El Imperio nos amaga
Tal y como anuncié en mi libro "La Plata - El Camino para México", México no tiene más que dos alternativas: o se reforma nuestro sistema monetario y financiero, con la introducción paulatina y paralela de una moneda de plata que circulará en base a su valor intrínseco, o iremos a caer irremediablemente en la dolarización total de nuestra economía.
Ya se anuncia la preparación de nuestra dolarización. En el periódico "El Universal" de fecha 22 de Diciembre de 1996, en una página interior, apareció la noticia fatal. Se hizo un estudio, dice el artículo, en el Centro de Desarrollo e Integración de América del Norte de la Universidad de California en Los Angeles, California (UCLA) que "propone una política monetaria común para E.U., Canadá, y México."
El Tratado de Libre Comercio (TLC) fue el primer paso. Ahora, lo que sigue en la agenda es la dolarización de México. Estas cosas se cocinan primero en estudios universitarios, y se va soltando la noticia poco a poco. Después, se convierten en realidad con una velocidad sorprendente, como ya vimos en el caso del TLC, pues cuando inició su período el ex-presidente Salinas de Gortari, nadie se imaginaba que en tan corto plazo tendríamos al TLC. Sin embargo, así fue. Decididas las cosas, se tomó el "fast track" o "pista rápida" para implementar un estado de cosas decidido de antemano.
El estudio afirma que "existen signos de apoyo en ese sentido en diferentes ramas del gobierno estadunidense". Y cómo no han de existir, si la dolarización de nuestra economía significa que se alcanza la anexión de México como provincia del imperio Estadunidense, meta ya expresada por Tomás Jefferson en 1824. Ver la obra de Fuentes Mares, excelente historiador mexicano.
La dolarización de nuestra economía significará gran prosperidad para México. Lo malo es que significa vender la patria. Aparte de ese pequeño detalle, tiene muchas ventajas momentáneas y transitorias.
A la larga significa que se derramarán ríos de sangre, pues eso es lo que resulta de querer anexar a una nación con religión, idioma, cultura e historia propia, a otra muy distinta.
Todo esto se evitaría con una reforma monetaria que nos diera a los mexicanos una moneda de plata, que resultaría la mejor moneda del mundo, y que nos permitiría vivir nuestro propio destino en prosperidad y armonía con todo el mundo, incluyendo a los Estados Unidos.
No hay nada más importante en la agenda de México, que establecer esta moneda. Es asunto de salvar la nacionalidad. ¿Es que no hay otro pensador en México que comprenda esta terrible amenaza que nos amaga?