Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
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Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
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La lección: artículo con música de tango
miércoles, 16 de enero de 2002
Francisco Helguera Ramírez

Desde hace algunos años, en una lucha tenaz, un grupo de personas (no muchas por cierto), nos hemos enfrentado a los esfuerzos que se han hecho por arrastrar a México a la dolarización de su sistema monetario. Las declaraciones hechas por diversos personajes, unas ingenuas, otras perversas, otras llenas de humor involuntario, daban la impresión, por el prestigio de los declarantes y por su aparente sapiencia, de que la caja de conversión, o de plano, la dolarización, nos darían la estabilidad monetaria anhelada.

Funcionarios de las cámaras empresariales, líderes de la industria y el comercio, fueron haciendo su aparición en el foro y soltando su barrabasada. Decía el reportero: ¿qué opina usted sobre la dolarización? Y el entrevistado, don Pomposo Vavas, fabricante de colchones habilitado como funcionario de la Cámara de Industriales de la  Borra, tosía para aclararse la garganta, engolaba la voz, se ponía en pose buscando su mejor perfil y soltaba su sesuda opinión: ¡la solución es dolarizar!

Al día siguiente era noticia: ¡los industriales se inclinan por dolarizar! Otros, nada ingenuos, perversamente repetían sus estribillos: “Estabilidad, solidez”. “La soberanía está pasada de moda”. “El patriotismo es una antigualla”. “El patriotismo estorba”. Y algunos periodistas les hacían eco irresponsablemente.

Hace cuatro años, Argentina era el paradigma, era el conejillo de Indias que mostraban orgullosos los experimentadores. Hoy, Argentina es la lección. Si un país, renunciando a las funciones básicas de su Estado, cede el control de su economía y su moneda y adopta una moneda extranjera, para las más elementales necesidades internas necesita obtener divisas, lo que sólo puede hacer exportando.

Crear riqueza se vuelve imposible. La acumulación de capital se tiene que producir forzosamente exportando. Las divisas están afuera, y el país  dolarizado no las fabrica. Tiene que exportar bienes y servicios, tiene que entregar el control de centros de producción, tiene que soportar saqueo de recursos no renovables. Tiene que ceder posiciones de mando en la industria, la banca y el comercio, hipotecando el futuro de su juventud, al condenarla a una posición secundaria en la sociedad.

A Argentina le hicieron falta dos antiguallas: patriotismo y soberanía. Patriotismo, para anteponer los intereses de la nación a cualquier otra consideración. Soberanía, para tomar sus decisiones sin injerencia del Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones ajenas. Hoy, ante la evidente catástrofe, ¿dónde se habrán metido los promotores de la dolarización? ¿Cómo explicarán los economistas globalizadores el fracaso argentino? ¿Qué teoría tranquilizadora expondrán en su cátedra los amantes del dólar?.

La verdad es que el patriotismo no está pasado de moda; es un compromiso moral, de la más alta jerarquía, con la comunidad y el país en que se vive. Y la soberanía es la facultad del Estado de tomar libremente las decisiones que juzgue necesarias para la mejor conveniencia del país. Y, fundamentalmente, es sentido común porque... ¡no hay imperialismo filantrópico!