El reconocido analista financiero Ambrose Evans-Pritchard, en 'The Telegraph' (www.telegraph.co.uk, 2 de abril de 2014), se muestra muy preocupado por la deflación en la Eurozona; considera que ésta puede llegar a afianzarse, lo cual provocaría un desastre económico en Europa.
Lo que en realidad estamos viendo ahora es la repetición, en el escenario mundial, de un experimento de dinero fiat que ya demostró su fracaso el pasado. Este fracaso fue documentado por Andrew Dickson White en su libro clásico 'La inflación del dinero de Fiat en Francia 1790-1797', reimpreso en 1933 -cuando apenas iniciaba la administración del Presidente Roosevelt, quien simpatizaba con la idea de manipular el valor del dinero.
En la Francia revolucionaria, la Asamblea Nacional congregaba a las mentes más brillantes de Francia. Sus integrantes eran las grandes figuras de la época. Y estos hombres, veneradores del dios de la Razón, estaban convencidos de que la razón humana era capaz de crear un dinero artificial que haría funcionar la economía a la perfección.
En aquel momento, hubo quienes se opusieron a la idea de introducir una nueva moneda artificial, que se llamaría 'Assignat'. Señalaron las consecuencias desastrosas de la anterior experiencia francesa con el dinero artificial, introducido en 1720 por el inteligente aventurero escocés, John Law. Sin embargo, ellos, al igual que los que hoy estamos convencidos de que la actual política monetaria terminará en un gran desastre mundial, también fueron ignorados por quienes representaban el espíritu dominante de la época.
Al igual que nuestros Bernankes y toda esa calaña, los revolucionarios franceses que promovían el experimento de los Assignats insistían en que éste tendría éxito. Y cuando surgieron los problemas, como la devaluación permanente de los Assignats frente al oro, procedieron a castigar a los propietarios de oro.
Luego, cuando su experimento no logró reactivar el comercio y la población comenzó a pasar hambre, lo único que los promotores del Assignat atinaron a recomendar fue lo mismo que Ambrose Evans- Pritchard recomienda hoy a quienes manejan el Euro: '¡Impriman más dinero, pronto!'.
Los revolucionarios franceses imprimieron, imprimieron e imprimieron.
Y cuando falló por completo este experimento, tan ridículo como letal, y las imprentas y los montones de Assignats finalmente fueron incinerados en lo que hoy es la Plaza Vendome de París, ¿quién salió ganando?
Los grandes beneficiarios de la inflación masiva fueron: los ricos, que se hicieron aún más ricos.
Durante la inflación de los Assignats, quienes estaban cerca del Gobierno y contaban con información privilegiada adquirieron deudas enormes en Assignats; cuando este sistema se acabó, se borraron todas sus deudas. Con Assignats prestados compraron grandes extensiones de tierra que el Estado puso a la venta - tierras que el obispo católico Talleyrand propuso que el Estado expropiara a la Iglesia.
Con Assignats, los ricos bien informados adquirieron cuanta cosa valiosa estuvo a su alcance.
¿Y quién se quedó con las manos vacías? La gente del pueblo de Francia, que acumuló montones de Assignats porque confiaban en los más ilustres y brillantes hombres de Francia: los revolucionarios de la Asamblea Nacional.
Ninguno de estos hombres inteligentes y altamente educados se disculpó jamás con los franceses por el desastre que causaron.
Ambrose Evans-Pritchard verá la conclusión de la actual obsesión mundial con el dinero fiat, si vive lo suficiente y si esa conclusión es simplemente un colapso total del sistema monetario y financiero mundial. Porque podría convertirse en algo mucho peor.
Yo tal vez no estaré aquí para entonces. Sin embargo, llegado el momento, seguramente ninguno de los actuales promotores del dinero fiat pedirá jamás disculpas por su arrogancia y su error fatal.