La globalización de la economía mundial que hemos estado viviendo en las décadas recientes, no es un proceso sano e inevitable, producto de fuerzas de oferta y demanda en un mundo liberalizado, que impone cambios dolorosos pero benéficos para las economías del mundo, en provecho de la humanidad.
La globalización es todo lo contrario. Es un proceso viciado y destructivo, que afecta adversamente a economías nacionales en todo el mundo. No tiene nada de natural, sino que se basa en ilusión y mentira. La globalización no está produciendo un mundo más armónico y más productivo, sino un mundo de distorciones y malas inversiones al lado de la eliminación de producción local en todas partes.
La globalización de hoy no es una virtud, es un vicio.
Popularmente se conceptua a la globalización como la unificación productiva de la humanidad, de tal forma que quien produce más eficientemente, predomina en los mercados del mundo y los beneficia con precios más baratos. El libre comercio, se piensa, es el camino de la prosperidad mundial, inevitablemente y los globalifóbicos son gente retrógrada que se opone al progreso.
Tendrían razón los que aceptan como inevitable y benéfica la globalización, si en el mundo existieran las condiciones que imperaron en el Siglo XIX, o aún a principios del Siglo XX. Lamentablemente, la globalización de hoy ocurre en circunstancias totalmente distintas a aquellas condiciones.
Lo que hoy está sucediendo, es que los Estados Unidos, gozando del privilegio de que su moneda es la moneda de reserva mundial, es decir, que su moneda es la moneda universal, están abusando flagrantemente de ese privilegio, para inundar al mundo de dólares que no son más que dígitos que pueden generar sin costo sus computadoras. A cambio de estos dólares sin valor propio alguno – son una especie de vale irredimible – compran todo lo que se les antoja en el mundo, sin límite alguno. Su déficit comercial excede de ¡$500,000 millones de dólares al año!
Los barcos cargueros llegan a los puertos de E.U. repletos de mercancías, y muchos de ellos regresan a sus países de origen vacíos, porque E.U. ya no puede vender productos suficientes, para igualar las importaciones.
Estados Unidos está viviendo una orgía de consumo ilimitado, gracias a que su moneda – simple número sin sustancia – es aceptada en todo el mundo.
La consecuencia de que los dólares se vayan a todo el mundo en busca de los productos más baratos, es que la industria manufacturera americana ha sido desahuciada. Las industrias americanas se han ido junto con los dólares, a ubicarse en los paises que le venden más barato. El desempleo en E.U. excede de 10% de la fuerza laboral, cifra que ocultan las estadísticas oficiales, porque dejan de contar a todos aquellos que ya no buscan empleo, porque ha sido inútil su búsqueda.
La realidad ha alcanzado a los americanos. No se puede abusar de un privilegio impunemente. Las consecuencias llegan, tarde que temprano. Ese privilegio, fue el que consiguieron los Estados Unidos, en 1944, de que su dólar sería moneda de reserva, al lado del oro. En 1971, Nixon desechó el oro, y quedó el dólar, moneda irredimible, simple dígito, como moneda mundial.
La globalización de hoy, es producto de la decisión de Nixon, de abandonar el oro. La globalización de hoy, está viciada porque se basa en el dólar, que puede crearse sin límite.
La globalización de ayer, requería que todas las naciones se limitaran a importar bienes hasta el monto de sus exportaciones. Si las importaciones excedían las exportaciones, había que saldar la diferencia en oro. Si las exportaciones excedían a las importaciones, se cobraba en saldo en oro.
La “chinificación” daña a China misma y al resto del mundo también.
China amenaza con convertirse en el único fabricante en el mundo, de todo y para todos, precisamente porque no exige pago en oro, por el saldo favorable a China en la balanza comercial. Basta con enviarle dólares, para “pagar” el saldo.
La situación es absurda. China fabricará todo cuanto el mundo desee comprar – nadie podrá igualar los costos de mano de obra China. (Por ejemplo: en una fábrica de raquetas de tenis los trabajadores del turno nocturno trabajan a tientas, en oscuridad total, para ahorrar luz.) Todas las fábricas del mundo están amenzadas con cierre, por competencia China. En E.U., otrora potencia manufacturera, las fábricas despiden trabajadores o cierran. La enorme Kodak, cierra hasta su planta de Guadalajara. Deja de producir película inclusive en México e intenta incursionar en la fabricación de cámaras dígitales, que ya se venden con escasísimos márgenes de utilidad. Despide 15,000 obreros esta empresa, que fue un pilar de solidez y técnica. (En mi opinión, Kodak tiene los días de su existencia contados.)
Si el mundo sigue así, China absorberá la mayor parte de la actividad productiva del planeta. A cambio, parece estar dispuesta a recibir en pago, dólares y más dólares, simples dígitos.
Los dólares no son riqueza
Los dólares son medio de adquirir riqueza, pero no son riqueza en sí, ni recibirlos es efectivamente, cobrar. Pero, no importa. Los Chinos no parecen pensar en eso. Les place recibir dólares y más dólares y almacenarlos - ¿para qué?
Mientras tanto, China produce bienes para el resto del mundo, pero sigue en la miseria la mayoría de su gente, porque a cambio de sus exportaciones, no están llegando importaciones de bienes, que son las cosas que levantan a un pueblo de la pobreza. La prueba que no llegan importaciones en volumen comparable con las exportaciones, es que siguen acumulando dólares en sus reservas en forma masiva.
La tendencia irracional es, por un lado, que los americanos se regocijen con las riquezas importadas de todo el mundo, mientras cierran sus fábricas y su gente queda sin empleo; y por otro, que los chinos amasen reservas inauditas de dólares mientras su gente sigue en la pobreza, porque todas esas reservas representan bienes que no han recibido en pago de sus exportaciones.
¿Cómo era antes?
Cuando las cuentas internacionales se saldaban en oro, como sucedía en el Siglo XIX y principios del Siglo XX, no podía suceder esto. Ni sucedería hoy, si aún se saldaran las cuentas internacionales con el detestado oro.
Bajo el sistema anterior, por ejemplo, si China ofreciera vender regalado, llegaría un momento en que tendrían que dejar de comprarle los Estados Unidos, porque después de uno o dos meses de compras excesivas a China, los Estados Unidos sentirían una escasez de oro causada por el flujo de oro a China, que obligaría a una alza de intereses dentro de E.U., lo cual frenaría las importaciones, hasta reestablecer un equilibrio en el comercio.
Si China, por ejemplo, intentara por medio de subsidios a su industria doméstica, inundar un mercado extranjero con mercancía barata, para destruir la manufactura local, se aplicaban tarifas de importación. La tarifa de importación es un obstáculo al libre comercio, pero el subsidio a la exportación es también un obstáculo. El ideal del Siglo XIX era eliminar estos obstáculos, y era un buen ideal. La mayor parte del comercio internacional, estaba armonizado e integrado por medio del sistema de auto-regulación que proveía el sistema monetario de liquidación de saldos internacionales, en oro.
“En el pecado llevarás la penitencia”.
Se ha abolido el oro en el comercio internacional. No hay otro límite a las importaciones mundiales de productos que vienen de Oriente, que la posesión de dólares o de euros. De los primeros, los americanos tienen abundancia ilimitada, puesto que ellos los fabrican. (La Unión Europea quisiera compartir este privilegio de comprar sin pagar, y por eso creó el Euro. Le encantaría que el resto del mundo acumulara sus Euros.)
Mexico tiene grandes reservas de dólares. Nos estamos contagiando del mal americano. El cierre de Kodak en Guadalajara es un ejemplo del proceso.
El mismo proceso que ha disuelto las entrañas productivas de los Estados Unidos, está funcionando aquí, en México.
En un principio, las industrias americanas se mudaron a México. Pero, ya no es así. Ahora, se remudan a China, porque allá se produce más barato.
Tenemos amplias reservas de dólares, por lo tanto también nosotros podemos importar de China, de Hong Kong, de Korea, de Singapur - de donde sea más barato. Y también nuestras industrias se asfixian.
Tenemos abundantes dólares, porque exportamos petróleo. Simplificando hasta la exageración para ilustrar la realidad, exportamos petróleo, recurso no-renovable, a cambio de dólares que no son más que papeles. Exportamos esos dólares, para importar bienes baratos de Oriente, que al venderse baratos en nuestro mercado, debilitan la capacidad de sustento de nuestra planta productiva. ¿Qué será de nosotros cuando se agote el petróleo?
Hace falta un regulador autómatico del comercio internacional.
Volvemos a insistir: el oro – ese “metal de barbaros”, según J.M Keynes – era el gran regulador del comercio internacional. Protegía a las industrias locales, porque no se podía importar sin límites, por muy barato que se ofrecieran las importaciones, por el simple hecho que había que pagar el saldo entre importaciones y exportaciones en oro, y la cantidad de oro de que se disponía era limitada y se cuidaba celosamente.
Ahí está la diferencia entre la globalización benéfica del Siglo XIX, la era del auge del comercio internacional, y nuestra era. La globalización de hoy está causando enormes daños, y mientras los paises que reciban pago en dólares (o en euros, que para el caso es lo mismo) estén satisfechos con recibir estos papeles irredimibles, pagarés que no prometen pago alguno y vales que no valen, el comercio internacional seguirá carcomiendo la producción local en los paises que tienen dólares o euros para gastar.
La economía mundial no puede seguir por este camino indefinidamente. Forzosamente llegará el momento en que todos, hasta los chinos, se percaten que no tiene caso acumular dólares que en realidad no necesitan. Si optan por recibir euros, seguirá el mismo proceso: acumular reservas que no se necesitan, y cuyo destino no puede ser otro que perder valor inexorablemente.
¿Quién la va a poner el cascabel al gato?
¿Acaso la Unión Europea, va declarar un día de éstos, que ya no acumulará más dólares, y que los que les lleguen, se venderán ipso facto por oro, la única alternativa? Hasta ahora no han querido hacerlo, conscientes de que si dejan de acumular dólares, tendrán que reducir drásticamente sus ventas a E.U., y los costos políticos del desempleo que esto significa espantan a la Unión Europea.
De cualquier forma, se aproxima un colapso de deuda dentro de los Estados Unidos, porque la excesiva creación de dólares de los últimos años se ha hecho con la creación desbocada de deuda, por parte de los consumidores que están muy endeudados, por el sector corporativo y por la burbuja de construcción de casas financiadas casi enteramente con deuda (sin enganche). Los fiadores que han creado esta burbuja en la construcción de casas, son paraestatales que compran hipotecas, ya tienen pasivos que sobrepasan el monto de la deuda federal americana. No pasemos por alto el déficit fiscal en el mejor estilo echeverrista.
Con el colapso de deuda en E.U. – bancarrotas al por mayor – se contraerá la capacidad de compra. Antaño el pago internacional con oro, mantenía sano el comercio internacional. Todo tiene un límite, y si el oro en pago de saldos internacionales no es hoy la limitante, lo será la bancarrota y el desempleo mundial.
La bancarrota de compañías y particulares en E.U. significa mayor desempleo por los despidos de compañías quebradas, y el mayor desempleo significa menores ventas, porque gente sin chamba no puede comprar, porque no tiene con qué. Menores ventas significa más quiebras, más desempleo – etc.
Lo que probablemente veremos muy pronto, es un drástico movimiento hacia el proteccionismo en E.U.: tarifas de importación para proteger a la industria local. El sector obrero en E.U. no está contento; le espanta el espectro de la competencia china. El proteccionismo vendrá y pronto.
El proteccionismo ataca a un síntoma, no al mal fundamental. Causará muchos problemas internos a E.U. Externamente, propiciará la caída del dólar y amenzará su status de moneda de reserva mundial. Para la pulmonía no sirven las aspirinas. Pero, proteccionismo es algo que el pueblo entiende. Asuntos monetarios internacionales, no los entiende ni le interesan.
¡Urge! ¡Urge! ¡Urge!
Con o sin un nuevo sistema monetario internacional, las cosas van a cambiar. Cambiarán en forma ordenada y con el menor dolor posible, si los cambios vienen a raíz de una nueva conferencia internacional que se aboque a edificar un nuevo sistema monetario internacional. Si no es así, el sistema monetario internacional sufrirá de un cambio drástico, desordenado y sin previo anuncio, como el que sufrió la ciudad de México en el terremoto del ’85.
Los “expertos” debidamente acreditados del mundo, forman parte de un club muy exclusivo y evitan a toda costa poner en peligro sus relaciones dentro de los altos círculos financieros y los medios gubernamentales y supranacionales como la FED, el FMI, el BIS, el BID y otras organizaciones burocráticas. En esos círculos es de mal gusto hablar de lo que realmente se tiene que hacer. Quizás porque lo que se tiene que hacer es tan sencillo:
El oro tiene que volver a ser el medio de pago internacional. Los déficits en la balanza de pagos, tienen que pagarse en oro. Los superavits se cobran en oro.