La guerra contra el oro

lunes, 6 de septiembre de 1999

Hugo Salinas Price

Expertos en el mercado internacional del oro estiman que los bancos centrales del mundo han prestado a los grandes bancos de E.U. y Gran Bretaña, entre 10,000 y 14,000 toneladas de su oro, que en total asciende a 28,000 toneladas. O sea, hasta 50% de las reservas de los bancos centrales han sido prestadas, a tasas que fluctuan alrededor del 1% anual.

Estos grandes bancos han vendido el oro prestado, a cambio de dólares, para invertir los dólares en toda clase de instrumentos financieros. Con dinero que les cuesta 1% anual, han podido, por ejemplo, comprar bonos del Tesoro de E.U. que redituaban, hasta hace poco, 5%.

¡Gran negocio! A $260 dólares la onza, la deuda a favor de los bancos centrales ascendería a $117 mil millones de dólares. El negocio ha sido fabuloso, porque al ir vendiendo el oro, el precio lo fueron bajando y así obtuvieron otra utilidad adiccional; el precio de lo que tienen que devolver ha bajado de cerca $400 dólares la onza en el primer trimestre de 1996 a menos de $260 dólares al día de hoy.

Estos grandes bancos han hecho lo mismo que hicieron nuestros banqueros mexicanos, cuando en 1994 tomaron préstamos en dólares al 8%, y vendieron los dólares para prestar en pesos al 25%. Todo parecía un gran negocio, hasta que, por razones de todos conocidas, los bancos extranjeros que habían prestado al 8%, exigieron sus dólares. Sólo un préstamo de emergencia para México, ordenado por el presidente Bill Clinton, de hasta $50 mil millones de dólares ¿recuerdan? salvó a la banca mexicana, y de paso a los prestamistas americanos.

La diferencia radica en que no hay quien salve a los bancos que deben oro, cuando los bancos centrales les pidan su oro. La "Fed" produce dólares, pero no oro.

Los grandes bancos se han metido en camisa de once varas, porque jamás podrán recuperar el oro que deben, sin ofrecer un precio mucho más alto, tan alto que pagar ese precio va a significar su bancarrota. Los bancos centrales han prestado oro que jamás van a recuperar.

La prestigiada firma de Nueva York, Goldman Sachs, por ejemplo, se dice que debe la friolera de 1,000 toneladas de oro. Un grupo con las siglas GATA ( Gold Anti-Trust Action ) está investigando las operaciones de la Goldman Sachs y da a la publicidad, día a día, sus actividades muy sospechosas para seguir bajando el precio e impedir que comience a subir el precio del oro. La Goldman sabe que una vez que se perciba que la tendencia a la baja ha concluido, comenzará un muy fuerte repunte, lo cual significará su ruina total.

La situación de Goldman, y de muchos otros, es verdaderamente desesperada. Al bajar el precio del oro, la demanda se ha disparado, y sobrepasa en cuando menos 25%, la producción de las minas del mundo, que fue de 2,529 toneladas en 1998. Decimos cuando menos 25%, porque con la baja del precio del metal aureo, muchas minas están cerrando y la producción mundial se verá mermada, lo cual incrementará el déficit. Los bancos centrales aparentemente ya están renuentes a seguir prestando oro, según se percibe en las tasas a las cuales se presta el oro, que se han triplicado de unas semanas a la fecha. De alguna parte – no se sabe de donde – la Goldman y los demás grandes bancos necesitan hallar más de 800 toneladas de oro al año, para satisfacer la demanda actual. Si no aparecen – el oro no se puede imprimir, como los dólares – el precio tendrá que comenzar a subir, y algunos expertos creen que el alza será explosiva, y se llevará de corbata a los grandes bancos.

El día 19 de agosto, cayó el valor del dólar australiano. Se atribuye a Goldman, el haber precipitado la baja de esa moneda, para incentivar a los mineros de oro australianos, a realizar ventas a futuro de su metal, y contribuir así a mantener el precio bajo.

Los grandes bancos se hallan enfrascados en una lucha a muerte con el oro, pero todo ocurre en medio de un gran secreto. Hasta el día que estalle la bomba del oro, se percatará el público. Ese día, el precio del oro subirá con velocidad y fuerza explosiva, y eso marcará el fin del imperio mundial del dólar, que a fin de cuentas es una moneda más de papel.

Otra razón para que los mexicanos, y demás países de América Latina, comencemos a trabajar para que nuestros gobiernos adopten una moneda de calidad, de valor internacional incuestionable, hecha de una sustancia indevaluable: la plata.