Lo anterior lo manifestó en el marco de la XL Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Paris. Ahí expresaron sus opiniones respecto a los problemas económicos de América Latina varios personajes, entre ellos, Sanguinetti y Eduardo Frei, de Uruguay y Chile, así como el presidente francés, Jacques Chirac. Ninguno de los oradores hizo mención de los problemas fundamentales que presenta para América Latina, el actual sistema monetario internacional. (Para ver nuestro artículo "La Moneda – Base de la Integración Iberoamericana en el Siglo XXI" sobre ese tema, haga click aquí)
En particular, las opiniones de Michel Camdessus ilustran el punto de vista dirigista y burocrático, digno de un comisario soviético en épocas de la U.R.S.S.
Para el señor Camdessus, todo viene desde arriba, nada desde abajo; se alaba a la democracia, pero sus actitudes, como en la antigua U.R.S.S., o en Cuba hoy en día, son profundamente antidemocráticas, y más aún, contrarias a las realidades que operan todos los días.
Tanto la verdadera moneda, como cualquier idioma, no son cosas legislables; así como ninguna Comisión Ejecutiva ha podido crear un nuevo idioma, tampoco puede crear una nueva moneda verdadera. Imitaciones débiles, sí las pueden crear, como se inventó el idioma Esperanto allá en los años 30. Un idioma que nació muerto.
El Euro tiene la debilidad de una moneda inventada, no verdadera. Es algo que viene desde arriba, no algo que nace con sus raíces en las actividades cotidianas de los pueblos europeos. La intención fue buena, unificar a Europa y salvarla de la hegemonía del dólar. Sin embargo, el camino dirigista y estatista fue un error y la consecuencia será la debilidad de esa moneda artificial o "erzatz" como dirían los alemanes. El lanzamiento del Euro tardó décadas y fue resultado de deliberaciones complicadísimas, lo cual es receta para el fracaso, porque lo durable en la Naturaleza de las Cosas, es lo sencillo. Lo complicado está condenado, por lo general, al fracaso. Pero la soberbia burocrática difícilmente puede comprender lo que decimos.
Tener moneda buena y verdadera, es cosa sencilla; tan sencillo como tener huevos de gallina qué comer: se consigue un gallo y una gallina, y la Naturaleza hace lo demás. No se comienza por formar una Comisión de Huevos.
El señor Camdessus tiene las prioridades invertidas. Dice que primero es la unión macroeconómica, financiera y comercial, y después la unión monetaria. Así es como piensan los burócratas, que se tardan cuarenta años y engendran una moneda débil y falsa. La verdad es que la moneda verdadera, usada en forma común, es la base de la unión macroeconómica, financiera y comercial. Primero que nada, es la moneda fuerte, verdadera, de oro o plata, con billetes de banco redimibles en oro o plata. Sobre la base pre-existente de un reconocimiento popular e internacional de lo que es moneda verdadera y valiosa , se van construyendo una unión macroeconómica, financiera y comercial.
La base monetaria tiene que ser pre-existente, y ya lo es, mas no se quiere reconocer: todos los países de América Latina estiman la plata – tanto que en Argentina, "plata" es sinónimo de dinero. Este reconocimiento, que ya existe, del valor de la plata como metal apropiado e idóneo para usarse como moneda, es universal en América Latina. Es sobre este reconocimiento, que se puede realizar la unificación monetaria de nuestros países, y no sobre deliberaciones elitistas apartadas de la realidad que buscan engendrar una moneda de la nada.
Alguien dijo alguna vez que el camello es un animal tan feo, que debió haber sido ideado por un comité. No nos andemos por las ramas, señor Camdessus. Lo que se requiere no es inventar otra moneda, sino simplemente reconocer la realidad ya existente: la plata vale, ha valido, y siempre valdrá. Necesita Ud. vencer su soberbia, o su ignorancia, o sus compromisos políticos, o todas estas cosas juntas, si realmente desea hallar la solución al desbarajuste monetario y financiero de fines del Siglo XX.