En 1991, Argentina adoptó una esquema de convertibilidad fija uno a uno, con el dólar. Por cada peso de que hay en circulación, hay un dólar respaldando.
De acuerdo a las espectativas de quienes proponen el Consejo Monetario, la economía de Argentina debería estar boyante, pero no es éste el caso, sino todo lo contrario: Argentina se encuentra estancada en una profunda recesión, de la cual no puede salir debido, precisamente, al Consejo Monetario. El desempleo, en los meses recientes, alcanzó la cifra de 14%, y la caída del PIB se ubica en – 4%, en lo que va del año.
¿En qué falló el esquema?
Las razones son muy elementales:
1) Un país que basa su moneda en el dólar, debe establecer una economía orientada a la exportación, ya que vender al extranjero es la única forma de conseguir más dólares.
2) Los problemas comenzaron cuando su principal socio comercial, Brasil, cayó en una profunda crisis económica, a principios de este año. Al dejar de comprar los brasileños, dejaron de ingresar dólares a la economía.
3) Además de que dejaron de ingresar dólares, surge otro problema adicional: los dólares que hay en circulación comienzan a salir de Argentina, ya que resulta más barato importar productos de países que han devaluado sus monedas.
4) De esta forma, las empresas argentinas son atacadas por dos flancos:
a) No pueden vender al exterior porque, al no poder devaluar su moneda, los productos argentinos comienzan a resultar caros para el mundo;
b) Tampoco pueden vender en el mercado interno, ya que se presenta una inundación de productos baratos, que entran desde afuera.
En pocas palabras, no pueden conseguir más dólares, y los pocos que tienen, salen rápidamente.
5) Al haber menos dólares, se seca la economía: el circulante se restringe y quiebran las empresas, provocando grave desempleo y drástica caída del Producto Interno Bruto.
¿Por qué Argentina no puede salir de la recesión?
1) Porque no puede devaluar para ser más competitiva. El Consejo Monetario establece que todos los pesos tienen una parida fija de uno a uno con el dólar.
2) Porque no puede recurrir a la expansión del crédito, a fin de inyectar recursos a la economía y financiar a las empresas en problemas. Para otorgar créditos, tendría que haber más dólares, y eso es precisamente lo que no tiene.
3) Porque la única forma de volver a obtener más dólares, siendo competitivos, es reduciendo los salarios, estableciendo una escala móvil. Para ello, los argentinos deberían estar dispuestos a cobrar menos dinero, a cambio de trabajar lo mismo.
4) Porque no puede cerrar sus fronteras a la invasión de productos baratos, elevando aranceles, sin sufrir las correspondientes represalias de sus socios comerciales, caso en el cuál ¿a quien vende y cómo consigue dólares?
El presidente Menem abaca de afirmar, el día de ayer, que profundizará el esquema de dolarización total de la economía, a fin de revertir la situación. Sin embargo, el problema ahora, ya no es tanto la incertidumbre con respecto a una devaluación, sino el hecho de que Argentina no es competitiva y no vende, por utilizar al dólar como moneda. Dolarizar no hará sino profundizar esta situación.
Argentina está atrapada y sin salida. Sólo tiene dos caminos:
1) Abandonar el Consejo Monetario, devaluando, ó
2) Volver a ser competitivos, reduciendo los salarios,
Ese es el dilema actual de Argentina: empobrecer o... empobrecer.
Aunque la mona se vista de dólar, mona se queda.
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¿Y por qué en Estados Unidos si funciona el dólar?, preguntará el lector.
Porque Estados Unidos sí produce dólares, los fabrica, los imprime. Estados Unidos, toda proporción guardada, comparte la siguiente situación con Argentina:
1) Registra un déficit comercial histórico: $ 19,700 millones de excedente de importaciones sobre exportaciones. Sale más barato importar productos del exterior, que producirlos en Estados Unidos.
2) Los productores internos se quejan de dumping, y presionan por el cierre de fronteras, o la elevación de aranceles. A México le acaban de cerrar la frontera al acero barato mexicano, por estas presiones internas.
Sin embargo, en Estados Unidos, estas situaciones no han afectado mayormente a su economía, hasta ahora, debido a que 1) Pueden imprimir dólares cuando los necesiten, reactivando así su economía, 2) Pueden manejar tasas de interés, según la conveniencia del momento, y 3) Pueden cerrar parcialmente su frontera, sin obtener ninguna represalia a cambio. Nada de esto último, puede hacer Argentina, porque utiliza una moneda que no produce y sobre la cual no tiene absolutamente ningún tipo de control.
El caso de Argentina dolarizada debe servir como un claro ejemplo para México. En el corto plazo, un Consejo Monetario brinda aparente prosperidad y estabilidad a la economía. Sin embargo, a mediano plazo, las consecuencias son verdaderamente catastróficas: desempleo exorbitante y drástica reducción del PIB.
Argentina tiene por destino convertirse en proveedor perpetuo de productos baratos a Estados Unidos, desarrollar su sector exportador en detrimento del desarrollo equilibrado de la economía argentina, y discriminar a los productores nacionales, que no exportan.
La lección que nos deja Argentina es muy simple: un país que no produce dólares, no debe dolarizarse. La moneda de un país es algo importantísimo, y debe depender de un recurso que le sea propio, controlado por los mismos nacionales.
¿Moneda que combine solidez y que además, sea propia? Sólo la plata.
Eso sí es solución.