El famoso y poderoso John Pierpont Morgan, banquero neoyorkino del Siglo XIX, pronunció la siguiente afirmación contundente: “El oro es dinero; todo lo demás es crédito.”
El oro es el supremo dinero real, seguido por la plata. Lo que usa el mundo de hoy, “divisas”, son certificados de deuda emitidos por los diversos bancos centrales de las naciones; estos certificados ya sean de papel o digitales, no son dinero real, sino dinero artificial – dinero “fiat” o sea, dinero por decreto gubernamental.
¿Por qué el oro es el supremo dinero real, seguido por la plata?
Se ofrecen diversas explicaciones pero generalmente, no son acertadas.
Se alega que el oro y la plata son dinero por las diversas cualidades de estos metales, como lo son su maleabilidad, su durabilidad, su resistencia a la corrosión, su escasez, la dificultad de extraerse de la tierra, etc. Pero por otra parte, estas razones no explican por qué el platino o el paladio, que comparten estas cualidades, no son dinero. El platino por ejemplo, es más escaso que el oro y comparte las mismas cualidades con el oro, y sin embargo, no se acepta como un metal monetario. ¿Cómo explicar esto?
Para explicar por qué el oro y la plata son los metales monetarios, nos tenemos que remontar a un hecho histórico irrefutable: la humanidad entera ha escogido al oro y a la plata, como metales monetarios. Este es un hecho que estamos obligados a aceptar, como tenemos que aceptar que los planetas giran en torno al Sol. La aceptación del oro y de la plata como metales monetarios es un hecho histórico que se remonta hasta los inicios de la historia humana. No nos queda más que aceptar este hecho.
De este hecho, se desprende que el oro (y en menor grado, la plata) tiene una utilidad marginal alta, que no disminuye con cantidad. El principio de la utilidad marginal fue un descubrimiento del economista austriaco Carl Menger en el Siglo XIX.
Carl Menger fue el fundador de la Escuela Austriaca de Economía, y aplicó el principio de utilidad marginal al oro. Menger señaló un hecho que no se había tomado en cuenta; que en el análisis de precios, nunca cualquier cosa tiene un solo precio, sino dos: el precio que pide el que vende, y el precio que ofrece el que compra. A la diferencia que siempre existe entre estos dos precios, la denominó “Spread”. El que vende, pide un precio más alto, y el que compra ofrece un precio más bajo.
Todas las mercancías tienen un Spread. Las mercancías que son menos “mercadeables” o vendibles tienen un mayor Spread.Supongamos que tiene usted un instrumento médico, y lo quiere vender. Pedirá usted un precio, pero verá que el comprador ofrece un precio menor. Si quiere, por su mala suerte, vender dos de estos instrumentos, verá que el precio que puede obtener será todavía más bajo. No se diga si tiene la mala suerte de tener que vender al contado e inmediatamente, tres de estos aparatos especiales; el precio que podrá obtener será muy bajo. Esto es la consecuencia de que ese instrumento médico especializado tiene utilidad marginal baja, y su precio depende mucho de la cantidad que se quiere vender: el Spread inicial es alto: hay poco mercado para ese instrumento y el Spread se incrementará rápidamente, con la cantidad a venderse.
El Spread opera inversamente, en contra del comprador en cantidad: quien por alguna razón necesita comprar al contado tres de dichos instrumentos médicos especializados, se verá obligado a pagar un precio más alto que si ofrece comprar sólo uno, porque hay pocos en venta.
Todas las mercancías están sujetas, en mayor o menor grado, a la descendente utilidad marginal que se les atribuye. A mayor cantidad en venta, mayor es el Spread. Se apartan progresivamente, los precios que pide el vendedor, de los precios que ofrece el comprador. Sin embargo, existe una gran excepción a esta regla: el oro goza de una utilidad marginal constante, para todos propósitos prácticos. La utilidad marginal constante que la humanidad atribuye universalmente al oro, da por resultado que el Spread del oro es mínima y prácticamente constante en cuanto a cantidad a venderse o comprarse.
Esto quiere decir que el valor al cual tomará oro en pago un vendedor, no será afectado por la cantidad de la transacción. Quien recibe un pago en oro, atribuye el mismo valor a la primera moneda que recibe, que el valor que atribuye a la última moneda que recibe. Compárese con el caso de que el comprador ofrece en pago monedas de platino: a mayor el pago, mayor sería la cantidad que tendría que entregar el comprador, porque la utilidad marginal del platino, así como de cualquier otra mercancía (acaso, exceptuando un pago en plata) desciende con cantidad.
El oro tiene una utilidad marginal constante. No importa la cantidad a comprarse o venderse en oro, la diferencia en su precio es casi inexistente.
De lo anterior, se desprende que el oro es la mercancía más mercadeable o vendible que existe, seguida por la plata.
El comercio es el intercambio de bienes. El trueque existe todavía en algunos lugares apartados. Quien tiene frijol intercambia con el que tiene trigo. Pero el trueque tiene alcances muy limitados, se circunscribe a sociedades primitivas. Para el comercio en sociedades más desarrolladas, existen mercancías que sirven de puente para facilitar el comercio: el oro, seguida por la plata.
Dado que todo mundo acepta el oro, y en segundo lugar, la plata, la forma de intercambiar bienes que produce la menor pérdida para las partes es usar el oro o la plata como mercancía intermediaria en el comercio, por razón de que su utilidad marginal es constante, en el caso del oro, y en menor grado, en el caso de la plata.
Vemos así, que para transacciones grandes, siempre se ha usado el oro, dado que la utilidad marginal de la plata, aunque alta, no es tan constante como la del oro.
“El oro es dinero; todo lo demás es crédito” dijo JP Morgan. Es cierto, pero pocos han dado la verdadera razón que ha elevado al oro a su lugar como el dinero supremo. El oro es el dinero supremo, porque su utilidad marginal es constante; su pequeño Spread no varía con la cantidad de la transacción. El oro es el dinero supremo porque es la mercancía más vendible que existe.
Como observación final: los fluctuantes “precios del oro” que vemos citados en los medios públicos no son en realidad los precios del oro, sino al revés, son los precios de las varias manifestaciones de dinero “fiat” que se están comprando y vendiendo en el mundo.
Las divisas “fiat” son los planetas que se mueven; el oro es el Sol inmóvil.
Referencia: www.profesorfekete.com. El Profesor Antal E. Fekete es el fundador de la Nueva Escuela Austriaca de Economía, y continuador de la metodología de investigación del fundador de la Escuela Austriaca de Economía, Carl Menger.