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Se aproxima el fin de 150 años de expansión del crédito bancario
martes, 26 de noviembre de 2019
Alasdair Macleod

Fuente: www.goldmoney.com

La legalización formal de la creación del crédito bancario, comenzó con la Acta de Concesión Bancaria (Bank Charter Act) de Inglaterra en el año de 1844. Esto ha dado lugar a un ciclo repetitivo de expansión y colapso de crédito bancario existente.

Erróneamente atribuido a los negocios, el origen del ciclo de expansión y quiebra se localiza en el crédito bancario. La política monetaria evolucionó con intentos de controlar el ciclo, mediante mayor intervención, lo cual dio lugar al abandono del dinero sano.

Hoy, tenemos por delante una inflación monetaria infinita como solución a 150 años de fracasos monetarios. El colapso sistémico y monetario que está en puerta, probablemente marcará el fin de los ciclos de expansión de crédito bancario que hemos conocido, y será el colapso final de las monedas "fiat".

Este artículo se basa sobre una conferencia que dicté el lunes pasado (18 noviembre de 2019) en el Instituto Ludwig von Mises Europa, en Bruselas.

Introducción

A fin de que podamos comprender los retos financieros y bancarios que nos esperan, este artículo proporciona un trasfondo histórico y técnico. Pero antes, tenemos que elaborar correctamente una importante definición, y consiste en identificar la causa del ciclo periódico de auge y colapso. El ciclo de la actividad económica no es un ciclo comercial o de negocios, sino un ciclo crediticio. Su causa es la actividad bancaria basada en reservas fraccionarias, y la actividad de bancos que crean dinero al conceder préstamos. Es observable el efecto en la actividad de los negocios, pero no es ésta, la causa subyacente.

La banca moderna tiene sus raíces en el "Bank Charter Act" de 1844, que dio lugar a la práctica de crear dinero al conceder préstamos, que se identifica, comúnmente, como banca de reserva fraccionaria. La banca de reserva fraccionaria se define como la concesión de préstamos y la recepción de depósitos del público, en cantidades que son múltiplos del capital del propio banco. La legislación basada en resoluciones legales, que tuvieron lugar a partir del "Bank Charter Act" de 1844, tuvieron más en cuenta el "status quo" como precedente establecido, que las bases fundamentales de las leyes de propiedad, y sostuvieron que depósitos irregulares (o sea, depósitos para su guarda en seguridad) no se diferenciaban de un préstamo. El juicio del juez Lord Cottenham en el caso de Foley v. Hill (1848) 2 HLC 28, es una decisión jurídica que tiene relación con la naturaleza fundamental de un banco, que sostenía, en efecto que:

"El dinero que se coloca en la custodia de un banquero, es, para toda intención y propósitos, el dinero del banquero, para hacer con él lo que le plazca. No es culpable de abuso de confianza alguno al emplearlo. No tiene responsabilidad alguna ante el depositante, si pone este dinero en situación de peligro, al participar en especulación peligrosa…" 

Sin duda alguna, ésta fue la resolución judicial más importante de los dos siglos que han pasado, respecto al dinero. Hoy en día, no conocemos otra cosa que no sea la política legalmente confirmada, de la banca que opera a base de reservas fraccionarias. Sin embargo, una banca sana y honesta había existido en los siglos anteriores a la Acta de 1844, cuando cualquier corrupción del estatus de "custodia" se consideraba como fraudulenta.

Esta decisión ha dado forma a la banca mundial hasta el día de hoy. Creó un defecto fundamental en el sistema de dinero sano, respaldado por oro, por medio del cual el Banco de Inglaterra, como prototipo de banco central, solamente podía crear más dinero "Sterling", al estar éste totalmente respaldado por oro. Mientras tanto, un banco comercial podía crear dinero de la nada, y al girarse sobre este dinero, se creaban saldos en depósitos. La creación de estos depósitos en todo el sistema, significaba que todos los excesos y déficits entre bancos se reconciliaban fácilmente por medio de préstamos interbancarios.

El pensamiento colectivo de los banqueros y el ciclo crediticio

Mientras que un banco en particular podía hacer crecer su balance, las consecuencias de que todos los bancos pudieran hacer lo mismo, quizá no recibió la atención debida, de parte de los primeros pioneros bancarios que operaban bajo el "Bank Charter Act" de 1844. De tal suerte, que cuando sus balances crecieron a un múltiplo del capital de propio banco, no había gran preocupación. Después de todo, si un banco cuidara bien su imagen, siempre tendría acceso al mercado informal interbancario. Y mientras pudiera cobrar los préstamos otorgados, con poco aviso anticipado, la falta de equivalencia en los plazos - entre el fondeo con depósitos a la vista, y los plazos de su cartera de préstamos - se minimizaba.

A partir del "Bank Charter Act", la experiencia nos ha mostrado que la expansión del crédito bancario conduce a un ciclo de expansión de crédito, sobre-expansión, y luego a la abrupta contracción. La magnitud de los préstamos bancarios la determinaba la gerencia bancaria, y los prestadores quedaban bajo la influencia, tanto de su propia psicología de masas, como por su percepción integral de riesgo. Desde luego, la expansión del crédito bancario infla la actividad económica, y extiende una cobija de sentimiento agradable, de que las perspectivas son de una mejoría económica, misma que se retro-alimenta en la confianza aún más optimista de los banqueros. De tal suerte, que parece sano y razonable incrementar el negocio de prestar dinero, sin incrementar el capital de banco.

Como aumentaban rápidamente las utilidades, gracias a que los préstamos se volvían múltiplos del capital de propio banco, los banqueros comenzaron a pensar en forma estratégica. Redujeron sus márgenes de utilidad en préstamos, para atraer negocios que sentían que serían importantes para el futuro a largo plazo del banco, a sabiendas de que podrían extender aún más crédito, ante la perspectiva de una mejoría en las condiciones económicas, que compensarían la reducción en los márgenes. Comenzaban a proteger sus márgenes, al tomar préstamos a corto plazo de sus depositantes, por los cuales pagaban bajos intereses, y ofrecer préstamos a plazo fijo a los negocios, con intereses pagaderos más altos; así, derivan utilidades de la curva ascendente en rendimientos, según el plazo.

La disponibilidad de financiamiento barato, anima a los negocios a aumentar sus utilidades, por medio de apalancar mayormente, la razón entre capital y deuda, y se fondea la expansión con deuda.  En tal situación, un banco está, probablemente, recibiendo intereses netos en su negocio de préstamos, que llega a ser ocho o diez veces mayor que su propio capital.  Esto significa que un margen neto de intereses, de dos por ciento, significa un rendimiento de 20% para los accionistas del banco.

El éxito en utilidades es el máximo estimulante a la confianza, y la frontera entre confianza y sobre-confianza queda borrosa bajo el influjo del éxito. La psicología de masas, alimentada por el negocio bancario exitoso, conduce a la disponibilidad de crédito excesiva, superior a la cantidad de crédito que quieren tomar los negociantes más conservadores, de tal modo que inevitablemente, la expansión de crédito se vuelve una oportunidad de financiamiento para negocios que no han sopesado, con el debido cuidado, los riesgos que implican los préstamos.

Una vez que los bancos han colocado excesivo crédito en el mercado, comienzan a ampliar sus intereses en otras direcciones. Otorgan financiamiento a negocios en el extranjero, sin tomar en cuenta que, en general, tienen menos control sobre el colateral y menos remedios legales de recuperación de su crédito. Crecen por medio de embarcarse en otras formas de negocios relacionados con la banca, bajo el supuesto que su éxito como banqueros se puede extender con provecho, a esas otras actividades de negocios. Un ejemplo de tiempos recientes nos lo ofrece Deutsche Bank, con su fracasada expansión a la inversión bancaria mundial y el comercio por cuenta propia en valores y mercaderías en el extranjero. Además, el inolvidable ejemplo del Royal Bank of Scotland, que quiso adquirir ABN-Amro, precisamente en el momento que tocaba su pico el ciclo crediticio, la víspera de la más reciente crisis crediticia.

Cuando sus Balances de Capital han crecido a varios múltiplos de su propio capital, la comunidad bancaria se halla con que los márgenes de utilidad en sus préstamos con demasiado bajos para compensar el riesgo. Créditos incobrables, resultado de sus préstamos más atrevidos, comienzan a materializarse. Si un banco comienza a retirarse del merado, al percibir que su préstamo está en terreno riesgoso, probablemente esto no afectará al sistema. Pero otros banqueros tomarán nota y pensarán en sus propios riesgos, tomando en cuenta que cuando se apalanca un negocio, el apalancamiento funciona tanto en la expansión como en la contracción.

Puede atribuirse a un evento inesperado, o simplemente a una aparente pérdida de impulso positivo: a medida que los créditos incobrables comienzan a registrar su impacto, el pensamiento colectivo rápidamente transforma a los banqueros: de estar hambrientos de más negocios, a tener pavor de hacer más negocios. Inicialmente, los bancos dejan de ofrecer crédito circulante, el permiso de sobre-giro que lubrica la actividad comercial. Pero las decisiones anteriores, de otorgar crédito, comienzan a verse equivocadas cuando se cierra la llave de más crédito, y las inversiones en países lejanos comienzan a exhibir sus verdaderos riesgos. Desaparecen los préstamos en el mercado inter-bancario, para aquellos bancos que tienen imagen pobre o marginal, y los bancos comienzan a reportar pérdidas.  Rápidamente, la codicia se vuelve pavor.

El ciclo de la expansión de crédito bancario se convierte entonces, en una crisis de préstamos, y se percibe que más y más bancos han hecho préstamos incobrables y que se han vuelto insolventes.  Sobreviene un desplome en la actividad de negocios. Con pasmosa velocidad, toda la esperanza creada por la expansión monetaria es destruida por su contracción

En la época anterior a la evolución del Banco Central como representante y regulador de los bancos autorizados que acabamos de describir, el ciclo crediticio que hemos descrito produjo unos ejemplos clásicos. "Overend Gurney" era la casa de descuento más grande del mundo, que comerciaba en letras de cambio antes de que hiciera inversiones a largo plazo y se volviera ilíquida. Cuando el auge ferrocarrilero entró en problemas en 1866, Overend Gurney colapsó. La tasa bancaria subió a 10% y hubo multitud de quiebras. Luego ocurrió la crisis de Baring en 1890. Malas inversiones en Argentina por poco le cuestan la bancarrota a Baring. La economía de la Argentina se desplomó, así como la brasileña, que tuvo su propia burbuja crediticia. En esta ocasión, un consorcio de otros bancos rescató a Baring. Nathan Rothschild comentó que, si no se hubiera rescatado a Baring, se hubiera colapsado todo el sistema bancario en Londres. 

El caso de Baring tuvo como resultado, la acción de un banco central como prestador de último recurso, una consecuencia famosamente prevista y promovida por el escritor Walter Bagehot

En el siglo diecinueve se hizo patente que la psicología de masas de parte de los bancos, el equilibrio entre la codicia y el temor en la concesión de préstamos, impulsaba un ciclo repetitivo de auge crediticio y colapso.  Al pasar el tiempo, los banqueros recuperaban sus ánimos tras el colapso anterior, se olvidaban de las lecciones que les dio, y volvían a cometer los mismos errores una vez más. Los analistas que promueven teorías de ciclos del mercado de valores accionarios y ciclos de actividad económica no necesitan ir más lejos, para averiguar la causa subyacente.

Si no existiera la expansión de crédito, los negocios prosperarían y fracasarían al azar.  La expansión coordenada del crédito cambió eso, de tal forma que los negocios como grupo se creaban y crecían al mismo tiempo, y luego todos caían al mismo tiempo. El proceso de destrucción creativa se transformó de una evolución del mercado, del cual nadie tomaba nota, a un evento periódico y violento. Las instituciones monetarias todavía ignoran los beneficios de que los eventos sean al azar. Al contrario, se empecinan en sus esfuerzos y coordinan sus intervenciones en escala mundial, con la consecuencia inevitable de hacer que el ciclo crediticio sea aún más pronunciado.

Es gravísimo error, decir que este ciclo repetitivo es un "ciclo de negocios", porque eso implica que su origen está en la falla de los mercados libres, la falla del capitalismo, cuando de hecho, se debe totalmente a la inflación de dinero y de crédito que se hace con la licencia y la promoción de gobiernos y bancos centrales.

El auge de la banca central

Como consecuencia de la crisis de Baring en 1890, el concepto de un prestador de último recurso se aceptó en forma generalizada, como solución a situaciones extremas en mercados libres. Al principio, esto significó que el banco nombrado por el gobierno para representarlo en los mercados financieros, y para supervisar el abastecimiento de billetes de banco, adoptó un papel en la coordinación de rescate de algún banco que se hallara en dificultades, con objeto de impedir que tal situación se convirtiera en una crisis financiera en toda forma. Cuando aplicaba todavía en patrón oro, esto representaba la limitación práctica del papel de un banco central.

Esta era la situación general antes de la Primera Guerra Mundial. De hecho, aún bajo el patrón oro hubo una inflación significativa en dinero base, en el trasfondo. Entre 1850 y 1914, las existencias de oro aumentaron de desde unas 5,000 toneladas, a casi 24,000 toneladas. No todo este oro se volvió oro monetario, pero la cantidad que sí tomó esta característica la decidieron actores económicos que usaban dinero, y no los planificadores monetarios como es el caso hoy en día.

Fue contra este trasfondo, que se fundó el Banco de Reserva Federal de los EU, en diciembre 1913.  Después de la Primera Guerra Mundial, se volvió poderosa institución bajo la dirección de Benjamín Strong. Esos primeros años de la pos-guerra fueron años turbulentos: debido al financiamiento inflacionaria de la guerra, los precios al mayoreo en EU se habían duplicado entre 1914-1920, mientras que los precios en el Reino Unido se habían triplicado. En esta situación, sobrevino un colapso en la pos-guerra y para mediados de 1921, el desempleo en el Reino Unido había saltado a 25%. En los EU, las tarifas Fordney-McCumber de 1922 restringían el comercio con los deudores europeos con los EU - comercio necesario para pagar sus deudas en dólares. Varios países cayeron en hiperinflación, y a esto lo siguió, en 1924, el "Plan Dawes", diseñado para salvar a los europeos.

Mientras que EU permanecía dentro del patrón oro, Gran Bretaña lo había suspendido, y no regresaron a él, sino hasta 1925. Mientras que los políticos decidían política general, quedó en manos de banqueros centrales tales como Strong, en la Reserva Federal y Montagu Norman en el Banco de Inglaterra, la labor de manejar las consecuencias. Su relación fue la prueba más tangible de la cooperación mutua de bancos centrales, a favor los intereses de ambos en la estabilidad financiera.

Con el respaldo de amplias reservas de oro, Strong estaba a favor de un control de precios mediante la administración del dinero circulante, en particular tras la caída del 1920 -21. Sus políticas inflacionarias auxiliaron en el control de la tasa de cambio entre el dólar y la libra esterlina, pues apoyaba la libra que en ese momento no tenía respaldo en oro. Strong asimismo intentó desarrollar un mercado de descuento en los EU, mismo que infló aún más, los mercados de crédito. De una u otra forma, mientras que la Reserva Federal perseguía políticas monetarias expansionistas y los banqueros comerciales tomaban más confianza respecto a perspectivas de préstamos, la inflación monetaria propició lo que más tarde se conoció como los "el auge de los veintes".

Todo esto cesó abruptamente en octubre de 1929, cuando el ciclo del crédito cambió, y se desplomó la Bolsa. Desde su pico, a su punto mínimo, el índice Dow cayó 35% en el mes. Lo que disparó la caída, fue que el Congreso de EU aprobó el Acta sobre Tarifas Smoot-Hawley el 30 de octubre, que en su tiempo se reconoció como un aviso suicida para la economía y los mercados, al elevar las tarifas sobre importaciones a un promedio de 60%, del promedio de 38% de la legislación Fordney-McCumber. El Presidente Hoover firmó el Acta en junio de 1930, y de esta forma se volvió legislación operante; para mediados de 1932, Wall Street había caído 89%.

Al recibir los banqueros tan clara señal, no es de sorprenderse que se hubieran vuelto tan extremadamente cautos; contrajeron el crédito, quebrando, sin ton ni son, a sus clientes. Toda la expansión de crédito, desde 1920, se había contraído para el año 1934. Miles de bancos pequeños quebraron bajo el peso de cuentas incobrables, especialmente en el sector agrícola, así como por haber perdido la confianza de sus depositantes.

La depresión de los 30s afectó fuertemente la política en las economías capitalistas, durante los siguientes cuarenta años. En lugar de aprender bien las lecciones de la destrucción causada por ciclos de crédito bancario, los economistas se aferraron en exigir más inflación monetaria y de crédito como solución. Para ayudar en la recuperación del ambiente económico, Keynes favoreció el gasto deficitario de parte de los gobiernos, como remedio. Recomendaba que se dejara de ver a los ahorradores como abastecedores de capital para la inversión, y que el Estado tomara un papel más activo en la administración de la economía, a través del gasto deficitario y la inflación monetaria.

La impresión de dinero, especialmente de dólares, prosiguió bajo el disfraz de convertibilidad durante los años del sistema Bretton Woods de la posguerra. EU tenía enormes reservas de oro; en 1957 ascendían a 20,000 toneladas - la tercera parte del total de existencias mundiales, según cálculos de aquellas fechas. Se sintió seguro EU en financiar, primero la guerra de Corea y luego las guerras de Vietnam, con la impresión de dólares para su exportación. No es sorprendente, que esto dio pié al fracaso de la central de oro de Londres ("London Gold Pool") a fines de los años 1960, y que el Presidente Nixon por fin terminara con la ficción de convertibilidad fija del dólar respecto al oro, en agosto 1971.

Una vez que se liberó al dólar de la disciplina del oro, el ciclo repetitivo de crédito bancario se aumentó por la desbocada inflación del dinero base, un proceso que ha continuado hasta el presente.

La situación actual

Desde el fin del siglo pasado, se han dado dos crisis bancarias mundiales: la primera fue la deflación de la burbuja financiera caracterizada por las empresas "dot-com", en 2001-02, y la segunda, la crisis financiera de 2008-09 que borró a la empresa Lehman. Queda en claro con estos dos eventos, que el debate sobre peligro moral - "moral hazard" - se resolvió a favor de apoyar no sólo a los bancos, sino también a los grandes negocios y a los precios del mercado de valores. Además, los déficits presupuestales del gobierno de EU se volvían condición permanente.

El ciclo rítmico de la expansión de crédito y posterior crisis, se daba contra un trasfondo de aumento en la transferencia de riqueza del sector productivo, por medio de una inflación monetaria subyacente. Los beneficiarios han sido el gobierno y las finanzas no-productivas, así como los grandes especuladores en la forma de "hedge funds" - fondos protectores de inversión. La prueba de que existe esta trasferencia de riqueza, a través del efecto sobre el nivel general de precios al consumidor, se suprimió en forma cada vez mayor, por métodos estadísticos. Mientas que el indicador oficial de precios al consumidor se mantiene entre el uno y el dos por ciento, analistas independientes (Shadowstats y Chapwood Index) reconocen que la cifra verdadera se acerca a diez por ciento.

Así las cosas, la aplicación de un factor de corrección realista nos indica que la economía de EU, y se supone que otras también, han estado en contracción durante los años reciente. Es más, el Producto Bruto Doméstico, nominal o real, es un indicador pavoroso de progreso económico, ya que no es más que una medida de las cantidades, cada vez mayores, de dinero gubernamental que inflan la economía. No nos dice cómo se aplica ese dinero, ni nos dice qué beneficios realmente fluyen de él, ni el grado de distorsión de precios que genera.

Sólo podemos concluir que la manipulación de estadísticas para ocultar la realidad es la última "tirada de los dados" del dinero fiat, así como el Emperador Dioclesiano colapsó la economía de Roma, con la supresión de las pruebas de precios en ascenso, con su edicto sobre los "precios máximos" del 301 de nuestra era.

Así llegamos a la situación presente, que da señas de que estamos a orillas de otra crisis cíclica. Si es así, marcará el fin de un período mucho mayor de expansión monetaria y de crédito, del que vimos en ciclos anteriores, y que coincide en semejanza con la época de "Smoot-Hawley", en la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo.

A continuación, los grandes factores que tienen que ver con los tiempos probables para una crisis de crédito:

  • La deuda mundial ha subido a la cifra estimada de $255 millones de millones de dólares, un aumento de $173 millones de millones de dólares desde la crisis "Lehman" de 2008. Una proporción alarmante de esta cantidad, es improductiva, ya que es deuda gubernamental, deuda de consumidores, y fondeo para especulación financiera, así como deuda de parte de negocios inviables.
  • Se calcula que $17 millones de millones de dólares de bonos mundiales tienen un rendimiento negativo, lo cual no tiene precedente. Ésta es una distorsión del mercado tan extrema, que no puede normalizarse sin generar desorden financiero generalizado y destrucción de deudores. No existe salida para esta condición.
  • La crisis del mercado "repo" en Nueva York, indica que el sistema bancario está bajo cuidados intensivos.  El comienzo de la crisis coincidió con la terminación de la venta de la "prime dealership" de Deutsche Bank a BNP. Sería comprensible que grandes depósitos no se transfirieran con el negocio y fueran a dar a rivales. El problema persiste, lo cual indica que la forma general de pensar de los banqueros de más alto rango, está cambiando - de deseo de lucrar, a miedo.  
  • El pasivo de bancos de EU, respecto a obligaciones por préstamos colateralizados, y el mercado de préstamos apalancados, que consiste principalmente de préstamos chatarra y bonos, equivale a la mayor parte de la suma de $1.9 millones de millones de dólares - el total de capital de bancos. Confirma la tesis de este artículo, que el nivel de ignorancia respecto al riesgo bancario está en etapa tardía y que probablemente será catastrófico.
  • Los precios de las acciones de Deutsche Bank y Commerzbank indican que no sólo están insolventes, sino que será necesario rescatarlos - y muy pronto. Bancos en otras jurisdicciones se hallan en situación parecida. Sin embargo, todos los países de Eurozona han aprobado leyes que aprueban la cancelación de saldos a favor de sus clientes, de modo que no será necesario salvar a los bancos individualmente. El resultado será, que a la primera sospecha de que se considera salvar a un banco mediante la cancelación de las cuentas a favor de sus clientes, se dará una huida de los depósitos más grandes, y los precios de los bonos de todos los emisores de bonos de la Eurozona se colapsarán. La probabilidad de que se incurra en error, en el manejo de crisis por parte de los Bancos Centrales, es bastante mayor que en la época de la "crisis Lehman" de hace once años.

La crisis que viene podría repetir eventos de 1929-32

La cantidad extremadamente grande de dinero que se ha creado en los últimos diez años, y la guerra comercial entre EU-China durante los pasados dos años, son terriblemente parecidos a los tiempos de fines del 1929, cuando la combinación del fin del ciclo de crédito y el creciente proteccionismo se unieron para causar destrucción financiera en escala mundial. Enfrentamos una posible repetición de la experiencia de 1929-32 y la consiguiente depresión. La expansión a largo plazo del comercio mundial ya ha cesado. El impacto secundario sobre economías como la de Alemania, es indudable.

Aunque se le ponga alto a la guerra comercial entre EU y China en las semanas que vienen, la crisis se ha disparado y nuestras evidencias empíricas sugieren que se va a empeorar. Tal parece que no va a prevalecer el sentido común respecto a políticas comerciales, porque el conflicto tiene que ver con asuntos mucho más profundos que el comercio; los desmanes en Hong Kong son parte del asunto integral.

Los chinos piensan que EU ha desestabilizado a Hong Kong, y tienen razón en pensar así: el Tesoro de EU depende de Hong Kong para recibir la parte mayor de los flujos de portafolios de inversión para apoyar al dólar y financiar el déficit presupuestal de EU, y los requerimientos de inversión de la propia China, son una amenaza. La dominación mundial del dólar está en peligro, y al mismo tiempo China busca esos mismos flujos de portafolio para invertir en sus propios proyectos de infraestructura, a través del nexo Hong Kong Shanghai Connect. Está claro que era preciso desestabilizar a Hong Kong.

Por ésta y otras razones, las tarifas al comercio son sólo parte de una guerra financiera más extensa, que tiene probabilidades de aumentar más, y no de disminuir. Como sus políticas de comercio le han dado muy malos resultados, el Presidente Trump se halla presionado porque se le acaba el tiempo antes de la próxima elección dentro de un año.  Se le amenaza con destitución por el Congreso, por el asunto de Ucrania, y su popularidad en año de elección está menguada. Preocupado, le ha pedido a Jay Powell, jefe de la Reserva Federal, que introduzca tasas negativas para impulsar la economía. No es probable que retroceda ante la presión China, porque se vería como un fracaso de la política presidencial.

¿Qué aspecto tomará la crisis en ciernes?

Está claro que los bancos centrales responderán a la próxima crisis crediticia con una expansión de la cantidad de dinero circulante, superior a la expansión que ocurrió en tiempos de la crisis Lehman de hace once años. La consecuencia de esta inflación monetaria parecería conducir inevitablemente, a una pérdida aún mayor de poder adquisitivo para las monedas fiat, de lo que de momento indican las apreciaciones independientes de inflación de precios. 

La inflación monetaria probablemente se dirigirá a la resolución de dos grandes problemas: proporcionar una "red de seguridad" para salvar a los bancos y negocios grandes, así como para fondear déficits gubernamentales, que irán en ascenso. Por lo tanto, la cantidad de "quantitative easing" - i.e. creación de dinero adicional - que será indispensable para satisfacer esos objetivos, tendrá que irse a los cielos.

El efecto sobre los mercados no será simplemente un repaso de lo ocurrido en 1929-32, en un aspecto clave. Hace noventa años, las dos monedas principales, el dólar y la libra esterlina, estaban sobre un patrón oro, que significaba que durante la crisis, los activos y precios de mercaderías se medían, efectivamente, en oro. Hoy, no hay respaldo de oro y los precios se medirán en cantidades crecientes de moneda fiat.

Los precios expresados en monedas fiat se determinarán, en último término, por el curso de la política monetaria. Pero en términos reales, podemos prever una repetición de las condiciones que afligieron a los mercados y a las economías durante 1929 y años posteriores al crack de 1929 de Wall Street. Otra diferencia respecto a los años de la Depresión, es que hoy los gobiernos occidentales tienen extensas obligaciones legales respecto a proporcionar bienestar (i.e. "Welfare") cuyo costo va ascendiendo, en términos reales. Súmese a esto, el costo de creciente desempleo y caída en ingresos fiscales, y nos damos cuenta que el costo de mayor desempleo y la caída en ingresos por impuestos, y nos damos cuenta que los déficits gubernamentales y sus deudas crecerán rápidamente, aún en una recesión moderada.

Todo esto se suma a otro problema más, que probablemente se volverá evidente en una fase secundaria de la crisis crediticia. A medida que se vuelve obvio que el poder adquisitivo de las monedas fiat se ve minado a una tasa que es imposible ocultar por medios estadísticos, el valor descontado de dinero a futuro, reflejado en su preferencia temporal, aumentará sin tomar en cuenta la política oficial de interés. Por consiguiente, los que quieren obtener préstamos se encontrarán con tasas de interés que suben, para compensar tanto la preferencia en el tiempo, que asciende, como el riesgo adicional que corren los préstamos, frente a distintas clases de prestatarios.

Además de cerrar todo acceso al financiamiento de deuda, para negocios y para consumidores que están progresivamente más y más endeudados, esto dará al traste con gobiernos acostumbrados a pedir prestado a tasas de interés artificialmente suprimidas o hasta negativas. Los precios de bonos existentes colapsarán, y los bancos cargados de deuda gubernamental para beneficiarse de reglamentaciones de Basilea, hallarán que su poco capital - si es que algún capital les queda - pronto se erosionará.

El mundo de monedas "fiat" enfrenta nada menos que su último "¡Viva!". Es más, algunos de los banqueros centrales más inteligentes ya están preocupados de que al sistema actual se le acaba el camino, con un dólar que ya no está en condiciones de fungir como la moneda de reserva de mundo. Quieren hallar la forma de "recolocar" todo, y exploran soluciones tales como digitalización de la moneda por medio de "blockchain", o abolir el efectivo, y hallar otras formas de controlar las divagaciones de los mercados libres.

Ninguno de estos planes dará resultado, porque aún una nueva forma de dinero se necesitará para rescatar las finanzas gubernamentales e impedir futuras fallas financieras y económicas a causa de inflación. El paso acelerado de la creación de dinero para enfrentar estos problemas seguirá siendo el problema central del fracaso de un sistema de crédito y creación monetaria: la imposibilidad de resolver la trampa de la deuda que nos ha enredado a todos.

Tal y como Alemania descubrió en 1923, la inflación monetaria como recurso para fondear al gobierno y otros pasivos económicos, es un proceso que rápidamente se sale de control. Tarde que temprano, el público comprende el fraude que es la pérdida de calidad de la moneda, y comienza a deshacerse de tal moneda lo más pronto posible. Y entonces ya no tiene valor alguno.

El fin del régimen de moneda fiat necesariamente habrá de terminar con los ciclos de crédito bancario que se legitimaron en 1844. El socialismo del dinero, por medio de la degradación inflacionaria, quedará a plena vista como un fraude contra la gente común.

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Alasdair Macleod

Head of Research Goldmoney

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