Ahora que México está revalorando su tradición y su pasado indígena, conviene traer a colación un hecho histórico poco conocido que ocurrió allá por la época de la Conquista. Este hecho determinó por casi trescientos años la política monetaria de la Nueva España, y constituye una gran lección para los mexicanos del hoy.
Lo que sucedió fue lo siguiente:
“En 1536, un año después de fundarse la Casa de Moneda, comenzaron a acuñarse las primeras monedas de plata en la Nueva España; se determinó su acuñación en denominaciones de un 1/4 de real, 1/2 real, un real, dos reales y tres reales. Sin embargo, de estas primeras piezas acuñadas en plata, no todas alcanzaron el favor del público. Las de tres reales se confundían fácilmente con las de dos reales, por que se suspendió su acuñación un año después. Las cuartillas tampoco tuvieron gran aceptación debido a que, por su pequeñez, se extraviaban fácilmente y además no eran bien vistas por los indios. Todo ello obligó a que se discontinuara su acuñación.”
“La suspensión del troquelado de las cuartillas de plata agudizó en la Nueva España el problema de la carencia de moneda, ya que la mayor parte de las pequeñas transacciones se hacían en términos menores de medio real. La moneda de cobre hubiera subsanado esa deficiencia, pero no se acuñaba en México. Parece que las primeras monedas de cobre utilizadas con cierta amplitud durante el virreinato fueron las llamadas del tipo de ‘Santo Domingo’; sin embargo, había la circunstancia de que los indígenas detestaban la moneda de cobre, por considerarla un símbolo de pobreza que contrastaba con la abundancia de plata y oro en su territorio, al grado de que preferían utilizar otros medios de cambio.”
“Debido a esta situación, en 1538 el Rey Carlos I prohibió que en las colonias se acuñara cobre. No obstante, y aun teniendo en su contra la opinión del ayuntamiento, el Virrey decretó la acuñación de moneda de cobre. Como era de esperar, los indígenas se rehusaron a aceptar la esta moneda y, a pesar de las estrictas medidas dictadas para hacer forzosa su circulación, no pudo evitarse que la arrojaran al Lago de Texcoco, sin importarles la pérdida que ello representaba.”
“Todavía en 1545, la Audiencia de México afirmaba su convencimiento de que la moneda de cobre debía continuarse fabricando, pero ya en 1550 los miembros del Cabildo estaban acordes en que debía suspenderse su acuñación en vista de la actitud adversa de los indígenas. Oficialmente la moneda de cobre se le retiró de la circulación en 1556. Y no se volvió a intentar acuñar cobre en México sino hasta 1814.”
En pocas palabras, los indígenas se negaron a aceptar una moneda de mala calidad.
Ahí queda la lección.