.

El resto de la historia, es que Don Manuel Calderón de la Barca cumplió ampliamente con su cometido, limpió y salvó el banco, dejando un ejemplo de trabajo incansable ( ¡ Y a veces inalcanzable !), de austeridad y honradez. La siguiente administración no desmereció. Banpaís no se fusiono, y llegó a ser una institución eficiente por la que se pagó un buen precio en su privatización.

La segunda historia de horror.

Yo confieso que fui uno de los incautos que se tragaron la propaganda de la privatización. El gobierno hizo énfasis en desprestigiar su propia labor como administrador de la banca y nos vendió la idea de las maravillas que veríamos como instituciones privadas. Y llegó el gran día:

¡Se privatiza la banca!

Entre las condiciones enunciadas por Pedro Aspe como imprescindibles, estaban:

Hacer un sistema financiero eficiente y competitivo

Evitar que el dinero se concentrara en pocas manos.

Que los bancos fueran administrados por gente calificada y moralmente solvente.

Que el control de la banca quedara en manos mexicanas.

Y que mediante lo anterior, se generarían practicas financieras y bancarias sanas.

Al poco tiempo de venderse Banpaís, llegó Sánchez Montemayor y su equipo a hacerse cargo del banco.

Días después, me llamó un individuo del nuevo equipo pidiéndome autorizar algo que era inaceptable. Le dije que no; la conversación subió de tono. Le dije que si quería robar, lo hiciera con su firma, no con la mía. Entonces suavizó el tono y me dijo:

.- Así no vas a hacer carrera ni fortuna... ¡ Déjate llevar !...

Nunca me habían ofrecido sobornarme de una manera tan descarada.

Toda esta conversación se desarrolló, sin que él lo supiera ( o sin que le importara, si lo notó), con el altavoz de mi teléfono conectado. Me acompañaba y oía la conversación, mi segundo de a bordo, un amigo que aún conservo. Cuando colgamos, le dije: esto se acabó. Hay que ir haciendo las maletas. Efectivamente, pocos días después me pidieron mi renuncia, que por supuesto ya tenia lista.

Así se estaban poniendo las primeras piezas del Fobaproa.