Ayer participé en el Foro llamado ‘Promoviendo el ahorro para los mexicanos’, que organizó el Grupo de Legisladores a Favor del Ahorro Popular en la Cámara de Diputados, encabezados por el diputado Francisco Javier Pinto. Que se organicen este tipo de encuentros en una de las sedes de los poderes de la Unión es una extraordinaria noticia, porque pocas cosas hay tan importantes para desarrollar la economía nacional y familiar, como el ahorro.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2015, el 32% de la población ahorra de manera informal, como se dice, ‘debajo del colchón’ o en tandas, y sólo el 15% ahorra de manera formal, por ejemplo, en una cuenta bancaria, en Cetes Directo o mediante aportaciones voluntarias a su afore.
Eso es mejor que quedarse sólo en pesos, aunque no son opciones ganadoras o que permitan mantener el poder adquisitivo, sino sólo alternativas menos perdedoras.
Justo por eso hace falta ir más allá. En el foro insistimos en la propuesta de dar un valor estable a la moneda de plata en México. Le explico grosso modo.
Esta iniciativa consiste en que el banco central (Banxico) determine un valor en pesos de la moneda Libertad de una onza troy de plata pura, que sea ligeramente superior (el porcentaje quedaría definido en la ley respectiva) a la cotización del metal precioso en el mercado internacional, a fin de que el Instituto Central siempre tenga una buena utilidad.
Hoy por ejemplo, al tipo de cambio y cotización actuales, la onza de plata vale unos 320 pesos. Supongamos un sobreprecio de 10 por ciento para la iniciativa. En este caso, la cotización a determinar por Banxico para la onza Libertad sería de 352 pesos.
Si mañana se hundiera el precio de la plata, digamos, a 250 pesos por onza a nivel mundial, el banco central mexicano mantendría estable el valor de la Libertad en 352 pesos. Así, el ahorrador no pierde y la moneda seguiría ‘en circulación’ (en realidad no circulará ya que, debido a la Ley de Gresham, sólo se acumulará para fines de ahorro de largo plazo o emergencia, y el público preferirá seguir gastando en su día a día los pesos fiduciarios por ser un dinero de menor calidad).
De hecho, todas las monedas que cargamos en el bolsillo también valen menos en metálico que su valor nominal, y cuando esto empieza a ya no ser así, salen de la circulación o se acuñan nuevas más económicas. ¿Por qué cree que las de 5, 10 y 20 centavos ya no se ven, y cada vez son más escasas las monedas amarillas de 50 cts.?
En cambio, si la plata se disparara, Banxico tendría que ir corrigiendo hacia arriba el valor de la onza Libertad (de acuerdo a la fórmula que quede establecida en la ley). De este modo, de nuevo, la moneda seguirá ‘en circulación’ como tal, y dado que no tiene un valor nominal grabado en ella, se evitará que terminen en las fundiciones, como les ocurrió en el pasado a las antiguas monedas de pesos con plata.
Aquellas viejas piezas, una vez que valían más por su contenido de plata que por los pesos a los que eran tomadas a causa de su valor grabado, terminaban siendo fundidas. El tenedor vendía así con utilidad la plata extraída de la moneda.
Eso no ocurrirá con la Libertad, cuyo valor se irá justando hacia arriba en beneficio del ahorrador que, de este modo, mantendrá su poder adquisitivo sin importar lo alto que pueda ser la inflación. Gracias a su plata amonedada, el ahorro del público se mantendrá ‘a flote’ con el paso del tiempo.
Esta incomparable tranquilidad de la que gozará el inversor, grande o muy pequeño, fomentará el ahorro y la responsabilidad financiera mejor que cualquier otra política pública de estímulo.
No es la primera vez que se presenta esta propuesta en el Congreso de la Unión, pero hacemos votos para que esta vez, sí salga adelante. Ojalá. ¡Es por México, el máximo productor mundial de plata!