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La quimera de las exportaciones
martes, 26 de abril de 2016
Hugo Salinas Price

Este artículo se publicó hace diecinueve años, el 17 de abril de 1997, y parece tan oportuno como entonces.

***

La preocupación en todos los países del mundo por las exportaciones, es algo irracional y denota condición patológica de sus economías. Con disculpas a la Décima Musa, podríamos decir:

"¿Qué loca ambición nos lleva de nosotros olvidados?
Si es para aprovechar tan poco
¿De qué sirve exportar tanto?"

No hay país en el mundo, en el cual los gobernantes no estén preocupados por impulsar las exportaciones. Las exportaciones se han convertido en el sine qua non de la prosperidad y el bienestar. Podemos decir que el "centro de gravedad" de cada una de las economías nacionales del mundo, no se halla dentro de cada país, en la producción y consumo propio, sino fuera de sus fronteras, en la exportación. Estamos, todos y cada uno, descentrados, desequilibrados, buscando en el exterior el mercado para la producción. Igualmente, estamos desequilibrados - hasta en el sentido psicológico - buscando el "capital extranjero" para sacarnos adelante.

Esta situación aberrante, es lo que significa "globalización". Globalización significa que ningún país está sólidamente construido sobre sí mismo, sino que su centro de gravedad está extra-fronteras. Globalización es un malestar, no una condición o proceso sano.

La causa, lo que promueve este malestar, es el sistema monetario mundial. Estados Unidos fabrica dólares, que son la reserva monetaria principal de todos los países del mundo. Sin reservas de dólares, cualquier moneda - todas son de papel - se derrumba. Es imperativo tener reservas de dólares. Para tener reservas de dólares, hay que exportar más de lo que se importa. Todos los países del mundo, buscan exportar más de lo que importan.

Basta pensar en esto cinco minutos, para caer en la cuenta de que esto es imposible. Alguien tiene que comprar más de lo que exporta. Si no fuera así, ¿a dónde van a dar todos los superávits de exportación? En efecto, los Estados Unidos compran más de lo que exportan, y pagan....con dólares, que no son más que papeles. En realidad, no pagan, porque el pago de bienes importados se hace con bienes exportados. Los dólares son simples pagarés.

También hay un sed mundial de "inversión extranjera". Otra condición patológica. Si tantos países buscan la inversión extranjera, ¿de dónde va a venir? Otra vez, miramos hacia los Estados Unidos. Sin embargo, se sabe que el ahorro en Estados Unidos es raquítico. Y en efecto, cuando viene "capital" de Estados Unidos, ¿de qué se trata? Se trata de dólares, que no son más que pagarés, papeles que ellos mismos fabrican. Con papeles, los intereses americanos adquieren propiedad sobre recursos tangibles en todo el mundo. Esto es "globalización".

El camino por el cual andamos está basado en falsedad. No va a perdurar. La consecuencia de toda esta locura de globalización, va a ser un quebranto económico mundial, inevitablemente.

No se entienda que las exportaciones no son importantes. Son desde luego provechosas para cualquier país, cuando significa que tal país está aprovechando alguna ventaja productiva especial, que le permite ofrecer al mundo algún bien o servicio, en forma más barata que cualquier otro país. Pero ¿qué sentido tiene empobrecer al trabajador mexicano, devaluando conscientemente y a propósito el peso, para abaratar productos? Exportar así, no es aprovechar una ventaja, es crear una ventaja a través del empobrecimiento. Locura.

La inversión extranjera es también benéfica, pero sólo cuando ésta compra bienes con otros bienes tangibles, no con papeles, o cuando trae bienes tangibles de su propiedad, a colocarlos en el país, para dar empleo. ¿El extranjero ha de venir a comprar nuestros recursos, con papeles o con espejitos? No es cordura.

La salud del país reclama un sistema monetario que no sea parasitario del dólar. Nuestra moneda necesita valer por si misma, como ha sido a través de siglos. Lo mismo vale para todos los países del orbe. Sólo así construiremos un país centrado en sí mismo. Por lo pronto, somos un país enajenado o esquizofrénico - y esto se refleja en la decadencia moral que padecemos - preocupados por seguir una quimera de exportaciones, más que el desarrollo sólido y ordenado de toda nuestra economía mexicana.