Se disparó el precio del oro y con él prácticamente el de todos los metales. Sin duda la principal causa es la debilidad del dólar, lo que pone en duda el devenir del “dolarcentrismo”, corriente que ha venido dominando desde 1971 el sistema de flotación de las monedas. Fue justamente cuando el dólar se desligó del “patrón oro”: una acción unilateral del presidente Richard Nixon, que no encontró mejor manera de paliar la pletórica impresión del papel verde como consecuencia de la guerra en Viatnam.
Puede decirse que desde 1971 el dólar y el oro son enemigos incompatibles: lo que beneficia a uno perjudica al otro. Lo que se evidenció con mayor fuerza en la etapa de gloria de la globalización financiera, durante las dos administraciones del presidente Clinton, cuando el oro se convirtió en un lastre para las políticas monetaristas a ultranza, en medio del brillo irresistible del dólar. Los bancos centrales (en su gran mayoría del G-7) empezaron entonces a desprenderse de los lingotes depositados en sus costosas bóvedas para colmar los mercados.
En esta tendencia, que parecía irreversible a los ojos de los círculos monetaristas cíclopes, ya nada podía detener al dólar, salvo el dólar mismo, pues cerca de 68% de todos los intercambios financieros y comerciales se realizan con esta divisa. Su más cercano perseguidor, el euro, a duras penas consigue 12% de los intercambios globales.
Resurrección del oro
El descomunal déficit de la cuenta corriente de EU –en estos días alcanzó niveles récord- puede acumular a finales de año unos 500 mil millones de dólares, lo que absorbe alrededor de dos mil millones de dólares al día de la periferia (en realidad, EU absorbe 76% del superávit del planeta), aunado al escándalo de la gasera texana Enron, lo que ha mermado la credibilidad en el sistema financiero-contable de Wall Street, han orillado a que los inversionistas busquen refugio en la onza de oro, que ha alcanzado 321 dólares (la plata se encuentra en 4.88 dólares la onza). El oro se ha incrementado alrededor de 20% y en México el centenario ha tenido un mayor auge con una elevación adicional del de 10%.
Ya que hablamos de México, llama la atención que en sendos artículos de El Financiero, nada menos que el panista “dieguista” Fauzi Hamdan (y ex colaborador del controvertido yucateco-tabasqueño Carlos de Manuel Jesús Cabal Peniche), quien firma como “Presidente de la Comisión de Hacienda del Senado de la República” –es decir, en calidad oficial y no personal- haya realizado la apología del oro y la plata como “patrón del peso mexicano”. Sin importar las abundantes imprecisiones que hayan tenido sus artículos, no deja de llamar la atención que los círculos panistas que negociaron el Fobaproa ahora empujen al oro y a la plata como “patrones” del peso mexicano, en lugar de la “dolarización” que llegó a acariciar, con los círculos monetaristas radicales, el presidente Vicente Fox. ¿Los circuitos ortodoxos del PAN saben algo que desconocemos los demás? ¿Se adelantan al derrumbe del dólar que al parecer ya inició su caída inevitable?
Pues no nadan tan erráticos como en el caso Fobaproa, donde mostraron el “cobre”, y ahora les toca lucir el lado más luminoso del oro y la plata.
También en México alguien que ha vaticinado (hasta ahora acertadamente) el derrumbe del “dolarcentrismo” y el ascenso irresistible del oro y la plata ha sido don Hugo Salinas P., quien ha hecho del patrón bimetálico del oro y la plata (como imperaba en el siglo XIX en el mundo occidental) una cruzada personal y que, sin duda, puede beneficiar sustancialmente a México, el primer productor de plata en el mundo (por delante de la India).
La vulnerabilidad del dólar
Más allá de la lucha de las divisas que se ha fraguado a nivel universal (descenso del dólar y ascenso colectivo del euro, el yen, el dólar canadiense, el franco suizo y hasta el yuan chino, con sus respectivas zonas de influencia), ha sido por demás sobresaliente que en la plaza Londres, el centro de la globalización financiera, se filtre más que en el seno de EU la vulnerabilidad del otrora inexpugnable dólar.
Así las cosas, un súper peso pesado de la talla del lord William Rees-Mogg en un artículo en The Times londinense (“Los días dorados detrás de nosotros, mientras el dólar declina” 17/06/02) sentencia fulminante que “la declinación del dólar es el movimiento global más importante de la década”. Pero antes de llegar a tal conclusión perentoria, Rees-Mogg, quizá el portavoz más importante del establishment británico, enfatiza que mientras “los gobiernos mienten, los auditores mienten, solamente el oro dice la verdad”.
Rees-Mogg cuenta una de sus experiencias a la mitad de la década de 1960, cuando se encontró en Nueva York con un viejo banquero judío muy experimentado, quien lo aleccionó sobre las memorias de 1923 en Alemania (de hiperinflación): las monedas acaban por realinearse al oro. Desde 1960 el realineamiento sucedió por alrededor de veinte años para luego declinar otros veinte y ahora recomenzar de nuevo su despegue que parece irrefrenable. El aristócrata británico lord Rees-Mogg reseña el libro The golden constant (La constante dorada) de Roy Jastram, que confirma magisterialmente el realineamiento de las monedas hiperinfladas con el real valor del oro.
¿Se recuperará el billete verde?
En estos momentos se han suscitado fuertes compras de oro en Japón, pero también en el circuito étnico chino (China, Taiwán, Hong Kong y Singapur), así como en India, Pakistán y las petromonarquías árabes. Cualquiera que haya viajado al noreste asiático (el tercer bloque comercial más sobresaliente del planeta compuesto por Japón, China y Sudcorea) se habrá percatado de la pasión que existe por atesorar oro, una práctica milenaria.
Ahora bien, ¿qué tan sostenida será esta tendencia, como advierten precavidamente los escépticos asépticos? Todo dependerá del desempeño del dólar. Como dicen los economistas de EU: “un aterrizaje suave” y el dólar saldrá fortalecido al recuperar el primer sitial exportador global (ahora EU es el “importador de última instancia”) por medio de una devaluación gradual durante dos años.
Ponderado en términos comerciales, el dólar se encuentra sobrevaluado alrededor de 40%. Naturalmente que una caída abrupta, un “aterrizaje duro”, es susceptible de provocar trémulos dramáticos en la economía global.
Los círculos “pesimistas” (¿qué tal si resultan ser “realistas”?) van más lejos y advierten que nos encontramos quizá ante el derrumbe del sistema “dolarcéntrico”, lo cual hará inevitable el advenimiento de un nuevo orden financiero internacional, algo así como un “Nuevo Breton Woods” (cuando en 1944 los vencedores de la Segunda Guerra Mundial adoptaron, en los bosques de Nueva Jersey, el “patrón-oro” y el acoplamiento del dólar a su cotización), donde el oro (y la plata, por ende) jugaría un rol primordial como “estabilizador” de la hiperinflación monetaria que provocaron el auge y la caída de la “nueva economía” basada en las telecomunicaciones.
¿Hacia un nuevo orden financiero?
En una ocasión el presidente 41 de EU, Daddy Bush, padre del presidente 43, Baby Bush, durante la guerra contra Irak, había sondeado la posibilidad de conformar una canasta estabilizadora como patrón del nuevo orden monetario internacional compuesta por el oro, el petróleo (ahora el gas) y el trigo. Años más tarde y en el mismo tenor los socialistas ortodoxos alemanes, encabezados por Lafontaine, quien luego fue expulsado del gobierno y de su propio partido como consecuencia de las intrigas monetaristas de los círculos anglosajones, se atrevió a proponer una canasta monetaria tripolar del dólar, el euro y el yen, lo cual era más que un anatema para los libre-cambistas centralbanquistas. Pero el desplome del índice tecnológico Nasdaq ha sido de tal magnitud (más de 77% desde su pico de marzo de 2000), con una pérdida de seis millones de millones que la propuesta del alemán exorcizado Lafontaine hasta parece benignamente inocua a estas alturas que requieren de “patrones estabilizadores” más “físicos” y tangibles, válgase la redundancia, como son el oro y la plata.
¿Nos encontramos en vísperas de un nuevo orden financiero internacional donde el oro recuperaría su brillo monetario de antaño? Paradójica y curiosamente, aunque suene a perogrullada: el futuro del oro se encuentra en el devenir del dólar.