El jueves 11 de marzo, la Secretaría de Comercio de los E.U. anunció que el déficit in cuenta corriente de los E.U. en el año 1998, ascendió a $233.45 mil millones de dólares.
Esta cifra es un nuevo record, que supera en $65 mil millones de dólares, el record anterior, de 1987, que fue de $168 mil millones. Un aumento de 38.7% de un record a otro.
De esta cifra de $233.45 mil millones de dólares, buena parte va a incrementar las reservas monetarias de los bancos centrales del resto del mundo. Estos dólares no son más que papeles irredimibles. Las reservas de estos papeles, en los bancos centrales del mundo, han aumentado desde 1971, hasta 1997, en unos $1,100,000 millones (Un millón cien mil millones de dólares).
El déficit registrado en la cuenta corriente de los E.U. en 1998, de $233.45 mil millones de dólares, significa que esta cifra acumulada se incrementará una vez más en forma importante.
Cuando los bancos centrales del resto del mundo reciben dólares de sus exportadores, los convierten a pesos, o francos, o marcos, o rupias, o ringit, etc. Al aumentar la masa monetaria de estas monedas, esto tiende a elevar los precios internos de los países que exportan a E.U. O sea, que los E.U. exportan inflación. Los países que exportan, para obtener adicionales reservas de papeles, o conservar las que tienen, se ven obligados a devaluar sus monedas, para poder seguir exportando mercancías abaratadas por la devaluación. Los E.U. exportan inflación al resto del mundo, e importan deflación de precios, lo cual les agrada, pues les da la impresión que todo marcha muy bien y que están manejando su economía en forma muy atinada.
Pero ya surgen problemas con importar deflación: los productores americanos se quejan, cada vez más amargamente, de la "competencia desleal" hacia sus productos. Los E.U., que pregonan la globalización, comienzan a colocar trabas a la importación de acero barato, por ejemplo. La tendencia en E.U. es a elevar tarifas a las importaciones baratas, de los países productores, que se matan por exportar y conseguir dólares para sus reservas.
El proceso va a continuar, hasta que culmine en lo inevitable: ante la proliferación de tarifas y otros obstáculos a las importaciones, los países exportadores se verán obligados a declarar una moratoria al pago y servicio de sus deudas en dólares. "Si no me compras, no tengo dólares; como no tengo dólares, no te puedo pagar."
Así concluirá el sistema monetario mundial del presente, que se basa en una ficción: las reservas monetarias de papeles irredimibles que se llaman dólares. El colapso es sólo cuestión de tiempo.
No nos dejemos deslumbrar por condiciones transitorias. El dólar no es moneda sana, y adoptarlo como nuestra moneda es confiar en apariencias engañosas, muy aparte de los argumentos políticos en contra de tal decisión.
Necesitamos adoptar una moneda nueva, que no requiera de la tiranía de las reservas de papeles irredimibles que son los dólares; tal moneda nueva, no podrá ser otra que la moneda de plata, que no requiere de reserva alguna para mantener su valor y aceptabilidad en el mundo entero.