Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
ENGLISH ONLY SOLO EN ESPAÑOL

Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
Venta $752.00 Recompra $652.00

El oro: ayer, hoy y mañana
lunes, 28 de enero de 2002
Hugo Salinas Price

Pensemos cómo era la vida económica alrededor del mundo hace cien años –un periodo muy corto de tiempo, en términos históricos.

La primer cosa que viene a mi mente, es cuán difícil era acumular cualquier cantidad de oro. Mi abuelo materno era maestro de escuela y ministro. Yo conjeturo que ganaba unos $600 dólares anuales, y sacó adelante una familia de once con ese sueldo. Dudo mucho que alguna vez hubiese poseído una moneda de oro de $20 dólares, más que en forma pasajera. Una moneda de plata de un cuarto de dólar, era un regalo de cumpleaños apropiado para un hijo.

El oro como dinero estaba dado por sentado, al menos en Estados Unidos. Fue precisamente debido a esta situación social, que George Eliot (nombre de pluma de Mary Ann Evans) escribió “Silas Marner”. Si usted no lo ha leído –yo tuve que leer y comentar este ensayo durante el bachillerato, hace cincuenta años-, trata acerca de un avaro que acumuló oro; el ensayo no era nada favorable hacia él y sus semejantes. Por supuesto, en aquellos días, no había razón para que alguien en su sano juicio acumulara oro, cuando había cosas más útiles que hacer por la sociedad -trabajar y utilizar el oro, en vez de acumularlo. La economía era sólida, el oro simplemente era dinero, y el dinero era para utilizarse, no para considerarse como un fin en sí mismo. Una economía sólida producía una moral sólida –o quizás a la inversa, ¿la moralidad se reflejaba en el dinero?

El oro circulaba en la economía, como debe ser. Los billetes, incuestionablemente redimibles, eran un sustituto completamente aceptable, y en Estados Unidos el oro raramente era visto. La moneda de plata circulaba, porque el oro estaba sobrevaluado con relación a la plata (ver “Usos y abusos de la Ley de Gresham en la historia del dinero”, de Mundell).

Las acumulaciones grandes de oro eran una excepción, porque resultaba antieconómico para los negocios acumular más de lo necesario, y porque las personas tenían mejores formas de proveerse para sus necesidades futuras, a saber, invirtiendo en bonos y depósitos bancarios, los cuales eran pagaderos en dólares redimibles en cualquier caso, y pagaban intereses en aquellos mismos dólares.

El oro se movía muy poco entre los países. Resultaba extremadamente difícil para un país que no tenía oro, obtenerlo. En cuanto un país comenzara a exportar su oro, para pagar su déficit comercial, las tasas de interés en el país comenzarían a elevarse, y las importaciones de productos disminuirían. Cada país intentaba atraer el oro, pero esta misma atracción en todo el mundo, implicaba muy poco movimiento internacional desde los lugares en los que el oro se encontraba.

Las minas de oro constituían, definitivamente, un gran activo, para que un país pudiera obtener reservas de oro y esto permitiera una expansión sana de su sistema financiero, con la consecuente prosperidad verdadera de su gente. A falta de minas, era importante contar con alguna exportación en particular que fuera absolutamente indispensable para otras naciones. La tecnología superior en manufacturas era, por lo tanto, muy importante. Pero siempre, estaba el contrapeso de las tasas de interés en otros países, que respondían a las exportaciones de oro y restringían las exportaciones de manufacturas de los países hambrientos de oro, a sus clientes.

La guerra fue siempre un medio práctico para intentar obtener las imprescindibles reservas de oro. Otro, era crear incertidumbre y miedo entre los habitantes de los estados más débiles, atizando, por medios encubiertos, la hoguera de las luchas partidistas y la revolución, y de esta forma provocar el movimiento del oro hacia refugios más seguros. Desestabilización, lo llamamos hoy en día –nada nuevo bajo el sol.

Así que el oro siempre ha sido muy escaso y altamente apreciado, extremadamente difícil de acumular en cualquier cantidad. No repetiré lo que cientos de escritores han dicho anteriormente, y más elocuentemente, respecto a la barbarie salvaje que ha acompañado a la búsqueda del oro, a través de la historia.

En mi opinión, esta pasión por el oro no será erradicada por ningún Nuevo Orden Internacional. Más bien, si el Nuevo Orden Internacional que se está estableciendo intenta erradicar al oro, se va a topar con una característica arraigada en lo más profundo de la humanidad –algo tan imposible de suprimir como el sexo mismo. El día en que las intenciones de un hombre hacia una mujer no puedan ya apoyarse con un regalo de oro, sólo entonces creeré que el Nuevo Orden Internacional ha triunfado. Estoy seguro que ese día está lejos, muy lejos, de verdad.

Ahora volvamos nuestra atención hacia el presente.

¡El oro está extremadamente barato! Con simples $9,130,000 dólares usted puede comprar ¡una tonelada! Piense en esto: una tonelada de este metal, por el cual los hombres se han esforzado, luchado y muerto para conseguirlo en cantidades de unas cuantas onzas, durante innumerables siglos del pasado. Este es un periodo histórico notable, en verdad. Digo “simples $9,130,000 dólares” porque esta cantidad representa una miseria en términos actuales de riqueza –o lo que se entienda por ésta- en los Estados Unidos y el resto del mundo. Leí un artículo reciente que menciona cómo Mr. Lay, de la quebrada Enron, está poniendo a la venta una de sus casas de campo en Snowmass, Aspen, en $6.5 millones de dólares. Una casita de campo para esquiar y pasar el verano; un montón de piedra y madera en las montañas, una inversión de capricho, y eso es “equivalente” a ¡dos terceras partes de una tonelada de oro puro! ¡Qué era tan extraordinaria, la que estamos viviendo!

Es mi convicción que los sombríos personajes que están detrás de las bambalinas en el mundo, y quienes manejan realmente las cosas, como detalló Benjamín Disraeli en “Coningsby”, tienen un plan que han venido realizando durante las últimas décadas. Ellos son quienes dictan las órdenes a los Bancos Centrales: los propios, y los de otras naciones. Tienen el poder para hacer eso. Hemos estado atestiguando una nueva forma de acumular oro, nunca antes vista en el mundo; acumulación por medio de la decepción masiva, a través de la manipulación de la mentalidad de las masas, lo cual nunca antes fue posible.

Estos personajes no identificados han usado el dólar para acumular riqueza, y han ido tras el oro. Ellos pueden ver muy bien que el actual sistema monetario internacional está condenado. Fue un hecho visible para ellos, desde hace ya tiempo. Si nosotros, los pequeños espectadores, podemos darnos cuenta de que esto está sucediendo, lo más seguro es que no haya escapado a la atención de los más poderosos de este mundo. Nosotros somos individuos aislados, pequeños espectadores que contamos muy poco, y aunque podemos darnos cuenta de la situación, no contamos con los medios para convencer a las masas.

Un nuevo sistema tendrá que llegar cuando el actual sistema termine en desorden y revolución. Y ¡gran sorpresa!: el oro ocupará un lugar predominante. El oro acumulado mientras los Bancos Centrales del mundo eran obligados a venderlo. La propaganda respecto a la “muerte del oro” ha sido efectiva. Ha permitido que los Bancos Centrales vendan sus reservas, dolorosamente adquiridas a lo largo de siglos, a precios bajos, muy bajos, a los personajes que operan en las sombras. En cierto sentido, las últimas décadas han sido una larga venta por bancarrota de parte de los Bancos Centrales del mundo, en la cual los bancos han estado vendiendo sus mejores activos –¡a sus verdaderos dueños!- a precios de remate, por supuesto, porque de otra forma, si el precio estuviera por las nubes, sería poco menos que imposible acumular cualquier cantidad.

Existe un precedente de esta acción sorprendente: Adam Smith creía implícitamente en la integridad del Banco de Amsterdam, la institución bancaria más importante de su tiempo. Sus billetes están sólidamente respaldados por el oro de sus bóvedas, escribió él, y el comité de burgueses honestos que vigilan las reservas, está conformado por los comerciantes más prominentes y confiables de la ciudad; estos hombres mantienen su cargo únicamente durante un tiempo y luego son reemplazados por nuevos auditores. El Banco de Amsterdam, la institución modelo. Bueno, pues Adam Smith ¡fue engañado! Cuando Napoleón entró a la ciudad, y fue directamente al Banco de Amsterdam, encontró sus míticas bodegas -¡vacías!

Cuando la redistribución del oro en el mundo se dé por concluida, entonces nosotros –o nuestros descendientes- veremos lo que sorprenderá a muchos: grandes cantidades de oro, en manos de los nuevos gobernantes. Oro en poder de nuevas instituciones, que responderán a las órdenes de sus amos, los propietarios del oro. Y el oro será de nuevo, extremadamente difícil de conseguir, el metal de reyes y reinas.

Como dicen los franceses: “Plus ca change, plus c’est la meme chose” – “Entre más cambian las cosas, más siguen igual.”

No nos dejemos engañar por los embusteros; consigamos algo de oro, mientras está barato. ¡Participemos en la venta de remate! Podemos estar seguros: los hombres lucharán por conseguir oro, dentro de mil años.