Nadie más ciego que el que no quiere ver

viernes, 27 de agosto de 1999

Hugo Salinas Price

El Secretario de Hacienda, José Angel Gurría Treviño, declaró el 25 de agosto ante el cuarto Congreso Nacional de la Federación Nacional de Sindicatos Bancarios, que "resulta preocupante que cuando la economía atraviesa por un intenso proceso de modernización no se observe una reactivación en la oferta y demanda de créditos". Esto según noticia en "El Universal", del 26 de agosto de este año.

Para quienes comprenden la ineludible necesidad que tiene cualquier sociedad, de contar con moneda verdadera, de valor intrínseco, como sería la onza de plata pura, el hecho que no se reactiven la oferta y la demanda de créditos, resulta perfectamente comprensible. ¿Qué le pensaríamos, por ejemplo, de alguien que dijera que "resulta preocupante que se observe que los automóviles no funcionan cuando se le echa agua al tanque de combustible"?

Se trata de lo mismo. En nuestro tiempo, se le tiene más respeto a las máquinas que a los seres humanos. A nadie se le ocurre querer hacer funcionar su automóvil con agua en lugar de gasolina. Sin embargo, a los seres humanos no se les respetan sus necesidades en cuanto seres humanos. Se pretende que funcionen con moneda de papel, como si nada.

Los seres humanos deben ser respetados, y más que las máquinas.

Una de las principales funciones de un Estado, es proveer de moneda buena, sólida y confiable, a sus ciudadanos. El papel moneda no es bueno, ni sólido, ni confiable.

Sin embargo, de esta necesidad fundamental de la sociedad, no se dice ni una palabra.

El pasado 29 de julio, el CORE del PRI, la "Corriente Renovadora" planteó propuestas para la plataforma electoral del partido, según informa Francisco Javier Alejo, en la página editorial del mismo "El Universal" de la misma fecha, 26 de agosto de 1999.

Ni una palabra respecto a la ingente necesidad de reformar nuestro sistema monetario; todo se va en verborrea respecto a diversas metas abstractas, que a los que redactaron la plataforma les parecen que merecerán la simpatía del público, sin mención alguna de cómo se han de lograr esos fines. Eso sí, de nuevo vemos mención del canibalismo económico como una propuesta que ha de ser aceptable: repartir la riqueza – o más bien, la pobreza – mediante gravámenes fiscales especiales.

Mientras tanto, el señor Rudiger Dornbusch, Consultor en Instituciones y Negocios Multinacionales, venido del Massachusetts Institute of Technology, donde ocupa la cátedra de Economía, viene a sermonearnos respecto a la conveniencia de que adoptemos el dólar, disfrazado de pesos emitidos por un Consejo Monetario. De paso, nos advierte que no nos conviene el libre comercio con la Unión Europea.

Los mexicanos debemos comprender que el señor Dornbusch no viene como Consultor, con opinión independiente y objetiva, ni como maestro de Economía, sino más bien, que viene como General de Cinco Estrellas enviado por el Departamento de Estado de los E.U., para llevar adelante el programa de anexión económica de México a los E.U., nada más que viste ropa de civil.

Si viniera con uniforme de General de Cinco Estrellas, quizá lo recibiríamos con cierto recelo. Pero como viene disfrazado de Consultor, y de eminente y sabihondo profesor de Economía, pues le abrimos las puertas y escuchamos boquiabiertos sus "consejos", encaminados, como los del primer embajador de los E.U. en México, Joel Roberts Poinsett, a someternos definitivamente al Imperio del Norte.

Creemos que la mayoría de los mexicanos quisieran contar con un país propio. Que aspiran a un México mejor, más derecho, más sólido, más tranquilo, menos susceptible a las influencias de males ajenos que no son de nuestra hechura. Creemos que la mayoría quisiera ver la existencia de este México posible. Que no aspiran a formar parte de una población sin posibilidad de decidir sobre su propio futuro.

No hay posibilidad de comenzar a rescatar a México y encaminarlo por la senda de la prosperidad y de la autonomía, sin moneda de valor intrínseco. La plata es imprescindible.

Ojalá que alguien despierte a los políticos mexicanos. De lo único que no hablan, es de lo esencial.

Que no se diga mañana: "No lloren como mujeres, lo que no supieron defender como hombres."