El pasado 25 de mayo, el asesor internacional de autoridades monetarias Steve Hanke dio a conocer públicamente que el PRI tiene la intención de dolarizar la economía mexicana antes de las elecciones del 2000.
En efecto, miembros del senado norteamericano y su contraparte mexicana estudian a ritmos forzados el modo de poderlo llevar a cabo. El documento de intercambio lleva por nombre "Encouraging Official Dollarization in Emerging Markets" (Impulsando la Dolarización Oficial de los Mercados Emergentes: http:// www.senate.gov/~jec/dollarization.htm ). En él se mencionan 8 países, entre ellos México.
El informe inicia con una declaración de Larry Summers en la que se establecen los dos métodos que se usarán para alcanzar ese objetivo: el soborno y la repartición de beneficios: "En el largo plazo, encontrar caminos para sobornar a la gente para que se dolarice, o cuando menos darles parte del dinero extra que se gane cuando la dolarización tenga lugar, debe ser una prioridad internacional".
Y vaya que hay margen para sobornar a las autoridades. Según el documento, México tiene una base monetaria de 19 billones de dólares (según Banxico es menor). Para substituirla por billetes verdes habría que comprar la equivalente masa monetaria norteamericana con nuestras reservas, que no son otra cosa que deuda del gobierno norteamericano. Imaginemos la reacción de los partidos de oposición cuando en el documento lean que los norteamericanos quieren rescatar esa deuda a un costo del 1%. Y, por si las reservas no fueran suficientes, también se establecen otras vías para poder comprar sus dólares: con valores de alta liquidez, con bonos, con petróleo, plata u otros bienes naturales, o bien con el oro depositado en la Reserva Federal.
En la definición de señoraje, el reporte lo define como la utilidad producida al poner en circulación moneda, después de restarle los costos. Y da cifras: poner en circulación un billete de un dólar cuesta tres centavos de dólar, mientras que su utilidad es de 97 centavos de dólar. ¡Hay margen para sobornos o reparto de beneficios! Con una peculiaridad: el señoraje no será un derecho del país donde vayan a circular los dólares, le llaman "regalo", y para ver si seguimos siendo dignos de esa gratuidad el documento propone una certificación anual.
Lo grave de esta certificación, amén de los abusos a que se prestan las certificaciones, como se ha visto en la llamada "antidrogas", es que no tendremos el derecho de apelación, simplemente al carecer de representación en el Congreso estadounidense.
Esta es la razón por la que William McDonough, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, advierte que quienes opten por la dolarización oficial, "dejarán en manos de los Estados Unidos su política monetaria". Y añade: "No vamos a tomar en consideración el efecto de nuestra política monetaria sobre otras monedas, cuando nuestra meta es manejar la nuestra".
También lo había advertido Alan Greenspan al señalar que, además de irreversible, la política económica de los países que adoptan la dolarización nunca más está en manos de nacionales, pues se decide en un Congreso en el que ni siquiera tienen representación. Además, decía, no tendrán banco de última instancia por lo que, en una crisis, los bancos simplemente quebrarían, advirtiendo que el organismo a su cargo está para defender los intereses de los ciudadanos norteamericanos y no el de otros países.
Si esto no convence a los entusiastas de la dolarización, seguramente sí se van a presuadir cuando vean que el dólar se tambalea.
La creación espectacular de crédito norteamericano se ha logrado mediante un peligrosísimo recorte de las tasas de interés y un aumento de circulante M3 (de 1,085 millones de dólares en sólo dos años). El resultado es que la deuda norteamericana ha aumentado en más de un 30% el último año y la burbuja inflacionaria y especulativa se ha hinchado a tal punto que en cualquier momento podrá reventar.
Por ello, los servicios de investigación de "Caisse des PépFots et Consignations", una de las principales financieras europeas, advirtió en un reciente estudio que "la próxima crisis nacerá de la explosión de la burbuja financiera y del excesivo endeudamiento de los Estados Unidos, con la consiguiente caída del dólar y del financiamiento del déficit estadounidense".
También lo reconocen los expertos norteamericanos. El pasado 14 de mayo, el ex presidente de la Reserva Federal, Paul Volker, decía: "Esta expansión ha violado todo lo que yo sé acerca de la economía. El destino de la economía mundial está en una situación de dependencia total del crecimiento de la economía de Estados Unidos que depende, a su vez, del mercado de acciones, cuyo crecimiento depende sólo de 50 acciones, la mitad de las cuales jamás ha reportado utilidades".
Bajo este esquema, los bancos centrales del mundo quieren participar de la expansión del crédito recibiendo dólares y enviando a cambio recursos naturales, bancos, propiedades o sectores estratégicos que van siendo privatizados. La diferencia es que, con la dolarización oficial, ese proceso será continuo, irreversible e indefendible. Con la desventaja de que, si estamos atados al dólar, nos acabaremos hundiendo con él.
Pero ya lo primero nos debería bastar pues, como dice Robert Barro, profesor de Harvard: "la unión de desiguales llevará a un control del más fuerte sobre los recursos naturales del más débil, pues la sustitución de la base monetaria supondrá la entrega de bienes y servicios: la nueva moneda necesariamente se tendría que comprar".
Si este es el propósito del partido oficial antes del 2000, habrá que ver si los otros partidos, que ya protestaron por la iniciativa de privatizar la electricidad o el petróleo, permiten que se trafique con un sector que es mucho más estratégico para una nación, el de su moneda.
Si el dólar nos acabará arrastrando, después de haber malbaratado nuestros bienes, ¿porqué no mejor pensar en una moneda de plata cuyo valor lo determinemos los mexicanos en base a producción y demanda? Se recapitalizaría la banca con dinero de valor intrínseco y, entonces sí, nos podríamos defender de los vaivenes financieros y de las arbitrariedades de nuestros gobiernos. Si nuestra plata y nuestro oro figuran como parte del botín en el documento Summers, quiere decir que algún valor real deben tener.
Comentarios e información: avilla@df1.telmex.net.mx