Monedas ficticias
La costumbre impide ver el fondo de los hechos y por eso casi nadie advierte que el mundo entero "vive en un mar de papel irredimible" que usa como moneda... aunque sea ficticia.
Esta es la voz de alerta. Se pronunció, una vez más, en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en la que como socio activo fue admitido, el miércoles pasado, Hugo Salinas Price. El título de su ponencia fue "La necesidad de un cambio de paradigma monetario y financiero en México".
En ella, el estudioso de nuestros problemas monetarios, asienta: "La degeneración comenzó con la guerra del 14, prosiguió con el abandono del oro por Gran Bretaña en 1930, siguió con la prohibición de Franklin Delano Roosveelt, de que los americanos poseyeran oro, en 1933; y remató con la decisión del presidente Nixon, de declarar una "suspensión de pagos", de duración permanente, en agosto de 1971".
Las tres primeras fechas son auténticamente históricas para la mayor parte de la población mexicana. Millones nacieron, pues, antes de 1971 y, por ello, dan por hecho de que la organización monetaria era tal, cuando en el fondo era y es un desórden, como lo demuestra el hecho de que nuestro poyo "ha sido convertido, paulatinamente, en un simple signo, una abstracción, una medida sin contenido, una medida de nada".
Como de todos es sabido, Salinas es promotor de un sistema monetario que esté basado en la plata, razón por la cual propone ofrecer al mundo una nueva moneda, de curso legal y de poder liberatorio ilimitado, razón por la cual la Casa de Moneda mexicana debe abrir sus puertas a personas físicas y morales, mexicanas o extranjeras, para acuñar a cualquier cantidad de plata que se le presente, devolviendo a su dueño la plata acuñada después de deducir únicamente el costo de la acuñación.
Tesis originales, polémicas algunas de ellas, que deben ser estudiadas antes de ser condenadas, como la referida a la creación de una nueva banca comercial cuyo cimiento sean los bancos de plata, facultados para emitir billetes. Estos, sugiere, serán formalmente pagarés exigibles a la vista, al portador, con pago en monedas de plata.
Tales billetes tendrán una denominación mínima de cinco onzas troy de plata pura. Sobre este tipo de bancos, el de México ejercerá supervisión para que cumplan con su tarea de introducir la plata a la economía mexicana de manera gradual y al paso que determine la población, a la que se le ofrezca una alternativa comparable con la de la inminente dolarización y pérdida de la nacionalidad, y al uso del papel moneda que actualmente padecemos.
Sólo de este modo, asegura Salinas Price, se salvarán la nacionalidad mexicana y su economía, al tiempo que se preparará al país para arrostrar los graves trastornos mundiales que se avecinan.
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