Lucas Alamán en 1999
Guanajuato ocupó titulares de prensa por la presencia de tres presidenciables en el Teatro Juárez —Fox, Moctezuma y Muñoz Ledo— y un premiado Nobel de economía: Gary Becker.
Mas lo importante no es la trivia de puntadas y mutuas pedradas de Fox y Porfirio; lo que reunió a tantos pesos completos fue una nueva institución ideada y liderada por Fausto Alzati: el Centro Internacional Lucas Alamán para el Crecimiento Económico, llamado así en homenaje a uno de los mexicanos más completos y patriotas del siglo xix.
Ese guanajuatense, liberal de la escuela clásica, fue de los primeros que hablaron de crecimiento económico. Nadie le hizo caso. Dice Armando Ayala Anguiano, consejero de la naciente institución: La "clase ilustrada" mexicana estaba integrada básicamente por abogados, tinterillos, poetastros o periodistas vitriólicos sin más aspiración que incrustarse en la única fuente importante de empleo que tenían a su alcance: el gobierno.
Con semejantes aspiraciones, no nos extrañemos de que un país tan rico como Estados Unidos entonces, y cuya maciza moneda de plata circulaba en el Far west, esté tan arruinado que Becker nos proponga adoptar su dólar. Y que el ingreso del mexicano —20% del de eu en 1910— sea de un 7% hoy.
El CILACE puede llegar a ser una institución muy importante, si ahora sí le hacemos caso a Lucas Alamán y aprendemos a respetar la dignidad de los hechos en la experiencia de este y de todo país. El Dr Alzati ha demostrado que no hay razón para que México no crezca 10% anual durante 30 años, siempre y cuando abandone la tradición de los chupatintas de entonces, y de los burócratas de hoy. Que conectarse a un ombligo alimentado por el impuesto ajeno sea vivir en el error.
La respuesta al crecimiento económico según Alzati, Becker y toda experiencia, está en que el gobierno deje trabajar y comerciar a quien quiera y pueda hacerlo. Hace falta una inversión enorme en educación, y una moneda decente.
¡Pero no el dólar, señor Becker! ¿Para qué papeles verdes, si tenemos plata?