Ha llegado a mis manos, un interesante documento histórico. Se trata de un volante distribuido en noviembre de 1841 por el gobernador del Departamento de México, el C. Luis Gonzaga Vieyra, por medio del cual se informa al público, del decreto del entonces presidente provisional de la república, Antonio López de Santa Anna, referente a la acuñación de una nueva moneda de cobre.
En el preámbulo a su decreto se exponen las razones que lo hacen necesario. (Nuestros comentarios los intercalaremos en lo que sigue).
“Considerando que algunas medidas de las administraciones anteriores dieron ocasión de que circulase una cantidad enorme de moneda de cobre, á que (i.e., debido a que) falsificada esta, se alterase su valor en el mercado, estableciendo una fluctuación perniciosísima al comercio y al público en todas las transacciones mercantiles, á que (debido a que) no representando la moneda un valor fijo y positivo, no lo han tenido los artículos de comercio aun los más necesarios para la vida:”
HSP.- Aquí tenemos la descripción exacta de una inflación monetaria, cuyos efectos conocemos de sobra, y que en esos tiempos fue causada, evidentemente, por la falsificación de la moneda de cobre. Ayer como hoy, la inflación del circulante priva a la moneda de un valor fijo y positivo, y esto se refleja en el alza de los precios de mercancías.
“Que males tan graves no pueden evitarse, mientras que circule una moneda con valor imaginario, muy distante del intrínseco del metal de que está formada, y cuyo tipo se ha reducido a nulidad por las erradas disposiciones de las leyes del 17 de Enero y 8 de Marzo de 1837:”
HSP.- Al general Antonio López de Santa Anna se le responsabiliza como causante de calamidades para la nación mexicana. Sin embargo, sus palabras demuestran que tenía clara comprensión de los males ocasionados por mala moneda - de valor imaginario sin valor intrínseco - que describe precisamente la calamidad que vive México, y el resto del mundo también.
“Que cuantas medidas precautorias y represivas se han dictado por el Gobierno para evitar la falsificación de dicha moneda, han sido burladas por el interés de monederos falsos y por las facilidades que prestaban las leyes citadas para tan criminales abusos:”
HSP.- Al respecto, podemos comentar que hoy en día, aquí y en todo el mundo, la falsificación de moneda (o su equivalente) se ha instituido oficialmente, y todos los sistemas bancarios mundiales participan en esta labor antisocial.
“Que es general el clamor de todos los habitantes de la República para que se diese una medida pronta, enérgica y decisiva que detenga los progresos de esta calamidad nacional, aunque para conseguirla, algunas fortunas particulares padecieran algún detrimento:”
HSP.- Perfectamente califica Santa Anna a la inflación como una calamidad nacional. El problema en nuestros días, es que esta calamidad nacional ha sido adoptada y legalmente instituida, y que salir de ella nos haría a todos, “padecer algún detrimento”, porque sus efectos perniciosos alcanzan hasta el más remoto rincón de la vida nacional.
“Que es preferible en mis principios cualquiera providencia que salve el derecho sagrado de propiedad, respetando el valor que por una ley se dio a la moneda de cobre circulante, aunque haya servido a la más escandalosa falsificación;”
HSP.- Claramente reconocía el general Santa Anna, que la inflación es un atentado al derecho de propiedad, porque da lugar al despojo de la población a través de la disminución del poder adquisitivo de la moneda. Para el general Santa Anna, era cuestión de principios acabar con este despojo por “cualquier providencia”,o sea, a toda costa. Para nuestra desgracia, los gobernantes ya no apelan a principios, en absoluto. ¿Esto, es progreso?
“Y por último, que los pueblos han depositado en mí, como Jefe de la Nación, una confianza sin límites para que obre fuera de los recursos de la Magistratura en casos extraordinarios, para salvar a la República en los grandes peligros, como lo es el de que se altere la tranquilidad y reposo según lo han representado en la crisis presente las autoridades, la prensa libre y todos los órganos conocidos de la opinión: en uso de las facultades que me conceden las bases adoptadas en Tacubaya, y juradas por los Representantes de los Departamentos, he venido en decretar:”
HSP.- La inflación monetaria altera la tranquilidad y el reposo, lo cual constituye un gran peligro. ¡De sobra lo sabemos! México y el mundo entero viven en la intranquilidad y en la agitación frenética que tienen su origen en la mala moneda que se nos impone, no por obra de monederos falsos, como en esos tiempos, sino por sistemas monetarios y financieros instituidos por Ley. ¡Cómo quisiéramos ver a nuestro Presidente Fox, mostrar temple semejante al del general Antonio López de Santa Anna, y librarnos de esta calamidad que padecemos, la moneda de valor imaginario, carente de valor intrínseco!
El decreto prosigue con información respecto a cómo se introducirá la nueva moneda de cobre. De los artículos que a esto se refieren, vale la pena reproducir el Artículo 5º:
“Se recibirá también todo el cobre en planchas con que se quiera auxiliar al Gobierno para que su importe sea satisfecho a precio corriente con la misma moneda que va a emitirse, o por otros medios que se estipulen con el Gobierno.”
HSP.- Aquí se ofrece la “libre acuñación del cobre”, o sea, que quien entrega cobre en plancha, recibirá a cambio el mismo cobre acuñado. Esta es precisamente, la medida que hemos estado sugiriendo que se tome con nuestra plata: la plata entregada en lingote, será devuelta a su dueño en forma de moneda acuñada. (Pero, nótese bien, dicha moneda no llevará valor nominal).
En 1841, el cobre era suficientemente valioso como para acuñarse en monedas que tendrían un valor nominal cercano, si no idéntico, al valor intrínseco del cobre de que estaban hechas. Hoy no podría acuñarse moneda de cobre con valor intrínseco, porque debido a la gran industrialización de la minería, el cobre vale sólo $15 pesos el kilo. Una moneda de un peso, hoy en día, tendría que pesar 67 gramos – imposiblemente pesada.
La plata, a pesar de su desmonetización a fines del Siglo XIX y a pesar de la alta producción anual de las minas de plata, sigue siendo suficientemente valiosa como para constituir la materia de una moneda con valor intrínseco.
¿Cómo y cuándo nos libraremos de moneda de valor imaginario? No lo sabemos. Sólo sabemos que mientras sigamos con esa maldición, viviremos sin tranquilidad y reposo.
Moneda de cobre, un octavo de real, 1841.
(Tamaño real: 28.5 mm)