El primer requisito para lograr una acción exitosa sobre el mundo físico es contar con información correcta de los hechos sobre los cuales se desea actuar.
Los hermanos Wright comprendieron la importancia de este requisito cuando comenzaron a construir una máquina que volara, pues su primer paso fue elaborar un rudimentario pero efectivo estudio de aerodinámica; luego construyeron modelos de alas y probaron su comportamiento. Después procedieron a diseñar un ala basada en los resultados de sus pruebas y así lograron un éxito histórico en 1903.
Como resultado del enorme éxito que la industria logró durante los siglos XIX y XX, la humanidad se ha enamorado de la Física, el estudio del mundo material. En el ámbito físico la experimentación es fundamental y proporciona resultados confiables, porque en el ámbito físico podemos repetir indefinidamente un experimento y siempre vamos a obtener exactamente el mismo resultado.
Vivimos en un mundo de éxitos deslumbrantes: la maravillosa televisión, miles de millones de teléfonos celulares, Internet, fantásticos viajes aéreos – la lista es interminable.
Sin embargo, con respecto a la situación actual de los seres humanos, el resultado no es para nada agradable. Nuestro mundo está en bancarrota; cada día crece el descontento popular hacia la situación política y económica; la hambruna comienza a aparecer en algunas regiones; el mundo financiero está en completo desorden. En síntesis: la humanidad no está contenta.
Lo que sucedió durante los dos siglos anteriores fue que los pensadores más destacados fueron seducidos por los éxitos de la Física y cayeron en la idea errónea de que los principios que resultan tan exitosos en ese ámbito, son los mismos principios que pueden resolver los problemas humanos – gran error.
Si analizamos la economía actual y su actividad gemela, la política, encontramos que las bases del Keynesianismo –que rige el mundo de hoy- son fundamentalmente un intento de aplicar los principios de la Física en un ámbito que no está gobernado por la Física, sino por la capacidad humana de elegir: el ámbito de la elección, cuyo estudio fue desarrollado por la Escuela Austriaca de Economía, fundada en el Siglo XIX por Karl Menger, y ahora por su versión moderna, la Nueva Escuela Austriaca de Economía, que encabeza el Profesor Antal E. Fekete. (Ver www.professorfekete.com).
La Física cuantifica: mide, pesa y contabiliza tiempo y cantidad; experimenta y determina relaciones predecibles entre las causas físicas y los efectos. El funesto error de la Economía Keynesiana, que ahora está sumiendo a todo el mundo, ha ocurrido porque los Keynesianos han estado determinando la política económica en base a estadísticas, un proceso de medir, pesar y contar. Y entonces han procedido a experimentar, tal como hacen los físicos, con la humanidad; las colosales inyecciones de dinero a la economía estadounidense, conocidas como QE1 y QE2, han sido públicamente reconocidas como un simple experimento. Los Keynesianos han esperado un éxito deslumbrante a partir de su ‘enfoque científico’ de la economía pero, como es evidente, han fracasado en forma rotunda.
El hecho es que existen dos ámbitos sobre los cuales puede operar la inteligencia humana: el ámbito de lo material, el mundo físico, y el ámbito de los acontecimientos humanos: la Economía Austriaca y su actividad gemela, la política.
La Física es el enfoque correcto para ocuparse del mundo material. Pero tan pronto como queremos incidir en el ámbito de la acción humana entramos a una esfera completamente distinta, porque los seres humanos pueden elegir. No existe ni siquiera algo parecido a una elección en el mundo material; elegir es una facultad exclusiva del ser humano.
La Física se ocupa de interpretar la relación entre entidades que no tienen capacidad de elegir. Por lo tanto, los experimentos físicos revelan resultados constantes y predecibles, pero la Física resulta impotente cuando el objeto de su estudio puede elegir: si el átomo tuviera la capacidad de elegir, ¡la Física no podría tener una teoría atómica!
Ya que los seres humanos tienen la capacidad de elegir, la teoría económica basada en las leyes de la Física no puede resultar exitosa al tratar de aplicarse a los seres humanos. Las constantes no existen en el ámbito de la acción humana porque las personas eligen y, por lo tanto, son impredecibles. Las gráficas de poco sirven porque sólo nos demuestran algo que ocurrió en el pasado pero, como todos los especuladores exitosos (y los no exitosos) saben, éstas no ofrecen ninguna certeza sobre lo que sucederá en el futuro. Las estadísticas son selecciones arbitrarias de una masa gigantesca de datos históricos –todos los datos son históricos, ya que registran lo sucedido- y están inevitablemente empañadas por los juicios de valor de quien elabora la estadística, ya que éste selecciona solamente los datos que considera importantes. Y las ecuaciones son inútiles y engañosas, porque elegir tiene que ver con diferencias, mientras las ecuaciones tienen que ver con igualdades.
‘La Sociología’ –creación de Augusto Comte- aspira a reducir el comportamiento humano a una ciencia, y la coloca al lado de las ciencias físicas, pero como una vez alguien dijo, con ingenio: ‘lo único que la Sociología ha sido capaz de descubrir es: que algunos sí, y algunos no”. ¿Qué sí, y qué no? ¡Pues nada… y todo!
Y aún así, esto es de lo único que se trata la Economía de hoy: estadísticas, búsqueda de constantes y elaboración de gráficas. Es el enfoque de la Física sobre un ámbito que está completamente fuera de su alcance. El fracaso –la incapacidad de alcanzar sus objetivos- es el resultado garantizado de aplicar la mecánica Keynesiana a la política, porque los objetos con los que la Física puede tratar exitosamente, no tienen la facultad de elegir, mientras los seres humanos sí pueden elegir en cada momento de su vida.
Ahora combinemos la economía mecanicista con la máquina de imprimir y el dinero digital que el mundo está obligado a usar, y tendremos suficientes razones para ver el colapso de la civilización, tal como la conocemos. En verdad resulta muy curioso que toda una civilización tan brillante pueda venirse abajo por aceptar un simple par de ideas falsas.
PD: En México, cuando se propone la idea de la moneda de plata a este tipo de economistas, suelen contestar: ‘corran un modelo’, lo cual ilustra perfectamente su mentalidad mecanicista. Yo le contestaría a eso: “¿Se va usted a casar?... Corra un modelo de lo que será su matrimonio…”