Artículo publicado en: Inteligencia Financiera Global -el Blog de Guillermo Barba.
Anoche la Cámara de Diputados dio un paso pequeño pero muy importante en el sentido correcto: no habrá Impuesto al Valor Agregado (IVA) aplicado al oro, como había propuesto el presidente de la República.
Lo malo, no obstante, es que de todos modos tendremos una pésima reforma hacendaria que subirá los impuestos a los mismos de siempre, y que nada aporta al crecimiento económico que requiere el país.
Como recordará, la Iniciativa presentada por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, incluía la propuesta de eliminar la tasa de cero por ciento a la venta de oro, joyería, orfebrería, piezas artísticas u ornamentales y lingotes, cuyo contenido mínimo de dicho material fuera del 80%, y siempre que su enajenación no se efectuara en ventas al menudeo con el público en general.
Es decir, se quería imponer IVA a la venta de oro al mayoreo, el oro de inversión.
En este blog y en el espacio del autor en televisión, advertimos una y otra vez que Hacienda estaba metiéndose en arenas movedizas. Sí. Que estaba jugando con fuego al querer meterse con el oro, un mercado que evidentemente desconoce y que por tanto, lo llevó a cometer errores en su propuesta de gravarlo. Así lo consignamos aquí en su momento.
En primer lugar, porque el oro no es una mercancía cualquiera, es en cambio, la materia prima dinero por excelencia, y como tal, debe tener un tratamiento especial. La propia Ley Monetaria de nuestro país así lo reconoce al darle categoría de moneda de curso legal a las onzas Libertad (tanto de oro como de plata), que hubiesen tenido un impuesto indirecto al adquirir sus insumos.
En segundo lugar, porque al cargar este impuesto se habría devaluado al peso mexicano en 16 por ciento, que es la tasa del IVA. Los detalles los expusimos en el artículo “IVA al oro devaluaría al peso”, que al parecer no pasó inadvertido para los diputados.
De no haberlo hecho así, se hubiese vuelto sin querer, a los viejos tiempos en que el peso se devaluaba frente del dólar de manera abrupta, con todas las consecuencias negativas de las crisis, que recordará, resentimos en nuestra economía.
Los efectos en este caso hubiesen sido menos perceptibles de inmediato, pero a final de cuentas, hubieran sido los mismos. ¿Por qué? Pues porque el oro es la medida de valor universal, el dinero real.
Vale la pena recordar que esto es así no por decreto de nadie ni por la fuerza del Estado. Fue el libre interactuar de las personas en el mercado lo que lo eligió históricamente, como el medio de intercambio universal, gracias a su valor.
La razón es que se trata de la sustancia más vendible que existe, aquella cuya “utilidad marginal” es constante para todos los fines prácticos. Eso significa que todos estaremos dispuestos a aceptar crecientes cantidades de él sin sacrificar el precio, o que al hacerlo, será en la menor proporción posible con respecto a todas las demás mercancías que existen.
Por eso a nadie le cae mal una moneda de oro, y el apetito por él es casi insaciable. Este descubrimiento lo hizo el fundador de la llamada Escuela Austríaca de Economía, Carl Menger.
Es justo esa cualidad de ser la vara de medición del valor, la que ha provocado que en distintos momentos de la historia, incluido el presente, gobiernos y bancos centrales se hayan enfocado en mantener deprimidos de modo artificial los precios del oro, para dar la sensación de que los billetes y monedas corrientes que usamos, valen más de lo que en realidad valen, sean dólares, euros o los mismos pesos.
En cambio, cuando sube el precio del oro, es señal inequívoca de que algo anda mal en la economía y de que las divisas pierden valor. El panteón del tiempo está lleno de ellas.
No debería sorprendernos recordar que el Centenario, la moneda áurea más conocida por los mexicanos, pasó de costar 2,800 pesos en 1999 a casi 30 mil en 2011.
Hoy está en alrededor de 18 mil pesos, pero es un hecho que con independencia de la cotización que tuviera a finales de año, con el IVA, el costo se hubiese trasladado al consumidor final a partir del primer minuto de 2014, en la forma de precios 16% más elevados. Oro más caro= devaluación del peso.
Por fortuna, los diputados corrigieron en un tema que pasa desapercibido para la mayoría, incluso en la prensa especializada, pero que al ser de la mayor importancia no quitamos el dedo del renglón en el blog. Las cosas ya están bastante mal y se pondrán peor con la reforma hacendaria, como para que encima de eso la gente tuviera que cargar con una nueva devaluación.
Por desgracia, quienes sacarán la peor parte serán los productores mineros nacionales, pues sí se implementará un cobro como "derecho especial" del 7.5 por ciento sobre las utilidades, y más aún, un "derecho extraordinario" del 0.5 por ciento de sus ingresos derivados de la enajenación del oro, plata y platino. Se dio un pasito para adelante pero muchos hacia atrás.
Es debido a ello que después de esta "mini victoria" contra el IVA, es hora de seguirse preparando para lo que viene con oro y plata en propia mano, pues los ajustes fiscales junto con el incremento del déficit y deuda públicos, solo sientan las bases de la que será la próxima crisis mexicana. Hay que tomar previsiones desde hoy.