El miércoles 18 de abril de 2007, Guillermo Ortiz invitó a comer en las instalaciones del Banco de México, a los diputados de la Comisión de Hacienda, con el fin de explicarles por qué, según su punto de vista, no conviene convertir la moneda de plata en dinero.
Durante los días siguientes, varios diputados expresaron a la prensa que las razones aducidas por el Gobernador no resisten un análisis crítico y académico serio. Ortiz les dijo que la moneda de plata sería inflacionaria, tendría un costo fiscal elevado, y su posible falsificación implicaría para el comercio elevados costos de transacción al tener que verificar la autenticidad de las monedas.
El primer argumento, que sería inflacionaria, es totalmente inverosímil. Todo mundo sabe que es al revés: si existe un instrumento para frenar la inflación es precisamente la moneda de plata. Primeramente porque el dinero de valor intrínseco invariablemente es retenido en forma de ahorro. Aún pudiendo pagar con las monedas de plata en el comercio, el público las conserva y se deshace primero del papel, por lo cual la onza de plata no impacta el IPC, su velocidad de circulación es cercana a cero.
Pero además veamos las cifras consecuencia de monetizar las onzas “Libertad” respecto a la masa monetaria. El impacto en la inflación, derivado del Proyecto, es prácticamente nulo. Concretamente, el incremento de dinero en circulación correspondiente a los 22 millones de onzas “Libertad” que ya están en poder del público sería del 0.3%. Y el incremento de dinero en circulación correspondiente a las nuevas monedas que anualmente se acuñan sería del 0.08%. En comparación, el incremento anual de dinero en circulación correspondiente a los billetes, monedas y saldos bancarios es enorme (13%), lo cual sí causa un gran daño a la población por la pérdida de poder adquisitivo del peso de papel.
El Proyecto es tan anti-inflacionario, que el Banco de México podría aprovechar las nuevas colocaciones de onzas de plata “Libertad” monetizadas para lograr el mismo efecto que la restricción monetaria, pero sin el efecto negativo de deprimir la economía productiva como sucede con los “cortos”, los cuales operan a base de encarecer los intereses.
Por último hay que decir que el hecho de que las onzas monetizadas se vayan a ahorrar, eso no quiere decir que estén ociosas, ya que una vez depositadas en los bancos pueden servir como colateral para el otorgamiento de créditos de bajo interés. Estos créditos serían inmediatos, por la garantía de la plata depositada, y serían más sanos que los créditos creados de la nada, al estar basados en ahorro previo.
El siguiente argumento también resulta falso, y es el del “costo fiscal”. En Banco no logra entender que el Proyecto de monetizar la onza de plata “Libertad” no implica ningún costo fiscal, ya que es el ahorrador el que pagará los costos de la plata, de la acuñación y del señoreaje al momento de adquirir la moneda. Además, el Banco de México no verá reducidas las utilidades que actualmente percibe por concepto de billetes y monedas regulares, ya que no se plantea sustituirlos en ninguna medida: la onza ingresará a la circulación de forma paralela y complementaria al peso fiduciario por lo que, al contrario, el Banco comenzará a obtener un ingreso que hoy no percibe, ya que las onzas se venden actualmente a precio de costo, sin ninguna utilidad de señoreaje para el Erario. Son los bancos privados los que se llevan la utilidad por la comisión en venta y el descuento en recompra. El Proyecto de monetizar la plata proporcionará una nueva fuente de ingresos para financiar más proyectos sociales.
Por último está el alegato de la falsificación y el problema del comercio para detectarla. La moneda de plata, al igual que cualquier bien, está sujeta a la posibilidad de ser falsificada. De la falsificación inexacta ni hablemos, ya que está sería fácilmente detectable. Y aunque la falsificación exacta pudiera brindar el atractivo de apropiarse ilegalmente del señoreaje, no deja de ser mayor el interés de obtener la ganancia fruto de la falsificación de los billetes.
La falsificación de monedas es un delito ya tipificado y de competencia de la PGR (Fiscalía Especializada en Delitos Financieros). En los boletines de la última década de esa Fiscalía no aparece la detención de bandas falsificadoras de monedas, sino siempre de billetes, por la mayor facilidad de imitarlos mediante imprentas ó fotocopiadoras. Para falsificar monedas se requiere de grandes talleres de fundición y de máquinas troqueladoras, lo cual hace fácil su detección por parte de la autoridad persecutoria.
Por último, la posibilidad de falsificación no se ve como razón suficiente para no llevar a cabo el Proyecto, sobre todo de cara al enorme beneficio que se ofrece a la población.
El Banco de México haría bien en dejar la decisión respecto al costo de transacción al libre mercado, antes que prejuzgar la decisión del mercado.
En un documento anónimo, de noviembre de 2004, el Banco de México afirmó textualmente que “la demanda de esta moneda sería enorme”.
Por lo tanto, el Banco queda en la posición de alegar que el mercado estaría equivocado. El mercado es el mercado. Dejémosle la decisión, respecto a la aceptabilidad o no aceptabilidad de los costos de transacción, al mercado.
Por otra parte, la continua creación de moneda circulante (inflación monetaria que en forma sostenida en 13 años de autonomía ha sido a una tasa de 17% anual) inevitablemente erosiona el poder adquisitivo del peso, y es un costo de transacción muy real, comprobado y no hipotético, para toda la Nación.
Además, la bancarización y la utilización de tarjetas de crédito o débito que tanto favorece el Banco de México implica un costo de transacción oculto (de 2.5% en promedio) por las comisiones, para millones de usuarios. Al usarse la onza de plata “Libertad” para pagar –que es lo que se quiere hacer posible– no habrá comisión bancaria qué pagar. ¿Por qué favorece el Banco de México al sistema bancario y no al público mexicano?
En todo caso, sabemos que la onza de plata principalmente será ahorrada y tendrá poco uso como medio de pago; no serán significativos los costos de transacción debido al escaso movimiento que tendrá esta moneda.
Dado que los argumentos de Ortiz no se sostienen –y él debe ser consciente de eso-, los diputados y la opinión pública nos preguntamos cuáles serán los motivos ocultos de tal oposición. ¿Porqué su resistencia a ofrecer una alternativa de ahorro a las clases desprotegidas? ¿Porqué obligar a todos a tener que usar solamente papel?
avillasa@yahoo.com.