En el mundo de la globalización se intercambian bienes y servicios, usándose para ello, varios medios de cambio: en lo interno y nacional, pesos, soles, bolívares, etc. y en lo internacional, dólares, euros, yenes y libras esterlinas principalmente. Dentro de las naciones, se usan esos medios de cambio también como vehículo para ahorros; en contratos de crédito aparecen diversos medios de cambio, dependiendo si son para uso nacional o para uso internacional. El medio de cambio más usado es aún, el dólar.
Sin embargo, un medio de cambio que se acepta libremente como tal por quienes intercambian bienes y servicios, o por quienes lo ahorran, o por quienes establecen contratos denominados en ese medio de cambio, no por eso es dinero.
El dinero tiene que funcionar necesariamente y sine qua non, no sólo como medio de cambio, sino además como medio de pago.
A estas fechas, 28 de febrero de 2007, no existe en el mundo un medio de pago. En términos económicos, pago es la entrega de algo a cambio de algo.
En el mundo de hoy, decimos que pagamos, cuando en realidad no hemos hecho entrega de algo. Sin la entrega de algo, no hay pago. Decimos que hemos pagado, pero este término de “pagar” es simplemente un término legal que hemos heredado de otras épocas en que efectivamente, sí se hacían pagos y estos gobernaban todas las actividades económicas.
El dinero, lo que es verdadero dinero, tiene que ser definible. Ningún supuesto “dinero” del mundo de hoy es definible; así lo aseveró nada menos que Alan Greenspan, el Papa de los Banqueros Centrales del mundo. Lo que no es definible no puede tener existencia física; si el dinero no tiene existencia física, es imaginario. Lo que llamamos dinero hoy en día, es tan diferente del verdadero dinero como lo es la idea de un trozo de pan, de un pan que tenemos en la mano.
Un verdadero pago tiene que hacerse por la entrega de dinero tangible, oro o plata, o de un título de crédito que sin lugar a dudas otorga a su dueño el derecho a exigir la entrega inmediata de una cantidad de oro o de plata.
La humanidad no está consciente del hecho, estupendamente importante, que vive en un mundo en el que no existe dinero verdadero. Esta inconsciencia es quizás la característica más singular de nuestro mundo contemporáneo. Sobre ella, los historiadores – si es que el mundo sobrevive este episodio bizarro y llega a producir historiadores en algún siglo venidero – se quedarán atónitos y se preguntarán “¿Cómo fue posible que miles de millones de seres humanos se pudieran haber engañado ellos mismos y conducirse como si la ficción que usaban como dinero, fuese realmente dinero?”
En 1997 comencé a buscar datos acerca de los totales de “reservas”, sin contar el oro, que poseían los Bancos Centrales del mundo. En otras palabras, los montos de dinero imaginario que poseían – dinero que conocemos como “dinero de papel”. En 1997, esas reservas sumaban $1.3 millones de millones de dólares. No eran exclusivamente dólares, pero sí lo eran, la mayor parte de las reservas.
En 1997 no se prestaba mucha atención al dato de “reservas”. Pero con el tiempo ha cobrado mayor interés el dato, lo cual no es sorprendente, ya que las “reservas” están aumentando de tal forma que están inundando a los Bancos Centrales. El flujo de “reservas” adicionales es una verdadera catarata.
En enero de 2007, las “reservas” de Bancos Centrales eran de casi $5 millones de millones de dólares, un aumento de 385% en diez años. El último incremento de $1 millón de millones tardó sólo ¡cinco meses! de agosto de 2006 a enero de 2007. (Según “Bloomberg”)
Cuando, antes de 1971, las reservas de Bancos Centrales consistían en oro principalmente, más un componente mínimo de monedas extranjeras (redimibles en oro), los montos de reservas no podían crecer más que muy lentamente. El comercio internacional era estable. Las importaciones no podían afectar a las economías de los países importadores tanto como lo hacen hoy, con la “globalización”. Por lo tanto, las actividades productivas locales eran estables. Había generación de empleos por la reinversión en actividades productivas.
La situación actual es caótica, porque la creación de reservas del “dinero” ficticio, imaginario, origina en el Dólar de la economía desbocada de EU, y en otras economías que producen “dinero” ficticio como el Euro de la Unión Europea, o el Yen de Japón, o la Libra del Reino Unido, monedas que otros países usan como “reservas”.
Como el “dinero” es imaginario, ficticio, las importaciones ya no tienen límite, pues nada cuesta “pagar” cuando el “dinero” es imaginario. Así, la “globalización” basada en la creación ilimitada de dinero ficticio, es una globalización falsa, no sustentada en realidades económicas.
Los Bancos Centrales más importantes ya se preocupan de los montos enormes de “reservas” que están acumulando. Los Banqueros Centrales son burócratas, pero ya se las huelen que estos números tan grandes son motivo de preocupación. Intuyen que no todo marcha bien, pero no saben qué hacer al respecto. El hecho es que los han timado. Sus “reservas” son simplemente numéricas y carecen de contenido. Son imaginarias y tan inútiles como castillos en el aire, a menos que puedan deshacerse de ellas pasándolas a algún incauto vendedor de bienes tangibles.
Por esta razón, China ahora recorre el mundo – África en especial – en busca de oportunidades para comprar materias primas (una delegación china estará presente en el Primer Foro Internacional de Minería en México, que se llevará a cabo a mediados de marzo). También por esta razón, los Bancos Centrales que suscribieron el Acuerdo de Washington, de no vender más que cierta cantidad de oro cada año, desde el año 2006 han perdido el gusto por vender oro y no están cubriendo sus cuotas de venta permitidas. Al fin, parece que se dan cuenta que las reservas que valen, son las de oro, y no las de “dinero” ficticio e imaginario.
Pero resulta que si los Bancos Centrales comienzan a vender sus tenencias imaginarias, el valor de las mismas comenzará a caer. Así es que se hallan en un dilema, la necesidad de escoger entre dos alternativas desagradables: “¿Nos quedamos con nuestras tenencias de “dinero” imaginario hasta ver qué sucede, o comenzamos a deshacernos de ellas y corremos el riesgo de que se colapse el valor de la mayor parte que aún nos queda?”
Hasta ahora, los Banqueros Centrales han estado haciendo lo que generalmente hacen los burócratas cuando tienen que tomar decisiones difíciles: hacer nada. Se están esperando a ver qué sucede.
Más o menos la mitad de las “reservas” de Bancos Centrales del mundo, las poseen los Bancos Centrales de China, Japón, Corea del Sur y del Sureste de Asia. Estos Bancos Centrales han acumulado estas enormes “reservas” porque aceptaron darse por pagados cuando aceptaron un medio de cambio – que no era más que “dinero” imaginario, dígitos en computadoras – como si fuera dinero real que constituía un pago. En otras palabras, creyeron un cuento de hadas y entregaron la “vaca de la familia” a cambio de un puñado de frijoles de colores.
Vivimos en un mundo de cuento de hadas, donde el “dinero” no es para nada, dinero verdadero. Tristemente, la realidad no puede evadirse como en los cuentos de hadas. ¿Cómo nos irá, cuando la ilusión se haya evaporado y hasta el más tonto tenga que reconocer la diferencia entre un pago y un cuento de hadas?