Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
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Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
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El gobernante benévolo
viernes, 18 de octubre de 2002
Hugo Salinas Price

Meng-Tse fue un filósofo chino que vivió en el Siglo IV (A.C.) Su maestro fue un nieto de Confucio.

Meng-Tse creía en la bondad fundamental del ser humano. Dio como ejemplo de esa bondad potencial, el caso de un infante que gatea hacia un pozo profundo. “No hay un ser humano,” decía Meng-Tse, “que viendo eso no se apresure a recoger a esa criatura y alejarla del peligro de caer en el pozo. Esto demuestra la bondad natural del ser humano.”

Meng-Tse subrayaba la importancia de fomentar la benevolencia entre los seres humanos. “Imaginemos una montaña cubierta con un hermoso bosque. En el bosque viven toda clase de animales. Corren por sus laderas cristalinos arroyos. Para los habitantes del pueblo al pie de la montaña, es un deleite tomar un paseo por ella. Si los habitantes comienzan a talar los árboles y siguen con la deforestación, quedará una montaña áspera, rocosa y denudada; la montaña deforestada es la imagen de una sociedad donde está ausente la benevolencia.”

Meng-Tse también dijo: “El gobernante benévolo, está seguro en su puesto; nadie podrá derrocarlo, porque cuenta con el afecto de su pueblo.”

El proyecto de la introducción paulatina de la plata a la circulación en nuestro país, es un proyecto que pone a prueba la benevolencia de nuestros gobernantes.

Cuando los gobernados disfrutan de una moneda de plata, tienen la tranquilidad y el reposo que garantiza la posesión de moneda de valor perdurable. Cada quien tiene su futuro en sus manos, con la calidad indevaluable de la plata: su centro de gravedad psicológico, se halla en sí mismo; ni el particular, ni el país, están enajenados de su centro de gravedad.

La moneda de plata es una realidad, no una abstracción como el papel dinero (fiduciario) irredimible en metálico. La enfermedad mental es la incapacidad mental de relacionarse con la realidad. Cuando la moneda que usa una nación no es más que una abstracción, el malestar psíquico cunde, la población pierde su orientación, el desorden cunde en todos los aspectos de la vida. En una palabra: la sociedad cae en la enajenación.

Las ideas que hoy ilusionan a la humanidad, carecen de benevolencia. Rechazan la moneda real de plata o de oro, porque éstas implican benevolencia de parte de los gobernantes, y las ideas de hoy no son benévolas, son malévolas: a los gobernados no hay que ofrecerles “tranquilidad y reposo”, sino engaño y despojo. La actitud que impera hoy entre los gobernantes y los intelectuales que los apoyan, es que hay que administrar a los gobernados, para mejorarlos. No se nos acepta tal y como somos, sino que se desea que seamos distintos, que entremos en un molde que ellos, los gobernantes, consideran mejor.

Mis lectores todos han de conocer casos de divorcio, cada vez más numerosos. ¿En qué originan tantos divorcios? En que los casados no se quieren aceptar el uno al otro, tal y como son; cada uno quiere que el otro sea distinto y mejor de lo que es. Falta la benevolencia, la tolerancia, el perdón.

Las Constituciones de las naciones no expresan en forma explícita, este deseo de mejorar a los gobernados, pero mundialmente, ese es el sentimiento subyacente y es malévolo.

Un ejemplo de benevolencia: un gran rey de Tailandia, que fue amado entrañablemente por su pueblo y cuyo recuerdo sigue vivo entre los tailandeses, fundó la ciudad de Bangkok. Su primer decreto fue: “Decreto primero: que todos los habitantes de Tailandia sean felices y segundo: que en Tailandia no se usará otra moneda que no sea el oro.” ¡Qué sencilla es la grandeza! (Tailandia es el único país del sureste de Asia, que no pudo ser colonizado por europeos.)

Contrastemos con la experiencia del país vecino de Tailandia, Camboya, donde llegaron al poder los comunistas; su jefe, poseído por la idea de cambiar todo de raíz, aplicó un programa de “retorno al punto cero”, o sea, la destrucción de absolutamente todo lo referente a la historia, cultura, economía e ideas de los camboyanos, para que sobre la “tabula rasa” se iniciara el comunismo puro. Las matanzas monstruosas de Pol Pot todos las conocen; pero quizás no todos reconozcan que el que las cometió, perseguía el fin de mejorar a los camboyanos.

Para que se introduzca la plata a la circulación, paulatinamente, se requiere antes que nada de la benevolencia de nuestros gobernantes. Es necesario amar a México; no querer hacer de los mexicanos lo que no somos y reducirnos a nivel de animales de engorda, simples unidades sujetas a la administración pública, a la fiscalización total, al endeudamiento masivo, a la “globalización”, a la moneda de chatarra.  Para nuestra desgracia, por gobernar, hoy en día, se entiende todo menos amar a México. Resultado: divorcio entre gobierno y gobernados, cada vez mayor.

Citamos al historiador Jacob Burckhardt: “Es bueno percatarse del poder irresistible con que el  mal se extiende por el mundo en ciertas épocas.” (“Force and Freedom”)