La ciudad de León, Guanajuato, tendrá algunos dos millones de habitantes; se ha extendido sobre los campos que antaño la rodeaban. En los años 1950,
León era mucho más pequeña, quizá la población llegaría a 250,000.
En los años 1950, la ciudad fue el centro de una gran manufactura de zapatos. En aquel entonces, al mercado mexicano de zapatos lo protegía el gobierno mexicano contra la competencia extranjera, y México, con sus 35 millones de habitantes, obtenía su calzado en León.
La actividad industrial en la producción zapatera era intensa y el capital era siempre muy escaso. Era muy escaso el dinero para financiar las operaciones de una multitud de fabricantes de zapatos y de un sinnúmero de actividades relacionadas a la zapatería, y todos los negocios se hallaban en constante esfuerzo por conseguir liquidez para poder seguir operando.
La lucha por seguir trabajando era una pesadilla incesante.
La escasez de dinero dentro del sistema productivo dio lugar a una invención empresarial para hacer frente al problema: los empresarios tomaron el recurso de emitir cheques pos-datados, en lugar de efectivo, que no tenían.
Un empresario exitoso podría tener en un cajón de su escritorio un montón de cheques pos-datados. Algunos de esos cheques, emitidos por empresarios serios, eran recibidos con la seguridad de que se podrían cobrar a la fecha prometida; otros cheques eran emitidos por individuos que ya tenían historia de no cumplir a tiempo con la liquidación de sus cheques pos-datados. La aceptabilidad de un cheque pos-datado dependía de la reputación del emisor.
Estos cheques pos-datados circulaban entre los manufactureros de zapatos, y con frecuencia llevaban adheridos, en cinta de máquina sumadora pegada al cheque, una larga lista de endosos.
La cobranza de los cheques pos-datados dependía, por lo tanto, del carácter de quienes los emitían. La cobranza podía ser problemática, pero la necesidad imperiosa de los empresarios de seguir operando no ofrecía otra alternativa que aceptar esos cheques en lugar de efectivo.
El procedimiento legal, para cobrar un cheque pos-datado (en sí mismo, un documento ilegal) que no se había podido cobrar en el banco, era tan tardado que poco se recurría a la Ley para cobrar. El sistema jurídico era burocrático y un cheque pos-datado que resultaba incobrable tras varios intentos de cobro con frecuencia iba a dar a un cajón y se tomaba por perdido el dinero.
Algunos hombres de negocios eran impacientes y tanta falta les hacía el efectivo, que recurrían a los servicios de una "Agencia de Cobranzas" especial. Por sus servicios, la "Agencia" cobraba caro.
Esta "Agencia" consistía de un solo hombre, conocido en León como "El Güero" Márquez.
Un cheque pos-datado incobrable se le entregaba al Güero, cuya llegada a las oficinas del deudor causaba temblor de manos y palidecer de caras. El Güero simplemente anunciaba: "Mañana vengo por el dinero". El pago se hacía, casi invariablemente, al día siguiente.
La razón que se liquidaba con tanta celeridad el cheque pos-datado era que aquellos que recibían la visita del Güero sabían que morirían si no entregaban el efectivo adeudado.
Al morir El Güero, unos años más tarde, uno de sus parientes reveló que El Güero había asesinado a cuando menos 30 hombres en su carrera como cobrador de cheques pos-datados.
He descrito la improvisación a la que recurrieron los empresarios de León para mantener el flujo de su producción zapatera. La necesidad los obligó, en forma enteramente espontánea e ilegal, a inventar un sustituto para el efectivo; el sistema continuó en operación hasta los años 1980, cuando cayó en desuso por nueva reglamentación bancaria. El sistema de cheques pos-datados se basaba principalmente en la confianza de que el deudor cumpliría su promesa de tener fondos en su cuenta de cheques, contra los cuales el cheque podría ser cobrado, llegada la fecha del mismo.
He mencionado esta improvisación que tuvo lugar en León, porque el problema de los manufactureros de zapatos en León es un problema que se presenta en todos los casos de manufactura de bienes de consumo, dentro de la división del trabajo - o sea, donde hay un grupo de productores que se especializan en diversos aspectos de la producción de algún bien de consumo.
Este mismo problema - la necesidad de efectivo para continuar con la manufactura de bienes de consumo, mientras éstos son comprados y pagados por el consumidor - lo solucionaron los escoceses de la época de Adán Smith en el Siglo XVIII en una forma parecida en intención, a la que aplicaron los industriales de León, desde los 1950 a los 1980. Éste fue el sistema de Letras de Cambio, que funcionó a la perfección, apoyado por un sistema legal que penaba fuertemente el no-pago oportuno de la Letra de Cambio vencida.
En breve, el sistema de "Letras de Cambio" de Escocia funcionó como sigue:
El Fabricante de zapatos vendía sus zapatos al Detallista. El Fabricante presentaba su cuenta al Detallista, pagadera a 90 días. El Detallista "aceptaba" la cuenta o "Letra" y firmaba su nombre en la misma. Esta Letra era el Activo para inversión de mayor calidad, después del oro mismo (que era lo que se usaba como dinero en aquel entonces). Esto, porque el sistema legal escocés estipulaba que una Letra no liquidada a las 24 horas de su presentación, tenía como consecuencia que todo el negocio y bienes personales del Aceptador de la Letra serían puestos en subasta y los fondos resultantes se usarían para liquidar la Letra no pagada.
Este sistema legal operó eficazmente para proteger al sistema de "Letras de Cambio" contra el no-pago, y así se evitó la necesidad de tomar los servicios de un matón para conseguir pago, como sucedió de vez en cuando en León.
Sin embargo, el castigo temible que se imponía por no pagar oportunamente una Letra de Cambio no fue el único factor que garantizaba el pago. El no-pago manchaba irremediablemente el buen nombre del Aceptador de una Letra de Cambio. Los empresarios en Inglaterra y en Escocia colocaban con orgullo la fecha del inicio de sus operaciones junto al nombre de su empresa, para indicar que jamás, desde esa fecha, habían caído en incumplimiento de pago de una Letra presentada para su cobro.
El Fabricante que tenía en su posesión una Letra de Cambio aceptada, tenía en sus manos un instrumento financiero que sin duda sería liquidado (en oro, en el Siglo XVIII) a los 90 días. El Fabricante iba al Banquero y le vendía su Letra de Cambio por su valor en oro, menos un descuento de acuerdo con el número de días que contaban hasta el vencimiento a los 90 días. La Banca consistía principalmente, en el descuento de estos documentos. No sólo el Banquero, sino cualquier inversionista podía comprar la Letra del Fabricante, y obtener una ganancia al esperar 90 días para el cobro de la Letra.
Por otra parte, el Fabricante podía usar la Letra "aceptada" por el Detallista, para pagar al Curtidor que le proporcionó piel para hacer zapatos, mediante un endoso.
Hay una gran similitud entre los cheques pos-datados, y la Letras de Cambio.
En Escocia, todo el sistema productivo dedicado a la producción de bienes de consumo obtenía la indispensable liquidez que requería gracias a la existencia de las Letras de Cambio. Este no era un sistema basado en préstamos, sino en la liquidación, por el consumidor, de mercancía producida para el consumo al cabo de 90 días. No había necesidad de usar efectivo muy escaso (oro) para pagar todas las operaciones de manufactura. Sueldos y salarios, naturalmente, grandes excepciones.
La carga financiera que imponía el sistema de Letras de Cambio no era interés sino descuento, que son dos distintos conceptos que se aplican a operaciones que son de esencia diferente.
Un préstamo es un crédito cuyo pago se garantiza con un Pagaré, y no es auto-liquidable: un préstamo se puede renovar. Una Letra de Cambio aceptada, contra entrega de mercancía que se venderá al público en 90 días, es crédito auto-liquidable, porque la mercancía se venderá al consumidor a cambio de efectivo dentro de 90 días. El descuento varía con la intensidad del consumo.
Los productores de bienes de consumo en todas partes del mundo, en todo momento de la historia, han requerido de crédito auto-liquidable para poder operar con eficiencia. Cuando no gozan de un sistema legal que apoya la existencia del crédito auto-liquidable, recurren a improvisaciones - una de las cuales es emitir cheques pos-datados, y otra tomar los servicios de matones para cobrarlos, cuando no se liquidan oportunamente.
Recomendamos el sitio en inglés www.professorfekete.com para mayor información sobre Letras de Cambio - "Real Bills".