Dip. Estefan Chidiac, presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados: Esta comisión tiene mucho interés por este tema; es un tema en el que, como se dice, ‘calidad mata cantidad’; entonces damos la más cordial bienvenida a don Hugo Salinas Price.
Sabemos que usted ha sido tenaz en el tema con la Asociación Cívica Mexicana Pro Plata, que ha luchado y que tiene convicciones muy claras sobre este tema. Y siempre nos da gusto que podamos debatir y socializar estos temas con personas que tienen mucho que aportar con sus ideas y que las defienden sin ningún interés personal; y usted, como siempre, está dispuesto a platicar con nosotros. Así que, sea usted bienvenido, esta es su casa, se le recibe con afecto y ojala que nos pueda usted ilustrar sobre el tema y podamos debatirlo a fondo.
Tiene usted la palabra y esta es su casa, don Hugo.
Don Hugo Salinas Price, presidente de la Asociación Cívica Mexicana Pro Plata: Muchas gracias, señores diputados, por recibirme aquí una vez más, y por escuchar pacientemente mis puntos de vista y mis argumentos respecto a la monetización de la onza ‘Libertad’.
Especialmente, mi agradecimiento a usted, diputado Jorge Estefan Chidiac, por permitirme comparecer aquí para expresar estos puntos de vista respecto a la iniciativa. Se que la presión es fuerte para que no me presente aquí, para que no se hable de la plata y, sin embargo, usted, muy amablemente y valientemente me ha hecho un lugar para que pueda exponer.
Señores, aunque esta invitación fue dirigida a mí en lo personal, no estoy solo en este asunto, porque aquí podrían estar acompañándome muchas personas que a lo largo de trece años se han sumado convencida y desinteresadamente a este proyecto. Y quiero mencionar a algunas de esas personas. En primer lugar, quiero mencionar a los gobernadores de la CONAGO, quienes en dos ocasiones, de forma unánime, han firmado puntos de acuerdo en los que se exhorta al Congreso a aprobar esta medida. Entre ellos están Amalia García Medina, Emilio González Márquez, Natividad González Parás, Ismael Hernández Deras, Juan Manuel Oliva, Eduardo Tours, Lázaro Cárdenas Batel y todos los demás quienes han firmado estos Puntos de Acuerdo en la CONAGO.
El licenciado Enrique Burgos García, ex gobernador de Querétaro, el licenciado Víctor Manzanilla Schaffer, ex gobernador de Yucatán y ex embajador en China; el doctor Luís Pazos de la Torre, escritor, ex legislador, ex presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados y actualmente presidente de CONDUSEF; Fernando Guzmán Pérez Peláez, ex diputado federal, fundador de la Asociación de Legisladores a Favor de la Moneda de Plata y actual secretario del gobierno de Jalisco; José Julio González Garza, ex diputado federal, fundador de la misma asociación y actual diputado local de Guanajuato; Rafael Candelas Salinas, ex diputado federal, fundador de la Asociación de Legisladores a Favor de la Moneda de Plata; licenciado Humberto Hernández Hadad; doctor Roberto Escalante Semerena, director de la Facultad de Economía de la UNAM, don Sergio Almazán Esqueda, director general de la Cámara Minera de México; doctor Hugo Contreras Sosa, académico de la Facultad de Economía de la UNAM; C. P. Aurelio Reyes Larrauri, presidente de la Academia de las Finanzas Públicas de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, que nos distingue hoy con su presencia.
Don Víctor González Torres, fundador de la Asociación Por un País Mejor; doctor Alfredo Jalife Rahme, especialista en temas internacionales; licenciado Ricardo Rocha, periodista, colaborador del periódico El Universal, director general de la Agencia Detrás de la Noticia, Carlos Ramírez, periodista, autor de la columna Indicador Político; Eduardo Valle, periodista, colaborador del periódico El Universal; Eduardo Ruíz Healy, periodista, colaborador de Radio Fórmula, Enrique Galván Ochoa, periodista, colaborador del periódico La Jornada; Sergio Sarmiento, periodista, colaborador del periódico Reforma.
El licenciado Mauro Jiménez Lazcano, director general de la Revista Macro Economía; Guillermo Fárber, analista económico en la revista Vértigo, que nos honra con su presencia; licenciado Eloy Caloca Carrasco, secretario general del Club Primera Plana, que nos honra también con su presencia. Quiero destacar el invaluable apoyo del Club de Periodistas de México, que el 24 de noviembre de 2004 publicó un importante desplegado de apoyo en los periódicos Reforma, La Jornada y El Universal, firmado por 179 intelectuales y periodistas mexicanos. Todos ellos se han sumado a este proyecto y podrían estar aquí ofreciendo su testimonio personal; a todos ellos les estoy sumamente agradecido.
Desde el año 2003 se han presentado diversos proyectos de ley en torno a la monetización de la plata. El primero fue el que presentó el Senador Fauzi Hamdan, en base a un proyecto que me pidió que yo elaborara. Este proyecto lo pasó al Banco de México, por cortesía, para escuchar sus opiniones, y Banco de México lo dejó transformado e irreconocible; ese proyecto fue el que se presentó y aprobó en el Senado. Y después llegó hasta la Cámara de Diputados, pero aquí no se le dio mayor atención, afortunadamente, porque no lograba nada.
El objetivo de monetizar la onza de plata ‘Libertad’ es crear un blindaje al ahorro popular. Según el Banco de México el 70% de la población no esta bancarizada, y no lo está porque que los mismos bancos particulares no pueden atender a estos sectores pobres dispersos en el campo. Esta población es la que guarda sus ahorros bajo el colchón, y es a la que más golpea la continua devaluación del dinero de papel.
Podemos ver en las siguientes graficas que hemos hecho sobre las devaluaciones, el efecto que ha tenido el papel dinero sobre el valor del peso.
Quiero enfatizar un punto: que todo esto que vemos, esta debacle, se aceleró conforme el sistema bancario en México adoptó técnicas más modernas y puso a circular más dinero de papel, ya que tuvo más posibilidad de colocar ese dinero entre la población por medio de préstamos o créditos. Y entonces sucedió algo que nunca antes nos había sucedido en cientos de años: empezamos a ver lo que es una devaluación.
Empezamos en 1920 con la paridad a $1.91 por dólar, con el peso ley 0.720, que ya entonces tenía la mitad de la plata que tenía el peso de Don Porfirio, una década antes. Ese peso de don Porfirio, cosa asombrosa, pero verdad al decirlo, ese peso que circulaba en tiempos de don Porfirio, era el mismo que había circulado en cuanto a su contenido de plata desde 1535, cuando se fundó la Casa de Moneda en México. Fueron casi 400 años en que el peso tuvo el mismo contenido de plata, un record increíble. Ese fue el récord de México, pero después de la Revolución, en 1918, comenzó a circular el peso ley 0.800, que tenía 14 gramos de plata y después, en 1920, el peso 0.720 de don Venustiano Carranza, con 12 gramos de plata. Luego siguió la devaluación durante décadas y llegamos a 1976, donde comenzaron los golpes traumáticos, y de ahí cuesta abajo.
Ahora estamos en $10,600. Últimamente el peso se está revaluando un poco, pues llegamos a estar a $11,200. Menciono su valor en pesos viejos, porque le quitamos tres ceros a los pesos de papel; le tuvimos que quitar esos tres ceros porque habíamos creado demasiados; así que llegamos a $11,200 y desde el año pasado para acá, empezamos a ver que nos revaluamos un poco.
Sobre esta revaluación, cabe preguntarse ¿qué está pasando últimamente? Lo que está pasando es que se está devaluando el dólar. En la siguiente gráfica vemos la devaluación del dólar; el dólar está tronando y nosotros no lo notamos porque estamos ligados con el dólar; entonces para suavizar la caída aquí, para que no sea tan abrupta, pues estamos revaluando el peso. Ayer estábamos como a $10.60. El problema mundial es la devaluación del dólar que esta arrastrando a todas las monedas.
Pero volvamos al tema de la monetización de la onza. La inflación no ha cesado en México desde la creación del Banco de México en 1925. Durante los últimos años esta institución se maneja relativamente mejor a como se manejaba antes, pero observen cómo en 1994, cuando comienza la autonomía del banco central, había 144 mil millones de pesos en circulación y ahora, catorce años después, ya ha crecido casi diez veces la suma, hasta llegar a 1,350 mil millones a diciembre del año pasado; y posiblemente ahora ya esté en un nivel mayor. Así que nuestra inflación de M1 es persistente y continua.
(M1) |
Los sectores pudientes de la población tienen la posibilidad de protegerse contra la inflación; tienen a multitud de consejeros económicos que les pueden advertir en qué deben de invertir sus ingresos para protegerse de la pérdida del valor de la moneda. Pueden abrir cuentas en bancos extranjeros; o pueden comprar acciones, que no pagan impuestos, porque registran una utilidad que no paga impuesto; tienen los consejos de gente muy especializada que está viendo a futuro. Así que los pudientes se pueden proteger - hasta cierto punto - de la inflación, aunque siempre la temen.
Pero las clases menos pudientes no tienen una forma segura de ahorrar; es verdaderamente trágico, porque la gente menos pudiente forma la mayor parte la población, y esa es a la que estamos cercenando, casi literalmente le estamos cercenando las piernas con las devaluaciones, porque la empobrecemos. Si México quiere ser un país próspero necesita ser un país donde el ahorro se conserve y se mantenga firme, sin devaluar. Esa era la virtud de la plata en otras épocas. No estoy promoviendo la abolición del papel, de ninguna manera; el papel tendremos que seguirlo usando todavía por muchos años; pero sí propongo, y quiero recalcarlo a ustedes, señores diputados, sí propongo darle a los mexicanos menos pudientes un lugar donde puedan tener sus ahorros de modo que se defiendan de la inflación monetaria.
Muestro la portada de un libro que publiqué hace cinco años y, como pueden ver, en la portada aparece un billete de un dólar que se está hundiendo en un mar de tinta roja. Eso es lo que estamos viendo que ocurre en estos momentos. Yo no fui a Stanford, ni a Harvard, ni a Yale, ni a Princeton, pero he resultado un pronosticador de futuros acontecimientos bastante acertado, aunque lo tenga que decir yo. Hace cinco años dije que esto iba a suceder y escribí en un artículo en este libro, una frase que dice: “el Imperio americano toca a su fin”; si ustedes consultan los periódicos americanos, a los comentaristas americanos y a los del ‘Financial Times’ de Londres, ellos están diciendo exactamente lo mismo.
Estamos viviendo una época en que el mundo está sufriendo un enorme cambio y de eso nos vamos a dar cuenta un poco más adelante; vamos a mirar para atrás y vamos a darnos cuenta de que éste fue un momento histórico.
¿Por qué salió la plata de circulación? Tuvimos plata en circulación casi 400 años, desde 1535 hasta mediados del siglo XX, y de esos fueron 300 años en que no circuló en México más que plata. El primer billete de papel entró en 1854, y lo que pasa hoy en día y que está sucediendo en todas partes, es que cuando está circulando dinero de papel y su emisión está galopando como ahora, entonces no es posible grabarle un valor al peso o a una moneda que contiene plata; ya no es posible grabarle un valor. ¿Por qué? Porque los materiales de los cuales están hechos las monedas, están subiendo de valor. Está subiendo la plata, pero también están subiendo el cobre y el níquel.
De tal manera que en Estados Unidos, por ejemplo, ya es ilegal exportar más de cierta cantidad de centavos, los conocidos ‘pennys’ de cobre, porque valen más como cobre, que como ‘penny’; ya no se pueden acuñar. Un centavo americano cuesta dos centavos acuñarse, un ‘nickle’ de cinco centavos cuesta diez centavos. Lo mismo esta sucediendo en Australia, todo su sistema de monedas tiene que irse a la fundición. Australia tiene que sacar una nueva serie de monedas porque el material contenido en las monedas australianas ya supera al valor nominal. Allá también tienen una fuerte inflación monetaria.
Eso fue lo que nos pasó con los pesos de plata, por eso salieron de circulación. Les grabamos una cifra, y llegó un punto en que el valor de la plata que contenían rebasó esa cifra. En esta gráfica vemos lo que pasó.
El peso ley 0.720, que tenía 12 gramos de plata, circuló durante 25 años perfectamente y para el contento de toda la población. Cabe señalar que durante ese lapso bajó el precio de la plata, y no le sucedió nada al valor nominal que tenía grabado. Absolutamente, no afectó a la moneda que bajara el material del cual estaba hecho, porque tenía un valor nominal fijo, en este caso grabado. Después, para suplir la ausencia del peso 0.720 que salió de circulación, inmediatamente se acuñó un nuevo peso con menos plata, ley 0.500; ese peso llevaba 7 gramos de plata. Así que la Casa de Moneda y el Banco de México estaban reconociendo que la plata valía más, puesto que le pusieron menos plata al peso. Esa fue la solución que encontraron para reconocer que la plata valía más: ponerle menos plata al peso. Este peso duró sólo tres años.
Al siguiente peso, que era ley 0.300, con 4 gramos de plata, le sucedió lo mismo. No fue posible que siguiera en circulación porque el precio de la plata estaba subiendo debido a la inflación monetaria de los pesos de papel.
De 1957 a 1967 se acuñó el último peso con plata que llegamos a ver, de ley 0.100; se le puso nada más un baño de plata, nada más un bañito de 1.6 gramos, y después de diez años tuvo que desaparecer porque ya no lo podíamos seguir acuñando. El peso ya no aguantaba siquiera 1.6 gramos de plata; eso valía demasiado para ponérselo y también desapareció. Así fue como desapareció paulatinamente el peso de plata.
Vean ustedes un fenómeno interesante: actualmente tenemos la ‘Moneda de los Estados’, que contiene ½ onza de plata y lleva grabado un valor nominal de $100 pesos. Cuando empezó este proyecto en 2003, la plata dentro de esa moneda, la ½ onza, valía $20 pesos. Y recientemente pasó exactamente lo que le dije a don Guillermo Ortiz que le iba a suceder a su moneda: la ½ onza de plata que contiene ya vale más de $100 pesos. Porque en el 2003 estuve en el Banco de México, y el doctor Ortiz me mostró esa moneda antes que a nadie, y le dije: ‘Sí, muy bien, pero también esa va a salir de circulación’. Porque tiene un valor grabado, y como la plata que contiene ya vale más de $100 pesos, ya salió de circulación. Así es que está bien comprobado que grabar un valor en pesos a una moneda de plata, es una práctica obsoleta.
En 1979 se hizo una reforma en la Ley Monetaria. De acuerdo con esa reforma, se introdujo a la circulación la moneda de plata con una novedad: su valor de curso legal no estaba grabado, sino que era asignado diariamente por el Banco de México conforme al precio de la plata que contenía. Se cotizó la onza de plata, y es lo que queremos que se haga con la presente iniciativa. En 1979 se cotizó y la intención era convertirla en dinero; eso era lo que quería el presidente López Portillo: convertir la onza en dinero. Era una idea muy bien intencionada y yo creo que fue una medida de mucho mérito político. Con la presente iniciativa estamos tratando de hacer casi lo mismo que se hizo en 1979; solamente que ese proyecto de monetización tuvo un defecto: no se estipuló que el último valor de curso legal asignado a la onza, no debería de bajar, y esa es una condición indispensable para que cualquier moneda sea dinero.
Porque si la moneda de $1 peso dice ‘un peso’, naturalmente que siempre va a valer un peso; no necesita la ley estipular que no va a bajar el valor porque no es posible que baje, está grabado el valor nominal. Sin embargo, en una moneda que no tiene un valor grabado, que se pretende que sea dinero, es indispensable que la ley estipule que el último valor asignado no bajará. Aquí tenemos lo que habría sucedido con el comportamiento de la onza “Libertad” si se hubiera aprobado esta medida en 1995.
Comportamiento hipotético de la onza de plata ‘Libertad’ monetizada
1995 - 2008
Imagínense ustedes que 20 millones de tenedores de onzas hubieran visto que las onzas monetizadas empezaban en $50 pesos y al pasar de los años ya valían $235 pesos. Esto es un ahorro que toma plusvalía, no se devalúa, no se deprecia, no se marchita, es un ahorro vivo que continúa creciendo y defiende a su dueño de la inflación monetaria. Porque este incremento de $50 a $235 pesos de la onza se debe principalmente a la baja del poder adquisitivo del dólar y del peso, de ambos, porque los dos han estado perdiendo su valor. Esto significa que la plata defiende a su dueño no solamente de la devaluación del peso, sino de la devaluación del dólar, una situación que ahora está preocupando a muchísima gente alrededor del mundo.
Aquí tenemos la ilustración de por qué tiene que ser estable y fija la última cotización y no disminuir.
A la derecha tenemos el peso 0.720, que empezó en 1920 y continuó hasta 1945, cuando tristemente desapareció porque alcanzó su punto de fusión. Sin embargo, durante ese lapso, siempre tuvo el valor de $1 peso, no importó que durante un lapso bajara de valor su contenido de plata. Igualmente la onza “Libertad” puede convertirse en dinero si hacemos que su última cotización no baje; en esta forma ya sería utilizable como dinero.
Al convertirse la onza ‘Libertad’ en dinero, el público va a querer almacenar esta moneda; tiene un atractivo enorme para el ahorrador y la persona que no estaba ahorrando va a comenzar a ahorrar, porque va a desear ser dueño de esta moneda; todo mundo va a querer tener una de estas monedas. El propio Banco de México ha dicho que la demanda de esta moneda sería ‘enorme’.
Lo que estamos proponiendo, estamos intentando y estamos pidiendo a ustedes, señores legisladores, es que comprendan que todo esto es simplemente para remediar el defecto de la reforma monetaria de 1979. No estamos haciendo nada nuevo; ya se intentó, ya se legisló, ya se hizo, el Banco de México ya cotizó la onza; lo único que no se hizo fue determinar que la última cotización no ha de bajar. Esa es la esencia del proyecto actual para convertir a la onza “Libertad” en dinero, lo que permitiría que México fuera el primer país en tiempos modernos en lograr poner en circulación la plata, algo que las poblaciones de todo el mundo están deseando, porque hay una angustia internacional respecto a la inflación.
Anuncian que en Europa están subiendo los precios, están preocupados los gobiernos europeos; en Japón están subiendo los precios, en China están subiendo los precios, en Estados Unidos están subiendo, y aquí en México también. Hay una angustia respecto a los precios, especialmente de parte de los pobres; porque a los pudientes no les importa si sube la tortilla, porque tienen con qué pagar cualquier precio para la tortilla; pero a los pobres, a las clases más necesitadas sí les importan estas cosas, y la onza de plata va a proteger a sus dueños a través de los años, por eso queremos hacer esto.
El incremento de precios es una preocupación general en estos días y si ven los periódicos se darán cuenta de ello.
No existe impedimento internacional alguno a la monetización de la plata. Eduardo Suárez, que participó en los Tratados de Bretton Woods como representante oficial de México, se encargó de que a la plata se permitiera su monetización porque, como ustedes saben, la plata tenía gran importancia en América Latina. Está demostrado que no hay problema porque ya en 1979 se intentó monetizar la ‘onza de la Balanza’, aunque no dio el resultado deseado; así que ya se demostró que no hay obstáculo legal para ello.
Tenemos un nuevo documento para ustedes. Por primera vez tenemos aquí un documento oficial de la Cámara de Diputados, un documento elaborado por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, con el título ‘La plata como moneda de curso legal’. Es la primera vez que nuestra asociación se ve apoyada por un documento oficial de la propia Cámara de Diputados. ¿Y qué es lo que encontramos en este documento? Encontramos que el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados está diciendo a la Cámara de Diputados: ‘Adelante, moneticen la onza; está bien, ya analizamos éste proyecto y encontramos muchos puntos favorables’. Este estudio menciona más de 16 ventajas. Éste es un apoyo de economistas, un documento elaborado por la propia Cámara, y los invito a todos ustedes a que lo busquen en la Internet para que lo lean y vean lo que dice su propio Centro de Estudios de las Finanzas Públicas; un apoyo muy importante. El Centro de Estudios ratifica, con datos y gráficas muy precisas, que esta medida resultaría muy benéfica para las clases media y baja e incluso para las familias más pobres situadas en los deciles más bajos.
Ahora vuelvo a hablar de la oposición del Banco de México a esta iniciativa, y quiero comentar algo sobre la función de don Guillermo Ortiz. Quiero decir que como gobernador del Banco Central, no tengo nada que reprocharle; él está haciendo su trabajo de acuerdo con las normas internacionales y lo está haciendo bien, incluso creo que estamos en mejores condiciones que los propios americanos. Así es que hacia ese aspecto, no se dirigen mis críticas. Pero creo y siento que en lo relativo a la iniciativa de la plata ha habido una oposición cerrada hacia esta medida y que no ha sido ético de parte del Banco de México intentar frustrar a la iniciativa con argumentos que son falsos.
En todos estos años han elaborado un solo documento que atestigua su autoría, y se llama ‘Consideraciones sobre el uso monetario de la plata’. A este documento hemos respondido con comentarios a cada duda y se los entregamos a ustedes para que lo puedan examinar detenidamente. Sin embargo, los argumentos que presentan, más que argumentos, son pretextos y palabras difíciles de entender exactamente; no se sabe concretamente a qué se refieren. En otras palabras, son abstracciones y falsedades. Ha habido un intento de espantar, de hacer creer a quienes tienen la posibilidad de aprobar esta reforma que eso causaría graves problemas, y no es así.
Por ejemplo, el Banco alega que si bajara el precio de la plata la población ‘devolvería las onzas al Banco de México, causándole grandes pérdidas’. Eso es falso. Es imposible, señores diputados, que el Banco de México y sus gobernadores no conozcan la Ley de Gresham, que se aprende en el primer semestre de Teoría Monetaria.
La Ley de Gresham dice que ‘la gente prefiere gastar primero el dinero que menos estima y prefiere retener el dinero que más estima’. Estos efectos de la Ley de Gresham se notaron desde hace 25 siglos en Atenas, cuando el dramaturgo Aristófanes dijo: ‘las monedas gastadas y maltratadas son las que circulan en Atenas, las nuevas y brillantes las oculta la gente’. ¿Por qué dijo eso? ¿Qué estaba haciendo la gente? Estaban pagando con las monedas que tenían menos atractivo y se guardaban las nuevas, que no estaban golpeadas y maltratadas. En 1357 el escolástico español Nicolás Oresmes dijo lo mismo. En el siglo XVI, Copérnico, el famoso astrónomo, que también fue economista, hizo semejantes observaciones en su obra ‘Monetae Cudendae Ratio’ de 1526. Finalmente esa ley recibió el nombre de Sir Thomas Gresham que fue financiero de la Reina Isabel I de Inglaterra; en una carta en que le escribe a la reina, le dice que la moneda menos deseable saca de circulación a la moneda más deseable.
O sea, en estos tiempos, ¿qué va a suceder con la onza Libertad cuando se monetice? Toda esa plata monetizada se va a ir al ahorro, porque es más deseable. Les voy a poner un ejemplo de la Ley de Gresham: si tienen ustedes en la bolsa unos billetes de cien pesos fresquesitos, y tienen unos ya gastados y rotos, pues ¿cuáles van a gastar primero? Obviamente sacarán ustedes los billetes de la bolsa y entregarán los billetes más gastados, esos los entregarán y se quedarán con los frescos; esa es la Ley de Gresham en acción.
La plata nunca va a entrar en circulación activa; así, de verla todos los días en circulación, no va a estar. ¿Por qué? Porque la gente la va a guardar, la va a retener para su ahorro; ese es el propósito de esta moneda. Entonces, nunca va a regresar esta moneda al Banco de México. ¡Que esperanzas! Jamás podría regresar una sola onza al Banco de México.
Las bajas en el precio de la plata no afectarían su valor monetario, porque una vez que el Banco de México dijera, ‘esta moneda vale $250 pesos’, seguiría valiendo $250 pesos, y si bajara la plata, al tenedor no le afectaría. El sabría que su valor de curso legal sería $250 pesos y que la podrá gastar con ese valor. Así, por ejemplo, nos pasó cuando teníamos billetes de papel de $20 pesos: valían $20 pesos; ahora los hacen de plástico y nosotros los seguimos usando porque valen $20 pesos; no nos importa que ya no sean de papel; ahora son de plástico, pero son de $20 pesos y los seguimos usando. Es lo mismo que le sucedería a la moneda de plata: si se dice que vale $250 y que el Banco de México no la va a cotizar en menos porque la ley así lo establece, a la gente no le importa que baje el precio de la plata. Al mismo tiempo, al Banco de México le beneficiaría que bajara la plata porque podría acuñar más monedas con mayor utilidad.
Durante 25 años tuvimos el peso 0.720; se acuñaron 458 millones de esas monedas preciosas. El valor de la plata en 1932, año en que yo nací, fue de gran depresión en los mercados; bajó la plata fuertemente, pero nadie regresó un sólo peso 0.720 al Banco de México.
Otra falsedad: nos dice Banco de México que la plata sería inflacionaria. Al contrario, la plata nunca puede ser inflacionaria porque va a ser guardada, va a ser ahorrada. El problema con el dinero de papel es que la gente lo gasta, se deshace de él para consumir cosas y conforme aumenta la cantidad de papel en circulación, baja el valor de cada unidad. Así es que nunca habrá inflación con la plata; esta es otra falsedad que nos pasa el Banco de México para espantar.
También nos advierte sobre la posibilidad de que la plata baje catastróficamente de precio. Fíjense, también señalo esto: ¿por qué escoger escenarios catastrofistas para desacreditar algo que es tan bueno y tan deseado? Si el Banco de México nos ha dicho que la demanda de esta moneda sería ‘enorme’, ¿por qué nos priva a los mexicanos de tener ese gusto? ¿Por qué su ‘suprema majestad’ determina que eso no nos conviene? Si la demanda sería enorme, ¿por qué no se nos satisface la demanda? Quisiera una contestación a esas preguntas, pero no hay contestación.
Otro torito que nos echan es la falsificación. Sí, es cierto: se puede falsificar una moneda; todas las cosas en el mundo se pueden falsificar. Sin embargo, para falsificar ocho millones de pesos en monedas de plata se necesita una tonelada de material de plata; si las van a hacer idénticas, necesitarían una tonelada. Y una tonelada de onzas ‘Libertad’ cotizadas a $250 pesos equivalen a sólo ocho millones de pesos. Entonces, ¿qué es más fácil? Está claro que es más fácil echar andar una máquina copiadora y una impresora en el sótano para falsificar millones de pesos. ¿Cuántos billetes caben en un metro cúbico? ¿Alguien lo sabe? Yo si lo sé: en un metro cúbico caben un millón de billetes; la cuestión es ¿de qué denominación los quiere?... ¿De $20 pesos, de $50 pesos, de $100 pesos? Si los quiere de $50 pesos, en un metro cúbico tienen ustedes $50 millones de pesos falsificados; en cambio, para falsificar 8 millones de pesos de plata, se necesita una tonelada de plata, con maquinaria pesada y un local donde no se note lo que esta pasando. La posible falsificación no es un gran problema frente a la magnitud de la bondad y la trascendencia de la monetización de la plata.
Ahora, otro toro que nos sueltan es la ‘transferencia de recursos’ a favor de quien posea una onza, debido al incremento de su valor a través del tiempo. Primero, cabe señalar que no es tanto que la plata suba, sino que el peso y el dólar valen menos. Por otra parte, no se pretende sustituir todo el dinero en circulación con plata. El Banco de México exagera el efecto, como si fuéramos a hacer una revolución total en el sistema monetario, y no se trata de eso; se trata de monetizar concretamente la plata que está ya creada, que ni siquiera tiene que gastar el Banco de México en crearla: 22 millones de onzas que ya están en poder del público; darles un valor monetario a esas onzas. Esas monedas, 22 millones de onzas, si se monetizaran ascenderían a 5,500 millones de pesos, que representan tan sólo cuatro milésimas del circulante, que asciende a más de 1,350,000 millones de pesos. Nunca se ha propuesto sustituir todo el dinero de papel y el dinero bancario con plata, pero Banco de México pinta exageradamente las cosas como si se estuviera proponiendo eso, para asustar. Más adelante regresaré a este tema de ‘transferencia’.
Otra falsedad: que la plata privará de recursos al sistema bancario, mismos que utiliza en importantes proyectos de inversión. En primer lugar, señores diputados, actualmente el negocio más importante de los bancos es prestar dinero para el consumo, no para importantes proyectos de inversión, como debería de ser. Una pregunta importante al margen: si el consumidor consume el préstamo, ¿con qué lo paga? Ahora, en segundo lugar: la plata monetizada que vayan acumulando las familias podría depositarse en custodia y luego ser usada como garantía para préstamos inmediatos a tasas preferenciales; la tasa de interés sería un par de puntos por encima de la tasa que paga el Gobierno Federal. ¿No sería ésta una buena noticia? ¿No serían los diputados portadores de una buena noticia para el público, de que con su ahorro en plata tendrían disponibles préstamos por el equivalente en pesos, acreditados a su cuenta, a tasas comparables a las que paga el Gobierno Federal? ¿Dónde han escuchado ustedes semejante propuesta? Sin embargo es perfectamente factible, porque la plata monetizada no se devalúa y constituye una garantía, líquida totalmente, para uso como el mejor colateral del mundo, para los préstamos que quieran obtener los que han ahorrado, y además sin perder su plata, misma que recuperarían cuando pagaran su préstamo. ¿A qué plazo quieren el préstamo? ¿Lo quieren a 30 años? Ahí está: a 30 años su préstamo. Lo quieren así, o a dos años, o a seis meses, o como lo quieran. Al banco sólo le interesa que su préstamo esté garantizado, y que le paguen una tasa de interés. Creo que ésta sería una noticia que a los diputados les conviene poder dar a quienes los han enviado con sus votos al Congreso.
Otro torito que nos suelta el Banco de México es que los costos de transacción con la plata serían muy altos; esto no es cierto, porque prácticamente con la plata no va a haber transacciones, va a estar el dinero descansando en el ahorro nacional. Ahora, si no va a haber transacciones, entonces ¿cuál costo de transacción? Si el Banco de México quiere fijarse en costos de transacción, vamos a ver los costos de las tarjetas de crédito: cada transacción con una tarjeta de crédito representa un costo para el mercado y un ingreso para un banco, eso es un hecho. Sin embargo, eso no se objeta, solamente cuando se habla de la plata, entonces se habla del ‘costo de transacción’. No veo cuál costo puede haber, y si lo hubiera, pues habría que dejarlo al mercado: que el ahorrador, que el tenedor de la onza decida si los costos de transacción son altos o no. ¿Qué le importa al Banco de México? Es el tenedor el que quiere la moneda y la acepta tal y como está, con todo lo que implica.
Vuelvo al alegato de Banco de México, de que ‘se estaría transfiriendo dinero a los dueños de las monedas’, que se estaría trasfiriendo una utilidad. Yo digo que esto, más que ser una transferencia o una utilidad, es dejar de perder, dejar de perder por ahorrar en papel dinero. Pero también podría haber una utilidad porque la plata misma podría tener una plusvalía en sí, aunque es difícil en estos días saber cuánto sería, porque parte del incremento del precio de la plata se debería a la depreciación del dólar y otra parte del incremento sería porque la plata es cada vez más escasa.
Así que ser dueño de la moneda de plata sería como haber comprado una casita que se escogió bien, por su estilo, su tamaño, su construcción, su ubicación, sus años de edad y su precio. Alguien la compra y al año o dos años ve que vale más, porque se han mejorado las calles, porque hay luz en toda la colonia, donde antes no había. Esa ha sido una buena inversión. ¿Y por qué no se ha de hacer con el dinero? ¿Por qué el dinero no ha de ser una buena inversión? ¿Por qué el dinero tiene que ser una inversión que acarrea pérdida? Por ahora, para compensar la pérdida el sistema bancario necesita pagar intereses sobre depósitos, sobre ahorros de papel. Vamos a preguntarnos: ¿por qué tiene que pagar intereses? Porque el dinero progresivamente vale menos. En cambio, a la plata la gente la quiere como está; nadie necesita ofrecerle a sus dueños intereses por su tenencia de plata.
Sin embargo, no se nos da esta oportunidad, no se quiere aprobar; es una oposición ciega. Los pudientes tienen la Bolsa y cuando hay utilidades en la compra-venta de acciones no pagan impuestos, pero le preocupa al Banco de México que la gran masa de los mexicanos puedan tener una moneda que les proteja su ahorro a través de una generación y dos, y eso es lo que va a enriquecer al país. Pero no, nos tenemos que ir cortando las piernas año con año, depreciando nuestra moneda. Los pobres no tienen refugio pero Banco de México no se apiada de las clases pobres, ningún refugio ha de existir para ellos; la brecha entre las clases pudientes y los pobres es más grande día con día.
Les doy un dato interesante: en Estados Unidos, en 1980, 5% de la gente vivía empleada en la industria financiera, y ésta producía 10% del total de las ganancias corporativas. Ahora, en 2007, los empleados de la industria financiera son los mismos 5%, pero la industria financiera genera el 40% de todas las utilidades corporativas. O sea, ¿a dónde se esta yendo el dinero?... A las finanzas. ¿Qué es lo que quieren ser todos los muchachos?... Sus hijos, señores diputados, ¿qué es lo que quieren estudiar? ‘Yo quiero estudiar finanzas, papá’. Claro, en finanzas es donde quieren estar, porque ahí es a donde está yendo el dinero. O sea, la gente que tiene dinero se está haciendo más rica con el dinero; los pobres no tienen refugio; con el sistema financiero actual se esta redistribuyendo la riqueza, pero para arriba. Necesitamos darles esperanza a las clases menos pudientes; de otra suerte, estamos jugando con lumbre; acuérdense de mí dentro de doce meses, señores diputados, a ver cómo evoluciona la situación en Estados Unidos y a ver cómo nos estará impactando aquí.
Banco de México, ciego a los beneficios de la plata, no quiere o no puede ver los efectos trascendentes sobre la autoestima de los mexicanos, sobre su orgullo de ser mexicanos, sobre la tranquilidad que les dará tener su ahorro en plata, el estímulo al trabajo y al esfuerzo personal al despertar la idea de ahorrar plata monetizada. No quieren ver que esta moneda posee un atractivo irresistible hacia el ahorro y que va a ser un contrapeso saludable al consumismo; no quieren que México se coloque a la vanguardia de los países que desean tomar alguna medida de protección contra la vorágine que arrastra a la economía de Estados Unidos y de Europa; dicho sea de paso, se objeta que ‘ningún país hace esto’, como si nunca pudiéramos ser los primeros en hacer algo bueno.
El día que México haga esto, otros países van a seguir nuestro ejemplo. Un eminente priísta, fundador del Banco de México, Eduardo Suárez Dávila, propuso en la Conferencia de Bretton Woods en 1944 que se ratificara la posibilidad de monetizar la plata, cosa que la Conferencia aprobó en consideración a México. No debemos tener miedo en defender y promover lo nuestro; Banco de México está viendo la oportunidad brillante de engrandecer la economía de México y sólo puede buscar defectos imaginarios.
Monetizar la onza no le costará un centavo al Erario; no quiere ver Banco de México ese regalo para los mexicanos; no le cuesta al Erario, ni le cuesta ya a Banco de México porque si no quiere acuñar una sola moneda más, ya están acuñadas las monedas; Banco de México ya incurrió el costo de hacer las monedas, ahora nada más es monetizarlas, que no cuesta nada.
Mientras se logra bancarizar al 70% de mexicanos que no pueden tener cuentas bancarias porque no tienen suficientes recursos, o porque están en lugares tan lejanos y en pueblitos tan apartados que no tienen acceso a los bancos, mientras no se logre esto, esta gente necesita la moneda de plata. Esto nos daría una base popular unida entorno a un símbolo nacional; esto es muy importante, que no se destruya la idea de la nacionalidad. Existe un proyecto en el mundo para desnacionalizar a los países y volvernos a todos como arroces, revueltos en una misma sopa.
Quiero ponerles un ejemplo de lo que sucedió recientemente en Estados Unidos, algo que ya nos pasó a nosotros y que ahora les está pasando a los invencibles americanos – y digo que ellos se creen invencibles, pero de que lo sean, es otra cosa. El año pasado, las acciones del quinto banco de inversión más grande de los Estados Unidos, Bear Stearns, valían $107 dólares. Un inversionista particular tenía invertidos mil millones de dólares de su patrimonio en estas acciones; el martes 8 del pasado mes de marzo, había caído la acción a $62 dólares; para el viernes de esa misma semana, había caído a $30 dólares la acción, y el siguiente lunes 14 de marzo, los accionistas amanecieron con la triste noticia que sus acciones valían $2 dólares y su banco estaba en bancarrota. Están sucediendo cosas asombrosas como esas en el mundo financiero; la tempestad está arreciando, y no es una cosa que tenga remedio porque el daño ya se causó. Vean ustedes una gráfica donde se muestra que el sistema bancario americano no tiene, a febrero de 2008, reservas propias; las reservas que tiene son las que ha pedido prestadas, o sea, son un pasivo; no tiene propiedad el sistema bancario americano, está tronado.
El temor prevalece en los medios financieros de Estados Unidos; protejamos a nuestra población contra la pérdida de valor del dinero. El 15 de junio de 1944, don Manuel Gómez Morín, fundador del PAN y del Banco de México, escribía en su periódico ‘La Nación’: ‘las monedas de plata han sido y por mucho tiempo serán todavía el recurso final de nuestras economías empobrecidas o desquiciadas por malos gobiernos; por todo ello, la moneda de plata es la moneda del pueblo. Mientras una parte mínima del acervo monetario se mantenga en plata, las consecuencias de los desastres tendrán un límite y será posible evitar que esto se traduzca en hambre y desesperación del pueblo y quedará siempre abierta la posibilidad de reconstrucción del régimen monetario y de la economía del país’. Muy sabias palabras de este eminente político y economista mexicano, que tienen aún más valor hoy que cuando se escribieron. La bancarización del país seguirá adelante, sin duda, pero insistimos con don Manuel Gómez Morín, en que no todo el ahorro de la nación debe de estar en manos de unas cuantas instituciones privadas que cuando prosperan se reparten pingües ganancias, y cuando están frente a la quiebra socializan sus pérdidas pasando sus carteras incobrables al Erario. Banco de México hará bien en reconocer esta realidad.
El Banco de México es el proveedor de moneda para toda la nación mexicana, no es la Cámara de la Industria Bancaria. Deberá desistir de su oposición a la moneda de plata monetizada y dejar de crear confusión entre los señores legisladores, por carecer de argumentos válidos. Tienen ustedes el único documento oficial que ha publicado Banco de México con las respuestas que hemos dado a cada una de sus reflexiones, ojala puedan examinarlo.
Señores diputados: están ustedes a pocos pasos de un parteaguas. Frente a ustedes está la posibilidad de un México feliz y orgulloso que retome para siempre la moneda de plata. La plata, símbolo nacional junto con el águila del Escudo Nacional; la plata, factor de unidad política; factor de tranquilidad doméstica, factor de confianza en el futuro, factor de orgullo nacional, factor impulsor y motivador del ahorro y del esfuerzo por realizar las aspiraciones de nuestra nación.
Su privilegio es pasar este parteaguas y contemplar el fruto de su decisión, reflejado en el destino feliz de la nación, así como recoger el honor que está en ustedes hacer suyo con la expresión de su voluntad soberana y afirmativa.
Señor diputado Jorge Estefan Chidiac, presidente de la Comisión de Hacienda, señores diputados integrantes de esta comisión: les agradezco profundamente la oportunidad que me han dado de hacer esta presentación ante ustedes. Muchas gracias.