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Dolarización: ¿hay alternativa? Parte II
jueves, 25 de marzo de 1999
Arturo Damm Arnal

Dolarización: ¿hay alternativa?

(Segunda de dos partes)

Arturo Damm Arnal

 

Recapitulación

La dolarización de la economía mexicana está en marcha: en instituciones financieras de Estados Unidos se encuentran depositados 38 mil millones de dólares, más o menos 31% de la base monetaria al 12 de marzo pasado. La dolarización de nuestra economía, o lo que es lo mismo, la sustitución del peso por el dólar, es un hecho que muestra que ha sido deseable y posible, pese a que los economistas del gobierno dicen lo contrario. Pero ya lo sabemos: no es la primera vez que la realidad se adelanta a nuestros gobernantes.

Preguntas. Primera: ¿es la dolarización la mejor opción para dotar a la economía mexicana de una moneda sana y fuerte? Segunda: si no es, ¿qué alternativa queda?

Las dos caras de la dolarización

La dolarización de nuestra economía es un hecho innegable, producto de decisiones y elecciones racionales por parte de los agentes económicos, que ante la enfermedad y debilidad del peso han decidido sustituirlo por el dólar, moneda sana y fuerte. Dado que el dólar no es moneda de curso legal en nuestra economía, los pesos cambiados a dólares se depositan, no en instituciones financieras nacionales, sino extranjeras. Los resultados están a la vista: 38 mil millones de dólares "mexicanos" depositados en instituciones financieras de Estados Unidos. ¿Qué tenemos? Una de las dos caras de la dolarización: pesos mexicanos que se cambian por dólares y que se depositan en instituciones financieras de Estados Unidos. Falta la otra cara de la dolarización: el curso legal del dólar por la economía mexicana.

Dada la primera cara de la dolarización es que algunos analistas, empresarios, académicos y periodistas proponen la dolarización de nuestra economía, entendiendo por ello hacer realidad la segunda cara. Quienes tales cosas proponen (yo lo he hecho), consideran que la dolarización es la única manera de darle a nuestra economía una moneda sana y fuerte. Vuelvo a las preguntas: la dolarización, ¿es la mejor opción para dotar a la economía mexicana de una moneda sana y fuerte? Si no lo es, ¿qué otra alternativa queda?

De uso universal

Parece increíble, pero no lo es: alguna vez, y no por casualidad, sino por causalidad, el peso fue moneda de uso universal. ¿Cuándo fue eso? Desde mediados del siglo XVIII hasta la segunda década del siglo XX, tiempos durante los cuales el peso mexicano fue moneda de curso legal en países de Africa, Oriente Medio y Asia.

En La historia del dinero leemos lo siguiente: "Durante el siglo XVII el peso, en su equivalencia de real de a ocho, era de validez universal y, dada su gran aceptación, prácticamente de curso legal en el Lejano Oriente. Se reporta que en China un peso mexicano llegaba a valer hasta 30% más de su valor intrínseco en plata y, por momentos, alcanzó a valer hasta 80% más. Esta situación evolucionó hasta alcanzar un auge sin precedentes a mediados del siglo XIX, cuando había más monedas mexicanas en China que en nuestro propio país. En 1859, el peso mexicano se encontraba en su más elevada cotización: se podía comprar un dólar por tan sólo 92 centavos mexicanos. Aquella valoración del peso llegaría hasta 1875, cuando varió la cotización y el dólar estadounidense comenzó a subir sin detenerse hasta 1903. En ese lapso, el tipo de cambió varió de 1.01 a 2.38 pesos por un dólar. Cayó la aceptación de valor universal del peso y se inició una serie de devaluaciones básicamente motivadas por la caída de la plata que, tan abundante en las minas nacionales, fue sustituida por el patrón oro mundial. Sin embargo, era tan grande el prestigio del peso mexicano que aún al comenzar el presente siglo se lo tomaba como moneda de curso legal o de uso corriente en la India, Malasia, Lubuán., Borneo, Indochina, China, Filipinas y Japón". Aunque usted no lo crea.

El peso: ¿moneda estadounidense?

Continuamos la lectura: "El único competidor considerable del peso mexicano en su época de moneda universal, puesto que circuló de manera importante en Egipto, Medio Oriente, Etiopía y Sudán desde su acuñación en 1751 hasta la Primera Guerra Mundial fue el tálero o dólar María Teresa, de Austria".

A finales del siglo XVIII se discutió la posibilidad de hacer del peso mexicano la moneda de curso legal en Estados Unidos. Miguel Mancera, en su escrito La moneda en la Nueva España y México, afirma que "la circulación de los pesos era tan prevaleciente en Norteamérica que en 1785, el Congreso de aquel país comentó que el peso mexicano, conocido en los países anglosajones con el nombre de dólar, sería la unidad ideal de la nueva nación". A finales del siglo XVIII, la moneda estadounidense tomaba su nombre de la moneda mexicana. Hoy, 200 años después, la moneda estadounidense toma el lugar de la moneda mexicana.

La plata

La dolarización de la economía mexicana es una vergüenza. Y no para quienes han cambiado sus pesos por dólares (acciones racionales), ni tampoco para quienes proponen la dolarización de nuestra economía (posibilidad real para dotarla de una moneda sana y fuerte), sino para las autoridades monetarias, sobre todo para quienes, de 1971 a la fecha, han estado al frente del Banco de México. Al final de cuentas, más allá (¿o debo decir más acá?) de los efectos estrictamente económicos de la dolarización, están sus efectos, desde psicológicos hasta culturales, que tienen que ver con el hecho, dolarización de por medio, de quedarse sin moneda propia. Por ello las preguntas: la dolarización ¿es la mejor opción para dotar a la economía mexicana de una moneda sana y fuerte? Si no lo es, ¿cuál es la alternativa? La mejor opción es llevar a cabo una reforma monetaria que elimine de la circulación al viejo peso y que lo sustituya por uno nuevo que deberá ser de plata, peso que valdrá por sí mismo, moneda que será plata acuñada y no papel impreso. No lo olvidemos: aquel peso mexicano que fue moneda de uso universal fue un peso de plata, que no estuvo exento de problemas, pero nunca tan graves como lo han sido los generados, de 1971 a 1998, por una inflación anual promedio de 38% y por una inflación acumulada de 312 mil 842.4%

Conclusión

En algún tiempo el peso mexicano, acuñado en plata, fue moneda de uso universal. Hoy poco a poco, al paso firme de la dolarización, deja de ser moneda de uso nacional. La dolarización es un hecho. Las preguntas que debemos hacernos es si la sustitución del peso por el dólar es la mejor opción para dotar a la economía mexicana de una moneda sana y fuerte y, si no lo es, qué alternativa queda. La alternativa es una reforma monetaria que dé como resultado un nuevo peso de plata, es decir, una moneda con valor intrínseco. Hay que regresar a los metales. Uno de los más grandes errores que se cometieron a lo largo del siglo XX fue el abandono paulatino del uso dinertario de la plata y el oro, lo cual abrió la puerta al abuso de las autoridades monetarias a lo largo y ancho del mundo. La inflación mexicana de los últimos 29 años es un buen ejemplo de ello.

¿Seremos capaces de volver al peso de plata, única alternativa a la dolarización? De ello depende, en muy buena medida, el futuro de la economía mexicana, con todo lo que ello implica. El peso de plata es la alternativa a la dolarización.