El Banco de México ha considerado prudente elevar la tasa de interés a 7.75%, para poner freno a la inflación de precios.
La inflación de precios es sólo uno de múltiples efectos que tiene crear crédito – y por consiguiente, dinero en circulación - de la nada, que es lo que correctamente es la inflación.
El término “inflación” se usó inicialmente para denotar el acto de meterle “aire” a los estados financieros de los bancos de antaño. Esto ocurría cuando un banco otorgaba crédito más allá de sus recursos reales disponibles para prestar, proporcionados por los depositantes de ahorros. El banco que “inflaba”, apalancaba su Balance con más deuda (incremento en saldos en cuentas de cheques de sus clientes que tomaban más préstamos) por el lado del Pasivo, y por el lado del Activo, registraba más deudas a su favor por cuenta de sus deudores.
Hoy, la inflación de los Balances en México está ocurriendo principalmente por el incremento en crédito a consumidores, que aparece como Activo en los Balances de los bancos con Pasivo a cargo de Tarjetas de Crédito de consumidores.
Cuando los saldos totales a cargo de las cuentas de Tarjetas de Crédito del sistema bancario aumentan, hay una inflación de crédito y ha ocurrido el equivalente de un incremento en el circulante. Mayor cantidad de crédito disponible para los consumidores es igual que más dinero en circulación, y tiene el mismo efecto: presiona los precios hacia arriba.
La “inflación” hoy en día se refiere al efecto – la tendencia a la alza de precios – y no a su causa, la expansión de crédito. Lo cual causa una confusión muy conveniente políticamente, pues distrae la atención popular de la causa – expansión de crédito – y la dirige al efecto: alza de precios.
La única arma que tiene disponible el Banco de México para frenar la expansión del crédito, es encarecerlo: por eso, ha decidido elevar la tasa de interés a 7.75%
El uso de esta arma puede ser efectivo, pero tiene el inconveniente que no sólo puede atenuar el deseo del Consumidor a incrementar su saldo a pagar en su Tarjeta de Crédito, sino también tiene que encarecer el crédito para el Productor. Al restringir la actividad de quienes producen en lugar de consumir, se inhibe la oferta de bienes al mercado. La escasez propicia el encarecimiento, que es precisamente lo que se quiere frenar.
Otro inconveniente de elevar la tasa de interés, es que atraerá un flujo adicional de moneda digital del exterior que llegará para aprovechar la oportunidad de una tasa de interés mayor en pesos digitales. Cuando se venden esas monedas digitales extranjeras por pesos, se incrementa el circulante mexicano, que a su vez tendrá como efecto elevar los precios.
Todos los Bancos Centrales del mundo están frente al mismo dilema: ¿Cómo frenar el consumo con alzas en las tasas de interés, si a la vez se encarece el crédito a los productores y atrae más dinero digital del exterior? Ni uno solo de los Bancos Centrales tiene forma de resolver el dilema. Las páginas financieras de los periódicos están llenas de la controversia sobre el dilema; se reportan las palabras de los Gobernadores de los principales Bancos Centrales de todo el mundo y todas ellas consisten en ofuscaciones respecto a la solución de la inflación de precios mundial.
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En el caso de México, se ha propuesto una medida muy sencilla y efectiva para reducir el deseo de consumir de parte de la población, sin necesidad de elevar la tasa de interés. Se lograría con esta medida, aliviar la tendencia a la alza de precios sin entorpecer la función de los productores, con la participación espontánea de la población en la reducción de su deseo de consumir.
Lo contrario de consumir, es ahorrar . ¿Cómo inducir a la población a ahorrar en lugar de consumir, sin elevar intereses? Para lograr esto, hay que ofrecerle a la población algo que prefiera como más deseable que consumir con cargo a su Tarjeta de Crédito y pagar más intereses.
El Banco de México se ha opuesto férreamente al proyecto de crear de una unidad monetaria que le sería de gran utilidad para aliviar el alza de precios, porque no ha comprendido cabalmente que la creación de esta nueva unidad monetaria no es una amenaza para el Banco, sino un magnífico auxiliar para apoyar la conducción de su labor. Tendría en sus manos la solución al dilema que hemos mencionado, que agobia a todos los Bancos Centrales del mundo sin excepción.
Nos referimos a la monetización de la onza de plata “Libertad” .
El atractivo de la moneda de plata, convertida en dinero contante y sonante, sería irresistible. El público, al adquirir esta moneda, la destinaría al ahorro. Por ningún motivo – salvo una gran emergencia – estaría dispuesto al soltarla.
El público moderaría su propensión al consumo, con tal de hacerse de monedas de plata convertidas en dinero. Se frenaría así, con la participación voluntaria del público, la tendencia a mayor consumo y la consiguiente presión sobre el nivel de precios. Además, ocurriría esto sin la necesidad de elevar la tasa de interés.
Obra en nuestro poder, una encuesta sobre la opinión pública al respecto, hecha por una prestigiada firma encuestadora. La conclusión contundente de la encuesta es que el público, en forma abrumadora, ahorraría esta moneda si la tuviera a su disposición.
Imploramos una vez más al Banco de México que reconsidere su oposición a la monetización de la onza de plata en vista de que pone en sus manos un instrumento que será muy efectivo en la lucha contra la inflación de precios y que deja a salvo al sector productivo de la economía nacional de una carga adicional que será elevar la tasa de interés.
La colocación en circulación de una moneda de plata convertida en dinero, de inmediato aplaca el deseo de consumir e incentiva en forma irresistible el ahorro. El alivio de la presión a la alza sobre los precios será efectiva e inmediata en proporción a la cantidad de tal moneda que se ponga en manos del público, lo cual quedará a la discreción del propio Banco de México.
Más información: www.plata.com.mx