Futuro de plata para México

martes, 1 de diciembre de 1998

Hugo Salinas Price

Futuro de plata para México

En el Congreso hay insultos, denuestos, acusaciones, trifulcas, jalones, denuncias, y clamor por el ajusticiamiento de chivos expiatorios, todos a raíz de que el Ejecutivo pide aumentos de impuestos, y pide que el Fobaproa, resultado del desastre monetario y financiero que estamos padeciendo, sea absorbido dentro de la Deuda Nacional. De nada sirve toda esta furia.

El descontento de tantos legisladores debe canalizarse a la búsqueda de una transacción con el Ejecutivo, para que la nación pueda seguir adelante.

Parece que a nadie se le ocurre en qué puede consistir esta transacción. Lo que se busca, en el ambiente actual, es venganza política, que a nada conduce, en lugar de una transacción.

¿Cómo sería una transacción política entre el poder Legislativo y el Ejecutivo? El poder Legislativo tendría que pedir, y el Ejecutivo tendría que conceder algo que tranquilizara los ánimos; y lo que mejor tranquilizaría los ánimos sería medidas que asegurarían un nuevo panorama para el país, un panorama promisorio donde no se volverían a repetir los desastres que hemos venido sufriendo durante más de 20 años.

¿Qué pueden pedir los legisladores, y qué puede conceder el Ejecutivo que logre ese propósito conciliador y tranquilizador? La transacción tiene que versar sobre la Reforma Monetaria y Financiera en el país.

Solamente puede haber una Reforma Monetaria y Financiera efectiva: la que le restaure a nuestra moneda un valor real, intrínseco y duradero, base de un sistema financiero estable, a prueba de fugas de divisas, de devaluaciones, y que opere con tasas bajas, reales, de intereses. Una moneda no devaluable, que permitirá un sistema bancario que no produzca mas Fobaproas.

Esa moneda es la moneda de plata, sin valor nominal, en onzas troy de plata pura, y fracciones de onzas, como moneda de curso legal con poder liberatorio ilimitado. Y esa moneda, acuñada en plata, que pueda presentar cualquier mexicano, persona física o moral, a la Casa de Moneda, eliminando el monopolio que ejerce el Banco de México sobre tal acuñación. De nada sirven los gritos, las acusaciones, las exigencias de renuncia del Gobernador del Banco de México, ni la persecución de culpables. Miremos al futuro. Que el precio político del desastre sea el retorno de la plata a la vida económica de México. Si logramos eso, para algo habrá servido el desastre: para forjar un futuro promisorio para México.