La pesadilla americana: la deuda del gringo

martes, 9 de julio de 2002

Francisco Helguera Ramírez

Durante años, hemos oído hablar del “Sueño Americano”. Los inmigrantes llegaban a los Estados Unidos en busca del “Sueño Americano”. Los habitantes de ese gran país buscaban la felicidad siguiendo el modelo del “Sueño Americano”. Pero me temo, que a partir de ahora vamos a oír hablar de la pesadilla americana. El paradigma consumista de la casa, los dos automóviles, toda clase de electrodomésticos, tarjetas de crédito, seguridad social etc. etc., estaba sustentado por una estructura crediticia en continua expansión, a nivel personal corporativo y gubernamental. Nunca habían sido muy prudentes los norteamericanos, pero a partir 1985, la expansión del crédito ha sido escandalosa. Y su base monetaria se ha expandido en paralelo. Porque vivir del crédito es como andar en bicicleta. No puedes dejar de pedalear porque te caes...

Ahora, la cámara de representantes de los EE.UU. aprobó un nuevo límite para la deuda. Una cifra difícil de comprender cabalmente; muchos billones de dólares.  La cifra de la deuda pública y privada de nuestro vecino, se ha cuadriplicado en los últimos 17 años. Las señales de descomposición en su economía se han ido acelerando.

Parece como si existiera una elite gobernante que, siguiendo un notable plan maestro de largo plazo, ha explotado países subdesarrollados, extraído y utilizado recursos naturales, impuesto políticas, sostenido tiranos, derribado gobiernos, legítimos y de los otros... Ha llevado a sus ciudadanos a guerra tras guerra, a fobia tras fobia, ha ido manejando como justificación para sus actos rencores y mitos, que va renovando en la medida en que se van gastando. "Remember El Álamo"(México),"Remember the Maine"(Guerra de Cuba), "Remember the Lusitania"(primera guerra mundial), "Remember Pearl Harbor"(Segunda guerra Mundial).

Y el último, "Remember the Twin Towers"... Los enemigos de turno se suceden. El temor inducido va cambiando de nombre: “El peligro amarillo”, “Los Boches”, “El Comunismo”, “Los Nazis”, “El Fascismo” (No hicieron mucho énfasis en relación a éste), “El Narcotráfico” y acaban de estrenar “El terrorismo”.

Argumentos para encender los ánimos, para convencer y conducir a sus ciudadanos a la guerra, para justificar presupuestos, para eliminar objeciones a la deuda. Y ésta creció desmesuradamente en el transcurso de los años.

Después de que un barco cargado de inocentes (y algunos explosivos) es hundido por un despiadado submarino, ¿Quién se opone a declararle la guerra al infame país que mata inocentes? Después de que un inofensivo barco de guerra que estaba en gira turística en la bahía de La Habana vuela intempestivamente, ¿Qué objeción puede haber a declararle la guerra a España?. Cuando en un tranquilo domingo los muchachos de la marina norteamericana gozaban de un merecido descanso y aparecen los malditos “monos amarillos” y los bombardean y ametrallan (arteramente, sin previo aviso... ¿eh?), se justifica plenamente la declaración de guerra y el presupuesto correspondiente.

Y a ponerse el traje de malla, la capa flotante y a lanzarse en la heroica  misión de salvar al mundo, al grito de "¡A luchar por la democracia!"

Pero... sucede que ahora, la capa está raída, a las mallas se les corrió un hilo o dos, tienen uno que otro remiendo, la sudadera está descolorida y el pantaloncillo tiene un agujero por el que asoman las vergüenzas... Se le ven los Enron, los Worldcom, los Merrill Lynch, los Arthur Andersen y los Xerox... Y el grito... ¡A luchar por la democracia!, ya no es la voz vigorosa del Súper Héroe de otros tiempos; suena más bien como la voz cascada de un anciano decrépito; no parece que le sea posible volar. ¡Caminar se le dificulta! El modelo del súper-héroe esta muy usado.

¿Y cuales son las cifras que rodean este escenario? Hasta 1970, la deuda acumulada sumaba 3,208 billones de dólares. Eran en esa época 203 millones de ciudadanos. Su responsabilidad individual y colectiva sumadas resultaba de $15,768.00 por cabeza. Niños, mujeres, ancianos, negros y blancos, pecosos y cafecitos, todos.

Para 1984, la deuda se había incrementado a 4,479 billones. Había aumentado un 43% en 14 años. Un promedio anual de 2,5%. Pero en 1985 se inicia una desenfrenada expansión del crédito. Para el año 2001, la deuda acumulada suma 18,542 billones. Un 422.69% de la deuda vigente al principio del período examinado. Y la deuda personal: $66,698 dólares por persona. ¿Qué parte del ingreso se tiene que dedicar al servicio de la deuda? Difícil de decir.

Aún cuando no está previsto pagar, cada dólar en circulación es un pasivo del gobierno. La fantasía de imprimir dinero cuando se desee, de acelerar la economía poniendo en circulación más  billetes, de llevar las finanzas del mundo al nivel de un monstruoso juego de Monopoly, de un tablero de Turista que se recorre comprando al antojo propiedades y conciencias, tiene que acabar y no por otra razón sino porque el modelo está agotado. Aún el que tiene la banca, al final tiene que hacer cuentas y pagar lo que debe. Si puede.

La pesadilla, que hasta ahora habían eludido, es que inevitablemente tienen que pagar la deuda personal, corporativa y pública. El nivel de vida del que disfrutaron por años y años, resultará insostenible. No solo los argentinos habían vivido más allá de sus medios. No solo los mexicanos, brasileños, malasios, japoneses, coreanos etc. se tienen que enfrentar a sus realidades.