El Banco de México ha expresado la opinión que la monetización de la onza de plata “Libertad” sería inflacionaria y por tal motivo se ha opuesto a la monetización de la onza.
La Asociación Cívica Mexicana Pro Plata, A.C., siempre ha sostenido que la monetización de la onza de ninguna manera sería inflacionaria, porque casi la totalidad de las monedas que pudieran acuñarse irían a dar al ahorro a largo plazo. La “velocidad de circulación” de la moneda sería casi cero, porque sólo en casos de fuerza mayor estarían de acuerdo los ahorradores en sacar al comercio sus onzas ahorradas.
Ahora el Banco de México, siguiendo el malo e inútil ejemplo de los Bancos Centrales del resto del mundo, tiene como objetivo introducir la inflación monetaria para “revivir” y “alentar” la actividad económica, que está en plena contracción, lo cual alarma tanto al Gobierno Federal como al Banco de México.
Si el Banco de México sigue insistiendo que la monetización de la onza “Libertad” sería inflacionaria, pues entonces ¿por qué sigue objetando la monetización de la onza? Inflación monetaria es lo que ahora persigue; por eso, ha comenzado a bajar la tasa de interés (el viernes 16 de enero el Banco de México recortó la tasa de referencia 0.50% - de 8.25 a 7.75%).
Es evidente que Banco de México se aferra al paradigma erróneo que el dinero necesariamente debe ser dinero ficticio. Su oposición a la monetización de la onza de plata es dogmática, ideológica, carente de sustento lógico.
* * *
La Depresión Mundial que ha iniciado, es una consecuencia de la creación anterior, durante décadas, de cantidades gigantescas de deuda (a la que se le ha llamado “expansión de crédito”, porque siempre suena mejor, “crédito” que “deuda” – aunque son de hecho, las dos caras de una misma actividad).
La deuda ha resultado insostenible. (Ver mi artículo: ‘El proceso monetario internacional' al respecto de la explosión de crédito y su inevitable implosión, al resultar insostenible. Insostenible porque el pago de intereses para mantener al corriente y viva la deuda mundial excede la capacidad de pago en todo el mundo.)
No hay otra forma – y lo afirmamos categóricamente – para salir de este pantano de deuda excesiva, más que la cancelación por incobrable de montos enormes de deuda.
Esto requiere de bancarrotas masivas; es la medicina económica indispensable para restaurar la salud económica en el mundo. Si queremos sanar pronto y seguir adelante con actividad económica sana, productiva de riqueza, eso es lo que se requiere.
Políticamente, será quizás intolerable una acción tan drástica. Pero entre más lento sea el proceso de cancelar deuda, más tardaremos en sanar.
Por otra parte, se puede recurrir a cancelar la deuda de una forma paralela que será probablemente más aceptable políticamente: la depreciación de las monedas del mundo por medio de la inflación del circulante monetario. Esto hará posible el pago de intereses sobre la deuda menos mala y su reducción por liquidación, porque se estarán usando unidades monetarias devaluadas.
La combinación de bancarrotas por cancelación de deuda impagable, junto con inflación monetaria, será probablemente el camino menos doloroso a la recuperación de la salud económica.
Este proceso tardará más, el dolor será más prolongado, pero quizás más soportable políticamente. Entre más se quiera evitar el dolor, más tardará en llegar la “normalidad”. Estaríamos en crisis por muchos años.
No hay otra salida: la cancelación masiva de deuda impagable es inevitable.
La gigantesca creación de crédito/deuda durante las décadas pasadas, facilitado por dinero ficticio en todo el mundo, nos permitió vivir a un nivel de vida que ahora resulta insostenible. Se hicieron enormes inversiones que no correspondían a una realidad económica, es decir, malas inversiones que tienen que reconocerse como tales. Ésta es la realidad, que no puede ocultarse. Los grandes financieros centralbanquistas aún no quieren reconocer esta realidad. Se están quebrando los sesos buscando una medicina económica que pueda restaurar la salud económica, pero que no cause dolor. No hay tal medicina.
La casa económica se ha incendiado y no quedan más que cenizas. No hay más que reconocer los hechos y comenzar a reconstruir sobre bases sanas. El dinero internacional para la reconstrucción tendrá que ser, forzosamente, el oro.
Llegamos al dinero de papel, dinero ficticio, por una serie de acomodos pragmáticos que comenzaron al iniciarse la guerra de 1914; estos acomodos se basaron en la hallar la conveniencia momentánea en las coyunturas económicas conforme se iban presentando, sin detenerse en pensar en los principios que gobiernan la creación de verdadera prosperidad.
Nos desviamos totalmente, del principio económico fundamental, que la moneda forzosamente tiene que estar ligada al oro. La desviación determina fatalmente que ahora tenemos que sufrir las consecuencias.
* * *
Tras la liquidación del crédito/deuda incobrable/impagable urge estimular al máximo, pero no por medios “ keynesianos ”, es decir por continuación de la inflación, sino por el estímulo al ahorro.
Durante la liquidación forzosa, la moneda de plata monetizada protegerá a quienes ahorren dicha moneda: toda la moneda que pueda acuñarse irá a dar al ahorro nacional y este ahorro servirá para proteger a las familias mexicanas.
Concluida la liquidación, el retorno a un peso ligado al oro constituirá un incentivo mayúsculo a la creación de ahorro masivo; servirá, junto con la plata para uso popular, para moderar el consumo y alentar el ahorro, única – única – base para una prosperidad sostenible para México.
Fue la crisis del 94-95 la que me impulsó a pensar en la plata como moneda para México, porque percibí que lo que nos había hecho falta, había sido el ahorro a largo plazo para financiar el desarrollo de nuestro país. Esto lo expresé en 1995, en mi libro “ La Plata – el Camino para México”.
Dos y dos son cuatro; el mundo no es plano, es esférico. La realidad es que la prosperidad no se alcanza por medio de ficciones como el dinero “fiat”, de papel o digital. Se alcanza por el trabajo fincado sobre la realidad del dinero de oro y de plata.
Entre más tarden los grandes financieros del mundo en reconocer la realidad, más tardará el mundo en salir del pantano espantoso de la Depresión Económica.