La mayoría de los analistas económicos han sido benévolos al opinar que el plan propuesto por el presidente Calderón es insuficiente pues, en realidad, se trata de un programa de gobierno contraproducente y desatinado.
Éste se propone “mitigar” la crisis básicamente con dos medidas: 1) control de precios y, 2) gasto público.
Es decir, al igual que los “rescates” y planes de emergencia elaborados por otros gobiernos, el nuestro no desea más que aplicar la teoría keynesiana: al alcohólico, para curarlo, hay que darle más alcohol.
Éste es el absurdo y totalmente destructivo plan que se sigue en los EE.UU., en el Reino Unido, en Europa, en Japón, en China.
Aclaremos. La crisis se originó por una orgía de deuda y de consumo, despreciando el ahorro y el crédito limitado y sano. En lugar de estimular el ahorro para comenzar a sanar las economías, los políticos y sus economistas, totalmente irresponsables, tienen el programa de restaurar la orgía de deuda y de consumo alocado con más de la medicina que le ocasionó la enfermedad al paciente: mayor inyección de dinero, más déficit y gasto público, más crédito creado de la nada. Ni una palabra sobre la urgente necesidad del ahorro, única forma, absolutamente, de lograr la salud económica mundial.
La economía de los EE.UU. va este año a un enorme colapso general. Al estallido de las burbujas de los créditos chatarra, de la bolsa y del mercado de derivados, viene ahora el estallido de la burbuja de los bonos del Tesoro y el consiguiente colapso del dólar. Sin duda alguna, el próximo verano estaremos contemplando la explosión de ira y frustración de la población contra los responsables. Los EE.UU. están desahuciados. Están Madoffizados.
La única verdadera alternativa, para nosotros, es incrementar el ahorro, moderar las importaciones de artículos de consumo, elevar las tarifas de importación (los EE.UU. subsidiando su industria automotriz han demostrado que la globalización que nos impusieron ya pereció) y, muy importante, estimular nuestra propia agricultura para crear más empleos. Además, urge señalar que crear más dinero sólo empeora las cosas. El Banco de México ya reporta una inflación de 6.53%, y ésta crecerá con el programa propuesto por el gobierno, agravando la situación de la clase media y de los trabajadores.
En febrero, el Congreso abrirá un Foro para la discusión sobre cómo enfrentar la recesión. Es muy necesario que en esa ocasión se hable de la monetización de la plata, para que el Congreso actúe, ya que ésta ofrece tres ventajas:
1. Ahorro . La conversión de la moneda de plata en dinero va a crear una demanda insólita de ese producto. Eso podrá amainar el deseo de artículos de consumo de importación. La gente quiere ahorrar y, si se le ofrece algo tan atractivo como una moneda indevaluable, preferirá atesorar esta moneda - que es ahorrar - en lugar de comprar otras cosas. Es lo que necesita hacer el público, crear sus propias reservas.
Los fondos de retiro en todo el mundo están en jaque. Los gobiernos no podrán cumplir con los retiros prometidos. Necesitamos enfocar las energías de la nación entera a ahorrar para su seguridad ante el desplome del dólar que viene, para hacerse, cada uno, de sus propias reservas. 100 millones de mexicanos, con el deseo de ahorrar y la posibilidad de hacerlo, son una fuerza enorme, mucho más poderosa que cualquier programa de gobierno. Y además, no cuesta nada al Erario y le ofrece un ingreso que hoy no percibe, derivado del señoreaje.
¿De qué sirve que al trabajador desempleado se le permita retirar parte de sus ahorros de pensión de forma anticipada si los va a gastar y se van a evaporar? Su condición será peor que la anterior.
Todo cambia si puede comprar plata monetizada indevaluable para proteger su ahorro y su futuro.
2. Exportación. El mundo entero tendrá gran interés en poder adquirir plata mexicana monetizada, que será un medio popular más atractivo que cuentas de banco en cualquier divisa actual, de papel. La plata monetizada es un super-producto de primera importancia. Exportar moneda convertida en dinero, es una industria de colosal importancia para México, en vista de que el comercio internacional está sufriendo una atrofia enorme en estos momentos. Nuestra exportación de petróleo será nula en dos o tres años. Y ¿entonces, qué? Entonces, exportaremos plata con un valor agregado, mientras que hoy se remata en Nueva York a precios irrisorios.
Es razonablemente previsible que si se monetizara una parte significativa de nuestra producción de plata (que es de 100 millones de onzas anuales y que próximamente aumentará sustancialmente) digamos el 50% de la misma, que ascendería a 50 millones de onzas, esta sustracción de la exportación de plata en bruto provocaría una alza en el valor internacional de la plata a $40 dólares la onza; esto es, se duplicaría el precio recientemente alcanzado por la plata de $20 dólares la onza.
La exportación de plata en bruto de 50 millones de onzas ascendería a $2 mil millones de dólares – el doble de lo que produce la exportación total de plata actualmente.
La exportación de plata monetizada, con un valor de $45 dólares la onza (incluidos cinco dólares la onza por concepto de señoreaje en favor del Banco de México y del Erario) podría estimarse en 40 millones de onzas, dejando 10 millones de onzas para el mercado nacional. Esas 40 millones de onzas monetizadas se exportarían con un valor monetario de $45 dólares la onza, produciendo una exportación con valor de $1.6 mil millones de dólares.
La monetización le produciría al Banco de México y al Erario un ingreso de $200 millones de dólares anuales por concepto de señoreaje a la moneda exportada, más $50 millones de dólares por concepto de señoreaje sobre la moneda destinada al mercado mexicano. Es decir, el ingreso total para el Banco de México sería de $250 millones de dólares anuales.
Estas estimaciones – calculadas naturalmente grosso modo - nos dan un resultado de exportación de plata en bruto, más plata monetizada, de $3.6 mil millones de dólares. El cálculo es conservador, ya que no hay razón de fondo para no incrementar a más de 50% la parte de producción nacional que podría ser monetizada. El mercado mundial para esta moneda sería prácticamente inagotable, dado que no existe en el mundo actual una moneda que le pueda competir en cuanto a su demanda.
3. Inversión productiva. La plata monetizada, podrá servir de colateral supremo para préstamos a tasas muy bajas, a plazos según la conveniencia de quien toma el préstamo. Préstamos de facilísima concesión, porque están garantizados con dinero en forma de plata ahorrada.
En ningún periódico, se puede decir esto. Es como Tomás Édison intentando explicar la importancia del foco eléctrico cuando la iluminación era de gas. Sólo se aceptó la iluminación eléctrica, después de que Édison iluminó parte de la ciudad de Nueva York, una noche. Cuando la gente vio, entonces creyó. Así será la monetización, un éxito enorme en cuanto se vea.
Necesitamos que el proyecto de monetizar la plata figure en el Foro del Congreso, y que quienes allí lo discutan, estén concientes de que sí existe una alternativa para los ahorradores mexicanos. Esto se convertirá en una fuente de optimismo para todos e indicará al resto del mundo que sí existe una disyuntiva ante el daño que nos ha endilgado la estratosférica expansión de dinero ficticio.