Nos enteramos al leer “El Financiero” del 29 de octubre de este año, que Banamex tiene un programa de “Educación Financiera” que están promoviendo entre niños y jóvenes.
Bien haría Banamex por comenzar por la “educación financiera” de los altos ejecutivos del banco que es dueño de Banamex, Citibank, un mega banco de Nueva York. Está clarísimo que a la alta dirección de Citibank le faltó buena dosis de “educación financiera”, ya que metió a Citibank en un atolladero que le ha resultado fatal. Citibank está escondiendo fuera de balance la friolera de $800,000,000,000 de dólares - ¡Qué linda cifra, así, con tantos ceros! ¡Ochocientos mil millones de dólares! – de préstamos de dudosa recuperación. Citibank está tronado, bien y bonito. ¿Qué mejor prueba que les faltó “educación financiera”?
La asociación oficial de contadores públicos en E.U. informó a Citibank y otros bancos tronados, que era necesario, para información y transparencia, que subieran estas cuentas incobrables o de dudoso valor, a su Balance. A lo cual estos genios, cuya subsidiaria Banamex pretende educar al público, respondieron llanamente que: “No es práctico subir al Balance, esas cuentas, por el momento.”
El dinero de papel ha sido para México como una locomotora que nos atropella y corta las piernas cada y cuando. En México, el primer dinero de papel se vio en 1854, con una emisión de billetes del Banco de Londres y Sud América. Hubo en esos días, una caricatura profética, publicada en un periódico, de un indígena aseándose con un billete.
En 1910, la tasa peso-dólar era de $2 pesos por $1 dólar. Hoy estamos a $13,000 pesos por dólar, si le quitamos el maquillaje que le dio al peso Salinas de Gortari, al quitarle tres ceros. La locomotora inflacionaria, cuyo combustible es el dinero artificial, ha hecho bien su trabajo; con regularidad pasa por encima de los mexicanos y les cercena sus ahorros.
Y eso que el dólar mismo, hoy no vale más que 4.5 centavos del dólar de 1910.
Los bancos con su Bancos Centrales – Banxico en el caso de México – han planchado al mundo. Y es necesario educar a las generaciones que vienen, para preparar nuevas víctimas.
“El Financiero” informa que según el subsecretario de Educación Media Superior, Miguel Székely, “la educación financiera debe ser un tema prioritario (sic) en la agenda educativa y nacional, ya que los hogares mexicanos ahorran poco, cuando hay condiciones favorables para ello.”
Proponemos que en lugar de hablarse de “educación financiera”, que es simplemente una forma hipócrita de encubrir el propósito de lograr que más jóvenes vayan llevando su dinero, cuando se lo ganen, a depositar a Banamex, se hable más “transparentemente” de un programa de “confusión financiera”, que tendrá por objeto meterles a todos los jovencitos ideas sobre intereses, cómo calcularlos y diversas formas de prestar sus ahorros a Banamex, para que los planchen subsecuentemente con la inflación monetaria, que es parte de la cultura financiera de México.
Introducir lo complicado en lugar de lo sencillo. ¿A quién le conviene? Al que se va a aprovechar del confundido cliente depositante, para que el cliente se deshaga de billetes y entregue sus billetes a Banamex, donde el dinero – ya sólo papel, que más adelante servirá para asearse uno - se volverá dinero imaginario, porque jamás nadie ha visto, ni tocado, ni olido un depósito en cuenta de ningún banco. Es el segundo paso en el proceso de planchado por la locomotora.
Para atraer depósitos, se pagan intereses. Sólo así se puede vender la idea del dinero imaginario. El 67% del dinero que creemos tener los mexicanos, es imaginario y no es más que dígitos en computadoras. Dinero virtual, pues.
Concluiremos con una lección que deberían aprender los “educadores financieros”:
El público no es tonto. El público ahorra poco, porque ya le ha pasado la locomotora inflacionaria por encima demasiadas veces. Einstein dijo que “un loco es alguien que persiste, incesantemente, en hacer algo que no da resultado.” No es agradable, ser atropellado por una locomotora.
El público no es ni tonto ni loco. Ya no quiere que lo machuque la locomotora otra vez. La gente con más dinero – y más astucia – puede (a veces) ver venir la locomotora y entonces sucede la “fuga de divisas” de los “sacadólares”. Pero el ahorrador medio, de escasos recursos, no la ve hasta que la tiene encima.
Lo que el público mexicano ahorraría, y con voracidad, sería una moneda de plata convertida en dinero. México tendría el más alto porcentaje de ahorro del mundo – y sin pedir a cambio intereses por ese ahorro – si se le ofreciera esa moneda para su ahorro.
Hay una especie de esquizofrenia entre los economistas (a sueldo de los banqueros) respecto del ahorro. Por una parte, están a favor de que el público entregue sus billetes a los bancos a cambio de un depósito de dinero imaginario, porque así los bancos tienen con qué lucrar y sentirse cómodos. Pero por otra parte, si se trata de ahorro verdadero, no en dinero imaginario, sino en monedas de plata contantes y sonantes, pues esto no les gusta ¡para nada! Porque ese dinero no se va a convertir en dinero imaginario, que es lo que ofrecen los bancos.
Por eso, hay que “educar financieramente” a los muchachos, para que los pobres inocentes, a quienes aún no ha planchado la locomotora de la inflación, lleven sus ahorros a Banamex y otros bancos. Y no se ha de mencionar ni por casualidad, ni en “El Financiero” ni en ningún otro periódico, que existe la posibilidad de convertir sin costo alguno, una moneda de plata en dinero; con lo cual se dispararía el ahorro mexicano en forma sorprendente.
Lo que está a la vista del mundo entero, hoy, es: que los bancos de todo el mundo han buscado su provecho particular por encima, muy por encima, del bienestar de los pueblos con los que medran, y que es para asegurar su provecho particular que tienen programas de “Confusión Financiera”, para confundir a los jóvenes que ha de planchar la locomotora inflacionaria que manejan los bancos.
Que se eduquen los educadores financieros:
¡La Plata es el Camino para México!