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Dolarización: ¿hay alternativa?
martes, 23 de marzo de 1999
Arturo Damm Arnal

Dolarización: ¿hay alternativa?

(Primera de dos partes)

Arturo Damm Arnal

 

Introducción

Para que una economía crezca y se desarrolle requiere, entre otras cosas, de la estabilidad de precios y de la preservación del poder adquisitivo del dinero. En pocas palabras: requiere de una moneda sana y fuerte, como alguna vez lo fue el peso. Hoy, producto de las políticas inflacionarias de los gobiernos irresponsables, el peso es una moneda débil y enferma. Hoy, en la economía mexicana, no se mantiene la estabilidad de precios y no se preserva el poder adquisitivo de nuestro dinero. Y no es nuevo: a todo lo largo del siglo XX, y de manera más preocupante a partir de 1971, el peso se ha ido enfermando y debilitando, razón por la cual se insiste, cada vez más, en la dolarización de nuestra economía; es decir, en la sustitución del peso por el dólar como única manera de mantener la estabilidad de precios y de preservar el poder adquisitivo del dinero, para volver a disfrutar de una moneda sana y fuerte. La pregunta es si no existe otra alternativa, igual de buena o mejor, a la dolarización de la economía mexicana. ¿Existe?

Dolarización en marcha

Los economistas del gobierno afirman que la dolarización de nuestra economía es indeseable e imposible. Sin embargo, ya es un hecho, tal y como lo muestran los 38 mil millones de dólares propiedad de mexicanos depositados en instituciones financieras de Estados Unidos. La dolarización de la economía mexicana está en marcha, y la están realizando todos los agentes económicos que, por confiar más en el dólar que en el peso, cambian estos últimos por aquéllos, los sacan de la economía mexicana y los depositan en instituciones financieras estadounidenses. Dolarización. ¿Indeseable? De ninguna manera. ¿Imposible? Tampoco.

Poco a poco, sobre todo a partir del sexenio de Echeverría, la dolarización de la economía mexicana, sobre todo si por ello entendemos la sustitución de los pesos por los dólares, se ha venido dando de una manera espontánea: los agentes económicos hemos decidido que el dólar es una moneda más sana y más fuerte que el peso y, en la medida de nuestras posibilidades, hemos ido cambiando la moneda débil y enferma por la fuerte y sana, lo cual quiere decir que la dolarización ha sido deseable y posible, y que ha sido posible, precisamente, porque ha sido deseable. ¿Qué pasaría con el peso si el gobierno permitiera el curso legal del dólar por la economía mexicana, es decir, si el gobierno nos concediera la oportunidad de elegir entre pesos y dólares?

Racionalidad

Los agentes económicos nos hemos dado cuenta que el dólar es una moneda más sana y más fuerte que el peso, y hemos cambiado la moneda débil y enferma por la fuerte y sana. ¿Lo hemos hecho de manera arbitraria? De ninguna manera: la dolarización de la economía mexicana ha sido el efecto de decisiones y elecciones racionales por parte de los agentes económicos. ¿Por qué? Porque el deterioro del peso mexicano, sobre todo frente al dólar, es innegable. Ante la realidad de dicho deterioro las acciones de los agentes económicos han sido por demás racionales: sustituir la moneda débil y enferma por la moneda sana y fuerte y, dado que esta última no es moneda de curso legal en la economía mexicana, sacarla del país y depositarla en instituciones financieras extranjeras. Nada más en Estados Unidos los depósitos de dólares "mexicanos" ascienden a 38 mil millones de dólares, que equivalen a una tercera parte de la base monetaria de la economía mexicana; es decir, de las monedas y billetes en circulación. ¿Y todo por qué? Porque los agentes económicos han actuado de manera racional, sustituyendo moneda débil por moneda fuerte, sin tomar en cuenta ninguna otra consideración que no sea la salud y fortaleza (y por lo tanto también la debilidad y enfermedad) de las monedas entre las cuales pueden elegir. Así las cosas, la dolarización de la economía mexicana, producto de la racionalidad de los agentes económicos, ha sido deseable y ha sido posible.

Un poco de historia

La dolarización de la economía mexicana ha sido el efecto, inevitable, del deterioro del peso, deterioro que se muestra tal y como es a la hora de comparar, a lo largo del siglo XX, al peso con el dólar. Esta es, década tras década, una breve historia del tipo de cambio peso-dólar, contada en viejos pesos (antes de la quita de los tres ceros).

En 1900 el tipo de cambio era de 2.06 pesos por dólar; en 1910 era de 2.01; en 1920 era, de nueva cuenta, de 2.01; en 1930 era de 2.12; en 1940 era de 5.40; en 1950 era de 8.64; en 1960 era de 12.49; en 1970 era de 12.49; en 1980 era de 23.27; en 1990 era de 2 mil 949.50, y actualmente ronda los 9 mil 500 viejos pesos. Esta es, para el siglo XX, la triste historia de la relación del peso mexicano con el dólar estadounidense, historia de devaluación del primero frente al segundo, devaluación que suma ya el 461,065%, porcentaje de devaluación del peso frente al dólar que explica la decisión de los agentes económicos de sustituir al primero por el segundo. Vuelvo a preguntar: ¿qué pasaría con el peso si se permitiera el curso legal del dólar por la economía mexicana? ¿Qué pasaría con nuestra moneda si el gobierno nos concediera la oportunidad de elegir entre pesos, por un lado, y dólares, por el otro?

Las tres posibilidades

La necesidad de contar con una moneda sana y fuerte puede satisfacerse de tres maneras. La primera: que el peso se recupere. La segunda: que el peso sea sustituido por una moneda sana y fuerte. La tercera: que se lleve a cabo una reforma monetaria que dé como resultado un nuevo peso, sano y fuerte, que mantenga la estabilidad de precios y que preserve su poder adquisitivo. Estas son las tres posibilidades, ¿qué tan probable es cada una? ¿Qué probabilidades hay de que el peso se recupere? Pocas, muy pocas, y a los hechos me remito: de 1988 a 1998, los años de los pactos, cuyo principal objetivo fue la recuperación del peso, la inflación promedio anual en la economía mexicana fue de 23.7%. ¿Qué tan probable es la dolarización de la economía mexicana? Los economistas del gobierno afirman que es indeseable e imposible; los 38 mil millones de dólares "mexicanos" depositados en instituciones financieras estadounidenses dicen que ya es un hecho. Por último, ¿es probable una reforma monetaria que dé como resultado un nuevo peso, sano y fuerte? Por el momento la respuesta es negativa, pero no por ello deja de ser necesaria. ¿Cuál debe ser esa nueva moneda? El peso de plata.

Primera conclusión

La alternativa a la dolarización es el peso de plata, es decir, una moneda que valga por sí misma, que tenga valor intrínseco. Alguna vez el peso mexicano fue moneda de uso universal, tal y como lo es hoy el dólar. Ese peso, mexicano y de uso universal, fue el peso de plata. La historia no se equivoca. ¿Aprenderemos la lección?

Mañana continuamos.