Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
ENGLISH ONLY SOLO EN ESPAÑOL

Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
Venta $752.00 Recompra $652.00

El dinero: mercado, competencia y valor intrínseco
viernes, 12 de noviembre de 1999
Arturo Damm Arnal

El dinero: mercado, competencia y valor intrínseco

Arturo Damm Arnal

 

Qué hacer

Para mantener la estabilidad de precios y preservar el poder adquisitivo del dinero, se requiere que la cantidad de dinero que circula en la economía crezca o decrezca en la misma proporción, y al mismo tiempo, al que crecen o decrecen la producción y comercialización de mercancías. Si la cantidad de dinero que circula en la economía crece más de lo que lo hacen la producción y comercialización de mercancías, el resultado será la inflación. Por el contrario, si la cantidad de dinero que circula en la economía crece menos de lo que lo hacen la producción y comercialización de mercancías, el resultado será la deflación. Queda claro el qué. La pregunta es cómo.

¿Cómo hacerlo?

¿Cómo lograr que la cantidad de dinero que circula en la economía crezca o decrezca en la misma proporción, y al mismo tiempo, en la que crecen o decrecen la producción y la comercialización de mercancías? ¿Cuál es el arreglo monetario más eficaz para alcanzar y mantener la estabilidad de precios y la preservación del poder adquisitivo del dinero? En un extremo tenemos el arreglo monetario basado en la emisión monopólica de dinero por parte del gobierno, en el otro tenemos el que se basa en la libertad de los bancos comerciales para emitir dinero, en algún lugar intermedio tenemos, por ejemplo, los arreglos monetarios basados en los bancos centrales y en las juntas monetarias. ¿Cuál de todos estos arreglos monetarios es el mejor para mantener la estabilidad de precios y preservar el poder adquisitivo del dinero? ¿Cómo lograr que la cantidad de dinero que circula en la economía crezca o decrezca en la misma proporción, y al mismo ritmo, al que crecen o decrecen la producción y comercialización de mercancías?

El mercado

¿Cómo saber, en cada momento, cuál es la cantidad de mercancías producidas y comercializadas, para saber, también en cada momento, cuál debe ser la cantidad de dinero que debe circular en la economía? Por medio del mercado, lo cual quiere decir que la única manera correcta de determinar la cantidad de dinero que debe circular en cada momento en la economía es por medio de la interacción entre la oferta y la demanda de dinero, oferta que debe realizarse de manera privada (por medio de la banca comercial privada), y competitiva (por medio de bancos comerciales privados compitiendo entre sí). Dejar que sea el mercado, organizado por medio de la competencia entre bancos comerciales privados, el que determine la cantidad de dinero que debe circular en la economía garantiza, en primer lugar, que esa cantidad sea la correcta y, en segundo término, y precisamente porque su cantidad será la correcta, que el dinero sea de alta calidad.

Mercancías e información

Para saber cómo aumenta o disminuye la producción y comercialización de mercancías, condición necesaria para saber cómo debe aumentar o disminuir la cantidad de dinero que circula en la economía, se requiere un cierto tipo de información que solamente el mercado es capaz de generar y transmitir. No hay que olvidar que el mercado no es solamente un mecanismo de intercambio de mercancías. También es un sistema de transmisión de información entre los millones de agentes económicos involucrados en el intercambio de mercancías por dinero y de dinero por mercancías. Es por ello que el mercado es el único mecanismo capaz de determinar, correctamente, la cantidad de dinero que, en cada momento, debe circular en la economía.

La pregunta

Llega un momento en el cuál todo economista debe hacerse la siguiente pregunta: ¿en quién voy a confiar más, en mis conocimientos (suponiendo que sean verdaderos, lo cual está por verse), o en el mercado? Los malos economistas responden: en mis conocimientos. Los buenos responden: en el mercado. Hoy son más los malos economistas que los buenos. Los primeros (con una enorme falta de humanidad intelectual), creen saber mejor que el mercado lo que más le conviene a la economía. Los segundos (partiendo de una cierta inspiración socrática: Yo sólo sé que no sé nada), saben que no lo saben. Los primeros manipulan los mercados, y acaban distorsionándolos (los mercados monetarios incluidos). Los segundos no los manipulan, y no distorsionan los procesos de mercado (permitiendo la libre interacción entre oferentes y demandantes, de dinero incluidos). Para cada economista la pregunta sigue en pie: ¿en quién voy a confiar más, en mis conocimiento, o en el mercado? Es decir: ¿en mis políticas económicas (las monetarias incluidas), o en los procesos de mercado (los monetarios incluidos), que son el resultado de la interacción entre los oferentes y los demandantes? Y si voy a confiar en el mercado, ¿lo voy a hacer también a la hora de determinar la cantidad de dinero en circulación? Los malos economistas responden que no. Los buenos responden que sí, y aceptan que ese mercado debe estar integrado por la competencia de bancos comerciales privados, lo cual garantizará, en primer lugar, que la cantidad de dinero que circula en la economía sea la correcta, y en segundo término, y por ellos mismo, que el dinero sea de alta calidad, sano y fuerte.

Algo más

Sin embargo, además de la oferta privada y competitiva de dinero hace falta algo más, lo más importante de todo: que el dinero tenga valor intrínseco, es decir, que esté respaldado, en el caso del peso mexicano, por la plata, propuesta que hoy, cuando se habla cada vez más del dinero electrónico (¡imaginemos las arbitrariedades que las autoridades monetarias podrían cometer con algo tal etéreo como el dinero electrónico!), parece estar fuera, no solamente de lugar, sino de tiempo. Sin embargo, en materia de dinero hay que ser conservador y, de ser necesario (y en México lo ha sido desde hace 30 años), reaccionario. Lo correcto es que el dinero esté respaldado, de preferencia por algún metal precioso. Lo correcto es que el dinero tenga valor intrínseco, de preferencia por el respaldo de algún metal precioso. Lo correcto es la oferta privada y competitiva de dinero con valor intrínseco, respaldado por algún metal precioso.

Tres males en uno

Hoy, en la economía mexicana, tenemos exactamente lo contrario: oferta gubernamental y monopólica de dinero fiduciario, sin respaldo, sin valor intrínseco, impuesto como moneda de curso legal, lo cual va en contra, no solamente de la estabilidad de precios y de la preservación del poder adquisitivo del dinero, sino de la libertad de los agentes económicos quienes, en el caso de la economía mexicana, se ven obligados a utilizar un dinero de muy baja calidad, un dinero débil y enfermo. El arreglo monetario en México, basado en la banca central, sintetiza tres males en uno: el monopolio; el monopolio gubernamental; el monopolio gubernamental en la emisión de dinero, área estratégica de la economía que, precisamente por serlo, debería estar sujeta a la disciplina de la competencia, sujeción que los malos economistas, los que creen saber mejor que el mercado lo que más le conviene a la economía, consideran una herejía. Sin embargo, los resultados de su arreglo monetario, basado en la banca central, están a la vista: 36.3% de inflación promedio anula, de 1971 al año 2000, y acumulada de 406 mil 735%, suponiendo una inflación de 13% y de 10% para 1999 y el año 2000.

¿Por qué la plata?

Si a usted, amable lector, la propuesta en favor de un peso con valor intrínseco, respaldado por la plata, le parece, por lo menos, dudosa, hágase la siguiente pregunta: si tuviera la posibilidad de invernar a lo largo de 100 años, y de despertar dentro de un siglo, a finales del año 2099, ¿qué moneda escogería, desde hoy, para realizar sus transacciones a finales de siglo XXI: el peso mexicano, el dólar estadounidense o alguna moneda respaldada en plata o en algún otro metal precioso, por ejemplo el oro? La respuesta correcta, sin duda alguna, es: alguna moneda respaldada en plata o en algún otro metal precioso. ¿Qué será del peso dentro de 100 años? Nadie sabe. ¿Y del dólar que, al final de cuentas, es el mismo tipo de moneda que el peso, dinero fiduciario, sin respaldo y sin valor intrínseco? De nueva cuenta nadie sabe ¿Qué será del oro o la plata? Lo más probable es que mantendrán su valor. Así las cosas, la pregunta lógica es: ¿qué esperar hasta finales del siglo XXI?

Conclusión

El mejor arreglo monetario para mantener la estabilidad de precios y preservar el poder adquisitivo del dinero es el que se basa en la oferta privada y competitiva de dinero con valor intrínseco, es decir, de dinero respaldado. Hoy, el arreglo monetario en la economía mexicana es el contrario: la oferta gubernamental y monopólica de dinero fiduciario. Así nos ha ido y así nos seguirá yendo. Hay cosas con las que no se juega. El dinero es una de ellas. Por eso, en materia de dinero, hay que ser conservador y, de ser necesario (y en México lo es), reaccionario.

Regresar a ¿Qué hay de nuevo?